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El recalentamiento de la economía norteamericana

Ha llegado el momento de cambiar el diagnóstico de la economía norteamericana. Las luces de aviso se están empezando a encender. La locomotora norteamericana se mueve a demasiada velocidad.Hace solamente año y medio, los especialistas pensaban que la nueva recuperación sería débil. El asesor económico de Reagan, Martin Feldstein, predijo que en 1983 se daría un crecimiento real de tan sólo un 3%, menos de la mitad de lo considerado normal para el primer año de una típica recuperación de posguerra. En aquel momento, las previsiones parecían excesivamente pesimistas. Pero todos los datos de que se disponía entonces justificaban cierto grado de pesimismo.

En realidad, 1983 fue un año fuerte Japón y Corea del Sur sintieron el empuje de la locomotora norteamericana. Pronto Europa, si bien en menor grado, se sintió salir de la recesión gracias a la boyante demanda de Estados Unidos.

Los especialistas no podían acabar de creerse las cifras que se iban dando. Continuamente restaban importancia a la fuerza de la expansión. Cada momento de vacilación y duda, como en las Navidades pasadas y en el nevado marzo, era acogido por los expertos como confirmación de su hipótesis de que la recuperación norteamericana era frágil.

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Pero ahora ya lo sabemos con mayor seguridad. El ritmo de crecimiento anual, próximo al 9%, del primer trimestre fue demasiado para la prolongada buena salud del boom. Los datos de abril y mayo me sugieren que el segundo cuatrimestre de 1984 puede oscilar entre un índice de crecimiento del 5% o 6%. Para el japonés, brasileño, suizo, italiano o paquistaní corriente, ¿no es positivo el rápido ritmo norteamericano? En mi opinión, no.

Lo poco que se gana a corto plazo con la febril carrera norteamericana corre el peligro de verse descompensado por la amenaza de que la media de vida de la recuperación norteamericana se vea gravemente acortada por los crecientes tipos de interés, y en último término, por temores de un aceleramiento de la inflación.

Para los deudores como Argentina, Brasil, México y Nigeria, cualquier aumento de los tipos de interés norteamericanos provocado por un recalentamiento de la economía supone un daño más directo. Gran parte de sus préstamos tienen tipos de interés de escala móvil: cuando. los tipos básicos suben en Nueva York y Londres, la deuda aumenta automáticamente en Buenos Aires. Sâo Paulo, Ciudad de México y Lagos.

Presiones de año electoral

El Banco de la Reserva Federal ha estado alerta a las crecientes demandas de crédito. El presidente, Paul Volcker, y sus colaboradores del banco han dejado ver que los tipos de interés se ajustarán en el mercado.

Los asesores electorales de Ronald Reagan se han mostrado temerosos de que la política monetaria fuera. tan rígida que destruyera la ac-tividad del sector de la construcción y abortara la. recuperación económica. El secretario del Tesoro, Donald Regan, ha criticado públicamente al Banco de la Reserva Federal. El presidente Reagan ha presionado en privado a Paul Volcker para forzarle a dar satisfacción a las necesidades de crédito de la expansión económica.

Los defensores de la economía de la oferta del bando de Reagan, sobre todo el congresista Jack Kemp, famoso por sus propuestas de reducción de impuestos, se han mostrado más activos tanto en sus críticas como en sus amenazas. Kemp ha llegado a proponer leyes para poner freno a la independencia de las autoridades del banco central norteamericano.

Pero esta vez creo que el Banco de la Reserva Federal tiene razón.

Y lo digo como un norteamericano más, preocupado por el problema de recuperar las posibilidades de empleo y de aumentar los empleos de larga duración. Pero en mi calidad de ciudadano del mundo, y teniendo en cuenta las necesidades de los países en vías de desarrollo ade más de los intereses de las nacio nes industrializadas, estoy a fa vor del control de créditos con Pasa a la página 12

9IKO recalentamiento de la economia norteamencanaViene de la página 11 objeto de reducir nuestros índices de crecimiento a unos niveles compatibles con una recuperación sostenida.

Es mejor tener tipos de interés altos ahora que el boom es fuerte, de manera que más adelante, cuando la recuperación sea débil, pueda actuar el Banco de la Reserva Federal para facilitar la disponibilidad y el coste de los fondos para inversión y compra de productos duraderos.

El Fondo Monetario Internacional y los bancos privados, actuando conjuntamente con los Gobiernos de las principales naciones, deberían ver la forma de poner un límite a los pago

extras de intereses que deberían darse con los antiguos préstamos cuando se caliente el mercado inn,t,-,.,mpripnlnn FQnsolución es mejor que dejar que el boom norteamericano aumente de manera descontrolada por miedo a aumentar las cargas de deudas del Tercer Mundo.No será fácil desarrollar una fórmula para este límite de intereses. Pero los beneficios bien valdrán el esfuerzo.

Lo que cuenta es el futuro, no el pasado. En el momento mismo en que estoy afirmando que la temperatura de la economía es demasiado elevada, ¿quién puede afirmar que esa perniciosa debilidad no se está desarrollando?

Naturalmente, podría equivocarme. El mercado de Wall Street es, desde hace meses, débil, y eso podría dar al traste con los planes de inversión.

En cuanto la Reserva Federal empiece a jugar el juego de lasrestricciones monetarias, sus esfuerzos podrían ir más allá de lo previsto y hacer que cayera a plomo la actividad de la construcción en verano. Ya ha pasado antes y podría volver a pasar.

Sólo se puede basar uno en el peso de los datos, y éstos sugieren fortaleza para los próximos meses.

Afortunadamente, una política seria de ir contra el viento no exige un compromiso irreversible a largo plazo por parte del Banco de la Reserva Federal. Cualquier debilidad otoñal arrojará su sombra contra tal política y puede provocar una tentativa de aflojamiénto del control que la Reserva Federal ejerce sobre la oferta crediticia.

Seré el primero en pedilles de manera urgente un cambio de rumbo cuando llezuen las primeras señales de que están cambiando los vientos de la economía. No hace falta, ni son posibles, una exacta sintonización ni una navegación precisa.

La economía política es un arte que se basa en la ciencia. Hay que estar continuamente poniendo a prueba los viejos preceptos a la luz de las nuevas experiencias. Hay un momento para recordar y un momento para olvidar.

El conservador Ronald Reagan produjo involuntariamente un déficit fiscal superkeynesiano y una recuperación al estilo de Roosevelt. Todo lo bueno en exceso, nos dice la historia económica, lleva a un final dificil y a un boom de escasa duración.

Anteriormente, los especialistas predijeron que la recuperación duraría de 38 a 40 meses a partir de su comienzo, en noviembre de 1982. Eso significaba que el mundo podía contar conuna expansión de la economía norteamericana hasta comienzos de 1986.

Ahora esos mismos especialistas están ya empezando a preocuparse por 1985. Sería una pena que la recuperación acabase el próximo año. Por esa razón, tanto los trabajadores como los ejecutivos de las empresas deberían pedir una política prudente en esta marcha contra un viento demasiado fuerte.

El mundo entero se juega algo en la expansión económica de Estados Unidos. Si América estornuda en 1985, Europa y Asia no tienen por qué coger una pulmonía. Es posible que sin el empuje de nuestra locomotora hagan ciertos progresos. Pero no hay duda de que es más fácil para todos cuando todas y cada una de estas zonas geográficas son fuertes. Lo único que hace falta en este momento es tener algo de sentido común.

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