_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mercado débil, esperanzas fuertes

El mercado defraudó ayer a todos aquellos que habían puesto sus esperanzas en una rápida recuperación en la primera jornada de la semana. Pero lo cierto es que las operaciones durante el tiempo de contratación fueron muy escasas y, aunque el saldo fue pobre, abundó más el papel que el dinero. Después,a la hora de casar operaciones se alegró la contratación, y los más optimistas comentaban que el volumen negociado pudo sobrepasar los 1.500 millones.El problema no es sólo cuestión de cifras. Como se lamentan los habituales, el dinero de provincias brilla por su ausencia y tampoco los cuartos de los extranjeros afloran fácilmente al mercado madrileño, aunque los síntomas de recuperacón en Wall Street permitían a los que siguen con atención las fluctuaciones de las bolsas exteriores augurar un pronto retorno de los inversores foráneos. Que no hayan estado presentes ayer se explicaba por la festividad del lunes en los mercados anglosajones.

Todo es más cuestión de fe que de conocimientos. Y no faltan los expertos que, al analizar lo que debe acontecer para permitir una revitalización del mercado, sentetician lacónicamente: "Un milagro".

Eso no debe servir como siembra de desánimos. Los operadores se muestran optimistas y coinciden en un punto significativo: la bolsa está demostrando una fuerte resistencia a la baja. Prueba de ello es que en cuando un valor baja un poco, siempre hay dinero dispuesto a comprar. No es mala señal.

Lo único que falta, principalmente en casa de los grandes inversores, es tomar la decisión de entrar más a fondo en el mercado. Esa es una decisión que tampoco se puede retrasar demasiado. La bolsa se mantiene en una calma chicha, para utilizar un conocido símil marinero, y esa es una situación, como todos los expertos reconocen, que no deja de entrañar sus peligros: "Cuando echemos a andar, alguno dejará sus plumas en el camino", sentencian.

En la espera, cada uno sale del paso como puede. Los bancos, por ejemplo, están decididos a no permitir que sus cambios desciendan, quizás porque la sombra de las juntas se cierne sobre el parqué. Y parecen comprar todo el papel que sea necesario para impedir cualquier deslizamiento a la baja. Pero los saldos por caja (ayer 95.747 títulos) también indican que no hay demasiadas ganas de vender, por lo que este esfuerzo de contención no es difícil.

Más delicada se desarrolló la jornada para Unión-Fenosa, que se vio obligada a realizar un buen esfuerzo para impedir que su cotización bajase ante una fuerte presión vendedora. Pero los cuidadores consiguieron neutralizar el mal sabor de boca de la reciente junta. Justo todo lo contrario que El Águila, valor sobre el que nuevamente se ciernen rumores de opas, a pesar del reciente anuncio de ampliación. Habrá que estar atentos a lo que pasa, aunque presididos por el valioso cetro de la prudencia.

Estas tribulaciones de la renta variable parecen justificadas cuando se comprueba, una vez más, que los inversores apuestan por la renta fija de forma mayoritaria. Así, a nadie puede sorprender que en la subasta de pagarés del Tesoro celebrada ayer se hayan ejecutado 8.591 millones de pesetas con pacto de recompra y 6.889 millones a vencimiento. Con esa competencia no hay acción que se resista.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_