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Caluroso recibimiento en el puerto de Ondárroa a los pescadores ametrallados por un buque de guerra francés

Más emotivo que masivo fue el recibimiento) que el pueblo de Ondárroa tributó a media tarde de ayer a la tripulación del Burgoa-Meni, uno de los dos pesqueros cañoneados y apresados por unidades de la Armada francesa 10 días antes en aguas del golfo de Vizcaya. Sus compañeros del Valle de A nondo, con los costurones de su aventura bien visibles todavía en el casco, y en ausencia de dos marineros que quedaron hospitalizados en Brest, llegaron dos horas después y fueron recibidos por más de un millar de personas, a las que saludaron con los hrazos en alto desde la cubierta.

A media tarde de ayer, unos mimutos antes de las cinco -hora anunciada para la llegada del Burgoa-Mendi-, el puerto de Ondárroa aparecía casi desierto. Acostumbrados a conocer ilas noticias por la radio, los habitantes del pueblo sabían ya lo que los periodistas ignoraban: que una pequeña avería en las (máquinas había retrasado hasta las 18.15 horas la hora de arribada.Eran las 18.08 horas cuando la proa del Burgoa-Mendi asomó por la bocana del puerto. Unas decenas de personas esperaban ojo avizor en el morro más lejano, y de su agitación podía deducirse desde unos minutos antes que la hora había llegado. El casco azul -gastado, con desgarrones de óxido a modo de cicatrices- del Burgoa-Mendi dobló lentamente el morro y se acercó silenciosamente al muelle. Tres marineros formaban un triángulo en la proa, pero el grueso de la tripulación se agolpaba a popa.

'Franceses, asesinos'

Como por ensalmo, de las casas empezó a salir gente y en seguida se juntaron más de 1.000 personas en el muelle oriental, junto al dique de Campsa. La multitud se agitó en un movimiento de brazos y cabeza extendidos hacia adelante al ver a los suyos. El barco se aproximaba de costado, lentamente, al muelle.

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Luis, el más veterano de la tripulación, gritó algo a su hija y a los nietos, que esperaban abajo. El primero en subir a bordo fue Ramón Iriondo, uno de los armadores del pesquero, del que antes fue patrón. Rodolfo Rodríguez, un ondarrés de tres años trataba de descubrir entre los tripulantes de popa a su padre, también llamado Rodolfo, un pescador gallego afincado desde hace años en este puerto. Su mujer, Pepita, también gallega, alzaba a su hijo por encima de las cabezas de, la gente.

Una pancarta daba la bienvenida a los llegados. "Franceses, asesinos", gritaba una mujer. "No nos moverán", coreó el resto. Otra señora, que dijo tener siete hijos en el mar, quería hablar para la Prensa y la radio: "Me Ramo María Luisa Egurrola, y quiero decir que los franceses son los mayores enemigos de: España, unos criminales No hay derecho a que hagan esto a quienes buscan ganarse un pedazo de pan".

Ondárroa tiene fama de ser un pueblo con mucha casta. A orillas de la ría del Artibay se eleva todavía la torre de Likona, donde na,ció Marina Sánchez de Likona, madre de Iñigo de Loyola, un santo con vocación guerrera. "Ellos tienen los cañones, pero nosotros tenemos los...", gritó alguien por dos veces, antes de que la ocurrencia sea celebrada por la concurrencia. El ambiente: se va caldeando mientras los tripulantes comienzan a pasar por la borda sus petates. Hay cáinaras de televisión, micróforio,s, muchos fotógrafos. "Si hace falta", grita un joven con barba, "dejaremos la vida, pero no dejaremos esas aguas".

Los pescadores de Ondárroa no entienden que alguien pueda prohibirles pescar donde siempré lo hicieron. "Desde los 14 años voy yo a esas aguas, y antes fueron mi padre y mi abuelo", dice Iriondo, el antiguo patrón del Burgoa-Mendi. Y una señora relataba cómo "a los franceses les enseñamos n osotros lo que era comer besugo y bonito".

La flota está decidida a salir al mar, según la expresión de un miembro de la comisión que ha coordinado las acciones de protesta, "con o sin licencias, porque es nuestro único medio de vida, y no vamos a claudicar ahora". De todas formas, según el alcalde, Félix Arambarri, "habrá que negociar, porque ellos tienen cañones y nosotros no".

La Cámara de Comercio de Bilbao, que mantuvo conversaciones con los armadores durante los últimos 10 días, se propone realizar, según una nota difundida ayer, un análisis jurídico en profundidad sobre los derechos históricos de la flota vasca, así como sobre la eventual incidencia de dichos derechos en los sucesivos acuerdos suscritos por España en materia de pesca". Al parecer, el convenio suscrito con la CEE en abril de 1980 contiene una cláusula que podría interpretarse como un reconocimiento indirecto de esos derechos tradicionales.

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