_
_
_
_
_

El águila encontrada en Leganés no podrá volver a volar aunque consiga curarse

El águila que cayó con una ala rota el pasado martes en el patio del colegio Juan Ramón Jiménez, de la localidad madrileña de Leganés, pertenece a la especie prácticamente extinguida de las culebreras, cuya principal característica es que sólo se alimentan con reptiles, y fue trasladada al día siguiente a las dependencias de Icona (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) en la Casa de Campo donde se encuentra bajo vigilancia y atención veterinaria. Las heridas que ha sufrido la rapaz son muy graves y la curación resultará difícil. Los responsables de su cuidado creen que se salvará, aunque quedará inútil y no podrá volver a volar.

La esposa del conserje del colegio fue la primera en ver el águila. "Al principio pensé que se trataba de un gato o un perro muerto, porque sólo podía distinguir un bulto marrón". Cuando descubrió que se trataba de una rapaz, avisó a un profesor que se encontraba en el centro y la trasladó a una dependencia del colegio, donde permaneció hasta que los responsables del Icona fueron a recogerla.Cuando Antonio Gracia, capataz del centro del Icona encargado del adiestramiento de las águilas, llegó al colegio y recogió el animal herido, pensó que se había dado un golpe con un poste, pero al examinarla el veterinario se comprobó, según informó este último, que presentaba una fractura abierta en cabeza de fémur del ala derecha.

La herida estaba en fase muy avanzada y gangrenada, por lo que se calculó que podía llevar lesionada unos 15 o 20 días. Esta circunstancia excluye la hipótesis de que el animal pudiera haber llegado volando hasta el colegio. Los expertos piensan que el águila se encontraba en cautividad, y recibió algún golpe. "Los que lo tenían encerrado", comentó Antonio Gracia, "al ver que podía morir, y como se trata de una especie protegida, lo abandonaron".

Lenta curación

En la delegación madrileña de Icona existen en estos momentos 50 rapaces, desde cernícalos a águilas reales, de las que 45 serán puestas en libertad durante la próxima primavera. Los veterinarios y especialistas se encargan de las rapaces heridas que llegan al centro. Las cuidan, las adiestran en el vuelo, y una vez han recuperado la normalidad las sueltan en su hábitat natural. Las que no se curan totalmente, quedan en las dependencias para exhibirlas ante los niños, en programas de divulgación. El águila encontrada, una hembra culebrera de dos mudas, una por año, tiene 1,60 metros de envergadura de alas. Esta especie se diferencia del resto de las águilas por la forma redondeada de su cabeza y ojos, parecidos a los de las aves nocturnas.Sus heridas evolucionan con bastante lentitud. A estos animales no se les pueden suministrar antibióticos. El águila se encuentra muy débil y casi no tiene fuerzas para comer. Los encargados han de embucharle los alimentos, que suelen consistir en carne de pollo, palomas, codornices o reptiles recién muertos. "Cuando se empiezan a recuperar", explicó Antonio Gracia, "les damos presas vivas para que se empiecen a acostumbrar a cazar, y una vez que queden en libertad no se acerquen para nada al hombre. Al águila de Leganés, si no vuelve a volar, no se le darán presas vivas".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_