_
_
_
_

Indiferencia ante la tolerancia del 'top-less' en las playas gaditanas

La permisividad anunciada por el Gobierno Civil gaditano en materia de top-less, o desnudo semi-integral, no ha causado sensación en las féminas usuarias de la prenda -o mejor no usuarias- en las playas del extenso litoral de la provincia de Cádiz. Al fin y a la postre, despojarse de la parte superior del biquini no es una cuestión de Estado, se piensa, y tan sólo el tiempo convertirá en normal lo que ya lo es en otras zonas turísticas españolas.

Contrariamente a lo que pudiera intuirse, el dejar hacer del gobernador civil de Cádiz, Salvador Domínguez Martín, no ha levantado voces airadas ni admoniciones condenatorias contra los pechos desnudos de las mujeres. La vida veraniega continúa discurriendo apaciblemente bajo el sol, el refresco nocturno de las brisas del Atlántico y con un cierto bostezo para los amantes de algarabías nocturnas, ya que el turismo gaditano es plenamente familiar y reposado.Todavía quedan cercanos aquellos días en los que la aparición de una pareja de la Guardia Civil, prismáticos en ristre, provocaba desbandadas entre los amantes del nudismo. Esto ocurría en el refugio predilecto de estos aficionados al sol y al aire integral, en la playa de los Caños de la Meca, próxima a las localidades de Vejer de la Frontera y Barbate. Para los despistados y los lentos en taparse las partes pudendas, se procedía con el rito de la requisa de documentación, que concluiría con una multa gubernativa. Eran los tiempos en los que gobernaba la UCD y cuando en la sede del Gobierno Civil, ubicado en la plaza de la Constitución de la capital provincial, se amontonaban las sanciones.

Pero no todas las culpas habría que apuntárselas a los gobernantes centristas anteriores, ya que, como bien es conocido por la opinión pública gaditana, uno de los mayores inquisidores contra este tipo de desmadres es el alcalde socialista de Barbate, Serafín Núñez, nada amigo -como así lo ha mantenido públicamente en varias ocasiones- de este tipo de desmanes que, para su desgracia, ocurrían en su propio término municipal.

Con la llegada de los calores de julio, el representante de la Administración central en la provincia ha aconsejado a los mandos de las fuerzas de seguridad del Estado que sirven en el litoral gaditano, que fueran permisivos con el top-less, mientras no se produjeran situaciones de escándalo público. El nudismo es ya otra cuestión, cuya práctica ha quedado reducida oficialmente a una pequeña parte de la playa de los Caños de la Meca -acotada al efecto-, una zona de difícil acceso para el voyeur de turno y que requiere ciertas habilidades montañeras cuando la marea se encuentra en pleamar.

Bailarinas de Cádiz

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La noticia, quizá en razón de la curiosidad, saltó a los medios de comunicación. A partir de entonces en el Gobierno Civil gaditano se han recibido numerosas consultas de diferentes puntos de España, inquiriendo sobre la ley en la que se habían basado para aplicar la permisividad. Evidentemente, tal ley no existe; nada prohíbe el desnudo semi-integral, aunque tampoco nada lo permite. Se trata de una cuestión moral y, como tal, admite la interpretación, o al menos así lo entiende Salvador Domínguez al explicar su postura en una conversación que mantuvo con este periódico.Esta permisividad es un apartado más en la antigua tradición liberal de Cádiz. Cuando, hace muchos siglos, Cádiz era una importante ciudad del orbe romano, una de sus principales exportaciones a la capital del imperio fueron sus bailarinas, que, a tenor de lo que cuentan los historiadores, causaron sensación entre los prohombres amigos de la juerga que gobernaban entonces en lo que hoy se denomina la ciudad eterna.

Por esta tierra han desfilado civilizaciones y culturas; España se abrió a América, en ella se modernizó el país con las Cortes de la Constitución de 1812 y se instituyeron los carnavales, en una mezcla de raigambres antillanas e italianas. Tal cúmulo de acontecimientos vienen a enseñar que en esa tierra gaditana siempre se han asimilado estas situaciones, y sin escándalos. Cádiz, con el peso de sus 3.000 años de historia a cuestas, ha conseguido ahormar fama de liberal, de ahí que prácticamente nadie pretenda rasgarse las vestiduras ante lo moderno de cada momento, caso aplicable al hecho de desprenderse de la parte superior del biquini. Ahora bien, ¿cómo ha sido acogida la permisividad entre las personas directamente implicadas?

Ciertamente, y el visitante lo podrá comprobar estos días, el top-less no está muy arraigado en las playas del litoral gaditano, por lo demás muy masificadas durante los meses de verano, principalmente en la costa occidental, donde se ubican centros de turismo familiar nacional como Chipiona, Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María y la propia capital. La práctica se reduce al tapadillo, que dicen por aquí, o en las playas menos visitadas de la costa oriental, prácticamente limpias de urbanizaciones costeras, por otra parte, y próximas a la embocadura atlántica del Estrecho. Caso aparte es el mencionado de los Caños de la Meca.

La sensación comentada es la de que en esas playas masificadas, invadidas por la tortilla, la sandía y la chiquillería, va a ser cuestión de tiempo el que se asimile el desnudo pectoral femenino. Pesa sobre el tema cierta moralina mojigata, y como el espíritu apaciguado de la tierra lo da, tampoco es cuestión de ser más modernos que nadie para ponerse en cuestión de días a la altura de la Costa del Sol, o de las de Ibiza, por poner dos ejemplos que están en la mente de cualquier tertuliano.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_