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Entrevista:

"Dudo que el Gobierno entienda nuestra política de solidaridad"

El 33º Congreso Confederal de la Unión General de Trabajadores (UGT), celebrado del 1 al 5 de junio pasado, ha supuesto un cambio radical en la política y estrategia sindical de la central socialista. Aunque Nicolás Redondo, reelegido como secretario general con más del 99%. de los votos, prefiere decir que "hemos profundizado en la política de concertación que como sindicato hemos llevado adelante en los últimos años", la decisión del congreso en cuanto a pedir el sacrificio salarial en la negociación colectiva se plantea -también en palabras de Redondo- "como un reto difícil. Y yo tengo mis dudas de que el Gobierno nos entienda".

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Pregunta. ¿Cuál es su valoración del reciente 33º Congreso Confederal?Respuesta. La valoración en su conjunto es positiva, tanto por lo que se refiere a su mecánica y desarrollo como a la imagen que hayamos podido dar de cara al exterior. Ha sido un congreso distendido, sin tensiones. En esta ocasión se ha trabajado más que en otras y se ha hecho menos política de pasillo. Incluso internamente ha supuesto una mejora de la propia organización. Yo creo que UGT ha demostrado una gran madurez. Yo he observado, además, un aspecto que tiene una doble faceta, que tiene sus inconvenientes, pero que a mí me parece positivo: el cambio profundo que se ha producido en las delegaciones asistentes. Y eso es positivo porque se está dando una renovación en la gente, aunque a la vez plantee algunos problemas al faltar ese poso que permita la edificación seria.

P. Pero ha sido un congreso que ha tenido un gran consenso a la hora de adoptar sus distintas resoluciones. Había críticas en los debates que luego no se reflejaban en las votaciones.

R. Efectivamente. La política sindical fue aceptada con el 98% de los votos, mientras que una parte de la misma, la política de rentas, sólo obtuvo un 75% de los mandatos. No creíamos que fuera esta parte la más conflictiva, y la ponencia no estaba consensuada, en contra de lo que pudiera parecer. Y es verdad que ha habido críticas en los debates que luego no se han reflejado a la hora de la votación. En la gestión de la ejecutiva se produjo un profundo debate. Pero no era una crítica a la gestión desarrollada. La mayoría estaba de acuerdo en el fondo y no en aspectos muy concretos. Había quien decía que la política de acuerdos se había alemejado en algún caso al pactismo más que a la concertación.

P. La Política sindical aprobada: por el congreso significa para muchos un cambio radical y excesivamente audaz en la que hasta ahora ha llevado el sindicato.

R. No es la primera vez que se nos critica una actitud semejante. Ya en 1979 nuestra postura en el Estatuto de los Trabajadores recibió ataques de uno y otro signo, pero había que superar una legislación vieja. Y aquélla fue una decisión audaz. Lo mismo ocurrió con el Acuerdo Marco Interconfederal. Sentarse a negociar con la CEOE en el año 1980 era una decisión atrevida, igual que lo era el Acuerdo Nacional de Empleo. UGT ha estado siempre intentando homologarse en sus relaciones con las que están siendo habituales en Europa. La situación en todos los países va por esta línea de acuerdos globales. Y lo aprobado en nuestro reciente congreso no significa ningún cambio radical, aunque yo sé que la política de solidaridad es muy difícil de explicar. El AMI y el ANE ya eran políticas de solidaridad, aunque todavía estaba planteada de forma ambigua. Lo que hacemos es, en definitiva, profundizar más en esa política.

P. ¿Por qué es tan difícil de explicar la política de solidaridad?

R. Es difícil porque hay que pedir a los afiliados que sean solidarios con los no afiliados, que tienen que solidarizarse a nivel práctico con los parados, con los pensionistas. Y eso cuesta trabajo ausmir, más que comprender. Yo sé que ésta es una apuesta muy fuerte, que es un reto de UG, y no sé si todos dentro de la organización somos conscientes de sus dificultades, que puede haber un coste en afiliación. Pero la verdad es que no creo en este peligro. La experiencia demuestra que los sindicatos que llevan una línea de que estamos desarrollando la política económica del Gobierno, que estamos supeditados a sus decisiones. Y yo, la verdad, es que tengo mis dudas sobre que el Gobierno sea capaz de entendernos.

P. ¿No se fía usted de que el Gobierno asuma su parte de responsabilidad?

R. No es eso. Pero es que el plan de solidaridad sólo puede cumplirse si el Gobierno asume su papel. Para que los trabajadores acepten una moderación en su salario nominal tiene que haber un compromiso del Gobierno para que, a nivel presupuestario, esa moderación tenga sus contrapartidas en una mayor cobertura de desempleo, en la mejora de las pensiones, en la asistencia sanitaria, etcétera. Y tengo dudas de que el Gobierno lo entienda. En el Gobierno puede haber personas que piensen que la confrontación les va mejor para su política que la concertación. Y habrá ministerios que prefieran la negociación convenio por convenio como fórmula idónea para conseguir la moderación salarial.

P. ¿El Gobierno no conoce todavía el contenido de lo aprobado en el Congreso?

R. Hemos pedido una entrevista para explicar nuestras ideas en este aspecto. No sé cuándo la llevaremos a cabo. Pero nosotros vamos a defender la política de solidaridad por encima de todo. Ya no se puede defender el empleo a nivel individual, hay que defenderlo colectivamente. Éste es un esfuerzo que hay que hacer conjuntamente, y si el Gobierno es capaz de entenderlo, seguiremos adelante.

P. No parece usted muy convencido de que el Gobierno entienda a la UGT.

R. A mí me preocupan las declaraciones que personas vinculadas al Gobierno vienen haciendo. Se habla de sanear las empresas públicas, y nosotros estamos completamente de acuerdo con esa afirmación; pero que no sea sólo a costa de los salarios. Y se dice, como recientemente hacía él subgobernador del Banco de España, que había que flexibilizar el mercado de trabajo y que los salarios eran muy altos. A mí, ésta me parece una mala política del Gobierno. Mis dudas respecto a la disposición del Gobierno sobre la concertación están basadas en las declaraciones contradictorias que he oído: unos dicen que el Gobierno no va a consensuar nada. Tendrá que aclarar qué quiere decir con eso, porque si se va a limitar a oírnos sin tener en cuenta nuestras opiniones, perderemos una oportunidad definitiva. Tiene que aclarar ciertas ambigüedades. Otros aseguran que están por la concertación. Sin embargo, no se puede hablar de concertación y tomar medidas antes de consultar a las partes. Si no hay diálogo, no hay concertación. La situación todavía es buena. No es que el Gobierno esté en estado de gracia, pero aún no se ha abierto una brecha con el pueblo, que tiene una gran, dosis de esperanza.

P. Después de explicar al Gobierno su política de solidaridad, ¿UGT tiene previsto mantener reuniones con las demás fuerzas sociales, concretamente con Comisiones Obreras y la CEOE?

R. De momento sólo está prevista una entrevista con el Gobierno. Pero indudablemente tenemos que plantearnos el hablar con Comisiones Obreras y con la CEOE para explicarles en qué consiste nuestra política.

P. Las relaciones de la Unión General de Trabajadores con la otra central mayoritaria se encuentran actualmente muy deterioradas. ¿Qué cree usted que va a pasar en el futuro?, porque es previsible que cosechen algunas críticas por su parte.

R. Yo quisiera que no se repitieran situaciones pasadas. Hay que mantener buenas relaciones con Comisiones. Y no vamos a entrar en una política de confrontación, salvo que la situación se desborde. Los dos sindicatos hemos llevado adelante en el pasado otros acuerdos, a pesar de nuestras diferencias.

P. Señor Redondo, usted sabe que se habla de una instrurrientafización de UGT por parte del Gobierno. ¿Existe?

R. Me preocupa que haya intentos en el PSOE de instrumentalizar a UGT, pero yo estoy convencido que no lo va a conseguir. Nuestra coincidencia se da en su programa. Pero hay un peligro mayor: que los compañeros de UGT intenten ugetizar al Gobierno, convertir al sindicato en un PSOE bis con la idea de que así se controlará mejor al Gobierno. Eso sería muy negativo. Y ése es un peligro latente dentro de la organización. Hay compañeros que creen que los problemas se arreglan por teléfono y tienen la inclinación de llamar a los ministros para solucionar los conflictos. No se puede caer en eso. UGT tiene otras vías y ha de utilizar su presencia en el Parlamento en beneficio de los trabajadores.

P. VoIviendo al congreso, aunque es cierto que se ha desarrollado en un ambiente sosegado, la verdad es que se ha detectado un movimiento de oposición en el seno de la organización. ¿Cree usted que esta tendencia se reafirmará en el futuro?

P. Yo creo que no. Es que en este congreso han confluido diversos factores. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que muchas federaciones celebran de forma casi inmediata sus respectivos congresos y se han traído al confederal muchas de las cuestiones que habían de discutirse en otro ámbito. Lo que usted llama movimiento de oposición es lógico que se presente. Y no tiene, además, ninguna importancia. Yo no creo que vaya a más. En UGT están prohibidas las corrientes organizadas y las tensiones han sido siempre malas para el movimiento obrero.

P. La verdad es que la labor desarrollada por el equipo de dirección del sindicato no ha debido ser mala, cuando usted fue reelegido con el 99% de los votos y el resto de la ejecutiva con más del 90%.

R. Un 99% no da más fuerza que un 75%. Yo lo único que pedí es que, si iba a haber voto de castigo para algún compañero, yo saliera con el mínimo de los votos de ese compañero. No es justo que se castigue a nadie cuando han habido personas que han renunciado, social y profesionalmente, a tareas más brillantes por servir a la organización.

P. Nicolás Redondo tendrá que plantearse alguna vez su marcha, porque, ¿qué edad tiene usted? Y otros miembros de la ejecutiva habrán de dejar su lugar a gente nueva. ¿Han pensado en ello?

R. Tengo 55 años. Y es cierto que hay un momento en el que piensas que tienes que retirarte. Pero el problema no está en la edad; hay gente que tiene capacidad, a pesar de sus años, para continuar desarrollando una labor. En UGT hay cuadros suficientes. No va a haber problemas en este sentido. En cualquier sindicato, las federaciones y uniones van aportando gente preparada. En los tres años que nos quedan de mandato se va a realizar un proceso muy importante de maduración. La Unión General de Trabajadores tiene un gran reto para el futuro. Hemos apostado muy fuerte y eso nos hará madurar.

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