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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Imitación a la vida', un buen Sirk

Aunque Time describiera Imitación a la vida, la película que Douglas Sirk dirigió en 1959, "como una grandiosa cebolla", lo cierto es que el director desarrolló en ella su gran habilidad narrativa, estructurando su historia con tal sentido del ritmo que éste se hace protagonista por encima de la acción misma. Una historia que se sucede tan vertiginosamente, y en la que caben tantos conflictos, tenía que permitirle un lucimiento especial.Muy probablemente ayudó también al éxito de la película el que Lana Turner, su protagonista, hubiera vivido una historia personal semejante. En el guión incorpora al personaje de una famosa actriz, enamorada del mismo hombre que su hija; aunque la historia real acabó oscuramente en asesinato, los periódicos del corazón incrementaron sus comentarios sobre Imitación a la vida, primera de las películas de Lana Turner tras el escándalo. El filme buscaba otro camino: el de moralizar sobre el amor maternal, inteligentemente contrastado con la historia secundaria que vive la criada negra de la actriz. La hija de ésta, que es blanca, desprecia a su madre y elige el camino de la prostitución como forma de integrarse en el mundo de los auténticos blancos.

Imitación a la vida había sido adaptada al cine, por vez primera, en 1934, confiando a Claudette Colbert el papel de la sufrida madre protagonista. Algunos cambios respecto a aquel guión y a la novela original de Fannie Hurst (a quien también se debe La usurpadora, una de cuyas versiones se emitirá el próximo día 29) acercaron la Imitación a la vida de Douglas Sirk a la sensibilidad de la época. Los términos de la actualización implicaban desarrollar el glamour de Hollywood, al que los peinados de la sofisticada Lana Turner no fueron ajenos.

El más importante, sin embargo, residía en la intención moralizante del filme, que respondía a la ya clara rebelión juvenil que amenazaba trastocar algunos de los principios que sustentan la familia; los padres, según la película, deben dedicar más tiempo a sus hijos. Al margen de que sea una de las películas más lacrimógenas de Sirk, admite otra visión desde el humor. En todo caso, descubriéndolo, Imitación a la vida puede acoger a espectadores no adictos al folletín pero admiradores de un cine que sabe servirse con habilidad de trucos sensibleros. El espectáculo no queda deformado. De hecho, gran parte de la mitología de Douglas Sirk nace de la distancia con que muchos críticos han sabido ver su obra: es un fino narrador cuyo punto de vista se inspira en tópicos. El ciclo de Televisión, que hoy concluye, define en este sentido al autor.

Imitación a la vida se emite hoy a las 22.00 por la segunda cadena.

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