Nazario, dibujante del mundo suburbial barcelonés
Guitarrista de flamenco y maestro nacional, participó en las campañas de alfabetización franquistas. Escritor pusilánime ("hubo un tiempo que seguí muy de cerca la literatura suramericana, entre otras razones, porque tenía un novio noruego que hacía una tesis sobre García Márquez y me hinchaba a leer"), llegó a Barcelona con sus carpetas de dibujos y guiones. Mientras el cotarro del tebeo no dio para vivir, siguió con sus clases. "Eran los años setenta. Yo platicaba con El libro rojo del cole. Iba a la escuela con las uñas pintadas y tacones altos y me cayeron algunos expedientes". Pero la verdad era que cuando los padres de los alumnos tenían problemas se reunían en casa de Nazario y "que el cura progre de Vallbona le pedía dibujos para sus panfletos.
Peripecias inverosímiles
Nazario publica, principalmente, en la revista El Víbora, que, a lo tonto y marginal, ha llegado a los 40.000 ejemplares de tirada. Anarcoma, una/uno de sus héroes, circula por los barrios bajos viviendo peripecias inverosímiles. 'La historieta es una mera excusa para, la descripción del ambiente". Plagado de travestidos en el paisanaje de Nazario hay pocas mujeres sin amigüedad. "Estoy cansado de que la homosexualidad sea una rareza o que hablen de mí como de un dibujante gay. Nadie dice que Henry Miller es un escritor supermacho". En las historietas de Nazario, los raros son los otros y hay varios personajes reconocibles: él mismo, el pintor Ocañ, Onlyú o Alejandro. "Es una broma privada para los amigos, les gusta ver a Alejandro engañándome con un tipo de la historia".A estas alturas, sin embargo, los tebeos pornográficos han ocupado el terreno de tales valentías. "Cuando empezamos, por ejemplo, con Piraña, hacía erotismo para provocar. El texto también tiene importancia, aunque los críticos no hablen jamás de él". Anarcoma se publica en Francia, y Nazario firma en revistas. alemanas e italianas. Reconoce herencias del Genet que escribió de Barcelona, del Faulkner de Santuario y de Sade, "pero no el Sade sangriento de Pasolii. Tengo una versión escrita de Salo que pasa en un cortijo andaluz". En cine, ama el barroquismo de un Welles y los seriales de Franju. Con excepciones, rechaza los filmes inspirados en el tebeo. "Anarcoma es una Barbarella, pero, desde luego, no la que facturó Vadim". Le gusta, por el contrarío, el rollo loco de engaños que hay en el Modesty Blaise de Losey. Picazo le habló, hace varios años, de llevar al cine Anarcoma. No se ha hecho, pero Nazario sabe que, tarde o temprano, puede interesar y no tiene prisa.
Por activa y por pasiva, Nazario ha estado metido en un par de pleitos. Uno, pendiente, se lo puso Rafael de León por coger Ojos verdes y ponerle su punto de perversidad. El otro se lo puso él a Lou Reed por calcar un dibujo suyo en la portada de un elepé. "El problema está en que lo sacaron en Estados Unidos y teníamos que ir a Nueva York y depositar un millón y medio de pesetas para entrar a juicio" La obra de Nazario y de sus colegas ha salido de los reductos marginales. Los llaman de todas partes y su Juanito supermacho ha sido traducido al vasco por una organización homosexual. Mientras, Anarcoma liquida sus asuntos por una Barcelona que no sale en las postales.
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