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Entrevista:

Sandro Pertini, un octogenario con humor proverbial

Juan Arias

Ha cumplido ya los 85 y sigue derecho como un junco. No pierde su humor proverbial, se encuentre ante quien se encuentre. Y no tiene pelos en la lengua. Es claro como un arroyo, escriben quienes le conocen de cerca. Y, a veces, tiene también muy mal genio. Pero de lo que no hay duda es de que Sandro Pertini, presidente de la República, es hoy el personaje más aplaudido y por el que sienten más cariño, en Italia.

Es un socialista que no teme decir que si hubiera sido por su partido, quizá no hubiera llegado al Quirinal. Es un político del que hasta las sombras saben que nunca amó el poder. No es creyente, y lo dice sin pudor en un país como éste a la sombra del Vaticano. Pero, al mismo tiempo, no encubre su simpatía por el papa Wojtyla, a quien invitó a comer en su casa cuando arreciaba en toda la Prensa mundial el "escándalo Marcinkus".Ayer por la mañana, Pertini se presentó en la sala de Prensa extranjera de Roma. La asociación celebraba su 70º aniversario de vida y el anciano presidente, que es también periodista, quiso poner su firma en el álbum de oro.

Firmó autógrafos, contó chistes, acarició a los niños, hijos de los corresponsales, y hablaba a veces al oído de uno de los periodistas que acababa muriéndose de risa. Y ayer sorprendió a los periodistas extranjeros porque una buena parte de su conversación la dedicó a España. Dijo: "Ustedes ya lo saben que yo tengo una debilidad por España y sobre todo por sus Reyes. Aunque no soy monárquico, no me avergüenzo de decir que Juan Carlos es uno de mis mayores amigos. Es un joven inteligente". Y añadió, cambiando la voz, como haciendo una confidencia: "¿Saben ustedes por qué es inteligente? Pues muy sencillo. Franco le escogió y le preparó en un cuartel con una disciplina rigidísima. El futuro rey aceptó todo como un niño bueno pensando: éste es el único modo para llegar a reinar. Y después, cuando llegó su hora, explotó. Y miren ustedes qué gran rey se ha revelado".

Mientras hablaba, se iban presentando corresponsales de diversos países. Les saludaba, les decía una ocurrencia y seguía hablando de España. Conversando con EL PAIS le contó una anécdota que le pasó en Granada con los Reyes. "Había ido a comer a un restaurante y me llevé la sorpresa", dijo, "de encontrarme de nuevo con Juan Carlos y Sofía. Yo estaba comiéndome una sopa de ajos que me había gustado mucho en Toledo y como se había corrido la voz, me la prepararon también en Granada. Pero, cuando vi a los Reyes que me dijeron: 'Hemos querido pasar otra hora con usted', me preocupó el olor a ajo. Y entonces, por educación, le hablaba a la Reina cubriéndome la boca con la servilleta y pensando: vaya sofoquín".

"Pero, en seguida, el Rey, con gran elegancia, me dijo: 'El ajo es una cosa sana y además no se nota nada'. Y me tranquilizó. Y, después, la Reina me conquistó con otro gesto muy delicado. Nos habían traído de Italia un gran queso parmigiano regiano, ese que se usa sobre todo para echar sobre la pasta. La Reina iba a comerlo usando el tenedor y el cuchillo. Yo me permití decirle que en Italia este queso hay que comerlo con las manos. Entonces la Reina arrancó un trocito con sus manos tan femeninas y me lo acercó a los labios. Yo no pude resistirme y le dije: 'Mire, yo no soy creyente, pero si lo fuera e hiciera la comunión le aseguro que vendría cada día a comulgar de sus manos'". Y dijo que la Reina se rió mucho

Cuando ayer firmó la primera página en blanco del libro de oro alguien bromeó: "Mire que es un cheque en blanco". Y él respondió: "No me preocupa porque yo no tengo dinero en el banco". La gente está convencida de que Pertini es un político distinto, un fuori serie, como los coches que gustan aquí, por eso le quieren tanto y le perdonan todo.

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