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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La historia del pragmatismo soviético

BREZNEV LLEGO al poder en la URSS después de una hora de grandes novedades. Antes que él Jruschov había supuesto un cambio significativo en la historia de la Unión Soviética. En política interior enterró a Stalin, abrió las cárceles y los campos de concentración; en la política internacional jugó un papel cóntradictorio: levantó el muro de Berlín y pro vocó la crisis de los misiles en Cuba, para, a partir de ese momento, definir los principios de la coexistencia. Frente al Stalin vencedor de la Segunda Guerra Mundial, defensor del socialismo en un solo país, y cruel exterminador de sus enemigos, la epoca de Jruschov sobre todo a partir del momento de la concreción de su poder personal- inaugura la de un intento de socialismo con rostro humano avalado hasta por la cara sonrosada de campesino que el dirigente exhibía. El comienzo de los años sesenta fue asi una época de grandes esperanzas para el mundo: inauguró una etapa de distensión que todog los analistas convienen en afirmar duró, de forma más o menos caótica, hasta la invasión de Afganistán. A dicha etapa contribuyeron de manera esencial los famosos dos "K": Jruschov en Moscú, Kennedy en Washington. Ambos vieron truncadas sus carreras, y sus propósitos de manera nada fortuita.Investigar cuál fue el verdadero motivo de la destitucion de Jruschov por sus pares puede llevarnos a la suposición, nada desechable de que el poder personal se paga caro en la URSS si no se es tan sanguinario como Stalin o no se sabe compartir a tiempo como hizo Breznev. La dirección en la Unión Soviética ha sido durante largos periodos patrimonio aparente de un solo individuo, pero se ha basado siempre en un tipo de poder colegiado sobre el que el se han tenido que apoyar y del que se han tenido que defender las primeras figuras. La etapa Breznev, marcada por una creciente absorción de protagonismo y poderes en su sola persona a partir de 1969, comenzó así con un gobierno de a tres, pero después ha sido además niarcada por el triunfo de la burocracia y la nomenklatura. Probablemente avisado por el mal fin de su predecesor -Jruschof es uno de los pocos dirigentes que no esta enterrado junto a las murallas del Kremlin- el peso del aparato durante la etapa de Breznev ha rebasado con mucho lo imaginable por cualquier teórico del socialismo científico. Paradojas de la historia: mientras sucumbian a las conspiraciones o a la muerte, o a ambas cosas a la vez, lo.s,detentadores de los hilos del Politburó -Podgorny, Chelepin, Kosiguin, ahora Kirilenko- ascendían de importancia y capacidad de decision los jefes de la policía, los servicios secretos y el Ejército.

Puede decirse que Breznev, que contaba con una biografía personal tan apagada y gris como su propia figura, fue sin embargo un alumno aplicado de las historias ajenas. Su represión de las libertades que en cierta medída trataron de aflorar tras los aparentes intentos liberalizadores de Jruschov fue definitiva, pero no empleó para nada los métodos brutales y sanguinarios de Stalin. Cambió el paredón del fusilamiento y las purgas por los sanatorios psiquiátricos. No asesinó a los disidentes: los envió fuera del país o los deportó. En política internacional supo hurtarse a las responsabilidades de la normalizacion de Praga, que cargó sobre Kosiguin, pero aprendió también la lección, que le ha llevado a resistirse hasta el final a una intervención directa en Polonia. Su prudencia, y su innegable dependencia de sus pares, le permitieron consolidar poco a poco su situación personal. Con el poder de Breznev crecía así el poder de los burócratas: y se acrecentaba y consolídaba la gerontocracia soviética, en una rara combinación de servicio al aparato político del nuevo régimen y al respeto tradicional que en los pueblos de Oriente sienten por los consejos de ancianos.

Hacer un balance por eso de la época Breznev es asumir que en gran parte la época misma ha terminado. Terminó, como decimos, con la invasión de Afaganistán, que marca un hecho clave para la ruptura de la distension y que permite la llegada al poder en los Estados Unidos de un nuevo tipo de gerontocracia -o de representante del antiguo régimen- como es Reagan. Hasta ese momento, hay que decir que en política exterior Breznev había jugado un papel moderador y moderado, tanto por necesidad como quizá por convencimiento. Si no detuvo la política de rearme, a sus esfuerzos se debe en gran parte lo que de éxito se atribuya a la conferencia de Helsinki y las relaciones entre las dos Europas crecieron y se consolidaron durante su mandato. Puede decirse que Breznev ha sido un pragmático, fiel a su composición mental de burócrata. La distensión europea le permitía acumular tropas en la frontera china; la retirada del apoyo al proceso revolucionario de muchos paises en América Latína le facilitó la penetración en Africa del brazo de los cubanos. El pragmatismo se ha visto lo mismo en los cambios de rumbo y dirección sostenidos por el Kremlin en la guerra de Etiopía, que en las recientes conversaciones con China o en el abandono espectacular en que ha dejado a la Organización para la Liberación de Palestina tras la invasión israeli del Líbano.

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El mismo pragmatismo que en el exterior lo practicó en la política interna. El crecimiento de la burocracia de todo tipo fue empujando el depósito del poder en manos de la policía politica (KGB) y de las Fuerzas Armadas. Los primeros rictus de un desarrollo econórdico semejante a lo que en su día pueda ser la sociedad de consumo soviética han dado paso a la corrupción administrativa del inmenso aparato de poder que gobierna el país. La importancia del PCUS (Partido Comunista) ha ido en definitiva decreciendo paulatinamente, deteriorándose, desvaneciéndose en sus viejos ideales revolucionarios y asumiendo los nuevos de potencia imperialista que presume ante sus ciudadanos no de la capacidad de igualitarismo y justicia que el comunismo ha generado, sino de la fuerza bélica y de los espectaculares éxitos en la carrera del espacio. El comunismo se ha ido desmoronando como idea, como sistema, como esperanza. Los comunistas del mundo -incluso del tercer mundo- han dejado de querer que su país fuera un día algo parecido a lá URSS. Ya no estimula la imagen de la potencia armada hasta los dientes, y prácticamente ínvulnerable: estimula la calídad de vida y la esperanza de futuro, y en la URSS no existe. Jruschov supo dar esa versión de esperanza, aunque quizá no fuese mas que un ilusionista distinguido. Breznev fue la losa de los sueños.

La duda que se abre ahora sobre el saldo de su personalidad no es meramente histórica o académica: representa una inquietud para el futuro. Breznev era el producto de un sistema al que prestaba la cara, la voz, el vocabulario requerido. Un sistema que se abría sobre las contradicciones antes indicadas: pacifismo/armamentismo, apertura/represión. Pero era además el último representante de la segunda generación de revolucionarios. La tercera tiene que enfrentarse a una Unión Soviética muy diferente a la de Lenin. Es hoy la segunda potencia mundial, posee un desarrollo económico notable que sin embargo no ha beneficiado directamente a sus ciudadanos, componentes de una población culta y ordenada que se ahoga por falta de libertad. Breznev representaba y encarnaba el aparato de un Estado arcaico frente a una sociedad cada día más necesitada de renovación a la que las estructuras políticas le impiden seguir adelante. Quizá su muerte pueda arrojar alguna luz sobre donde residía, y reside verdaderamente, el poder en la Unión Soviética.

Hay indicios de que lo tienen los militares. Es la única burocracia no inmovilizada en el país. Ha seguido progresando incesantemente en la invención y la industria del armamento, de la investigación espacial, en la de las ciencias del poder por la fuerza. La URSS es un Estado arcaico con un ejercito futurista. No puede imaginarse peor combinación: la fuerza sin dirección moral. Que ese mismo poder mílitar haya querido conservar la imagen moderada y negociadora de Breznev mientras ganaba tiempo en la carrera de armamentos no es una contradicción, aunque sólo sea una especulación. El fenómeno tampoco es exclusivo de la URSS. Sólo la pasión política o la propaganda interesada puede seguir diciendo, por ejemplo, que Polonia es un país comunista: es una dictadura militar dentro del Pacto de Varsovia. A los militares no les ha importado que hayan perecido las formas de gobierno comunistas.

Hacer por eso previsiones de futuro sobre la sucesión es del todo arriesgado. Aunque es general el convencimiento de que tanto el KGB como las Fuerzas Armnadas tendrán en este tema un peso decisorio ya entrevisto con el reciente ascenso de Andropov. Tampoco es previsible un cambio espectacular, ni interiór ni exterior, en poco tiempo. Las transiciones en la URSS duran más de un lustro. Las fuerzas que allí gobiernan tienen su dinámica propia y original. Aunque es preciso reconocer que de todo ello tenemos una ignorancia inmensa. No sabemos lo que pasa en los círculos interiores soviéticos por su propio secreto, y porque las informaciones de la "inteligencia" occidental están frecuentemente adulteradas y expresan más unos deseos que unos datos. Pero en principio, la muerte de Breznev no tiene por qué producir un cambio significativo en el corto plazo, ni en la política interior ni en la internacional. Y esto, que algunos lo presentarán como signo de estabilidad y continuidad de un sistema, es preciso decir que responde también y sobre todo a la obsolescencia y falta de dinamismo de las estructuras políticas del país. A la petrificación de unos ideales revolucionarios, basados nada menos que en proyecto de socialismo científico y aniquilados materialmente por la práctica del poder y la pasión de la fuerza.

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