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Entierro y funeral del general Lago Román

El cadáver del general, enterrado en Puentedeume

En un clima de serenidad exento de cualquier tipo de tensiones, las principales autoridades de Galicia, encabezadas por el Gobierno autónomo en pleno, presidieron ayer en Puentedeume (La Coruña) el funeral y posterior sepelio del general jefe de la División Acorazada Brunete, Víctor Lago. Representantes de todos los partidos parlamentarios, entre ellos el secretario general del PSOE gallego, Francisco Vázquez, y los alcaldes de El Ferrol y La Coruña, siguieron, junto a numerosos vecinos de la localidad, el el funeral oficiado en la iglesia de San Francisco por el obispo auxiliar de Santiago, José Rouco Varela.

Este, que sustituía al arzobispo compostelano, imposibilitado para asistir por la inminente visita del Papa, pronunció una homilía breve y sintonizada con la ausencia de crispación del ambiente, para aludir sólo en una ocasión al fenómeno del terrorismo. "Cuando el crimen se organiza y perpetúa en un pueblo", dijo el obispo, "ya no es un pecado individual y esporádico, sino que afecta a todo el pueblo, hasta convertirse en una amenaza permanente para todos". "Esta muerte" concluyó, "es el fruto de la injusticia, porque un servidor del bien público, de la paz, la libertad y la independencia como nuestro hermano Víctor, es también un servidor de la justicia".

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Tras el funeral, el cadáver del general fue trasladado en un furgón el Ejército de Tierra al cementerio de Puentedeume para recibir sepelio en un panteón propiedad de la familia de su esposa. El féretro, que había sido introducido en la iglesia por oficiales de distintas armas, fue llevado en esta ocasión a hombros de jefes y oficiales de la DAC, representada en los actos por una nutrida comisión. Además de los presidentes de la Xunta y el Parlamento gallego, acudieron al cementerio el capitán general de la VIII Región Militar, Fermín Casado Cepeda, y el almirante jefe de la zona marítima del Cantábrico, Miguel Romero Moreno.

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