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Roger Guillemin: "Las dificultades para ensayar en seres humanos impiden la aplicación de endorfinas"

El cerebro produce sustancias que actúan de forma similar a los derivados del opio y que han sido bautizadas con el nombre de endorfinas y encefalinas y cuya síntesis en laboratorio permite predecir toda una revolución farmacológica. El doctor Roger Guillemin, que descubrió estos péptidos opiáceos y su mecanismo de producción, lo que le valió el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1975, estuvo en Madrid para participar en el simposio sobre Mecanismos neurofísiológicos y farmacológicos del dolor.

La aplicación directa de los descubrimientos relativos a las endorfinas se ve frenada en la actualidad por la dificultad de realizar investigaciones en seres humanos, en opinión de Roger Guillemin. El premio Nobel, que participó en el simposio en tomo al dolor que se ha celebrado esta semana en Madrid, afirma que la enorme cantidad de información nueva sobre el cerebro que ha generado en los' últimos años la ciencia básica ha permitido empezar a profundizar en el sustrato bioquímico de los mecanismos fisiológicos del dolor, al identificar las moléculas que están involucradas en la genésis, transmisión y bloqueo de la sensación de dolor. "Sin embargo, pasarán varios años antes de que esto se pueda traducir al tratamiento de pacientes", señaló Guillemin en una pausa de las sesiones del simposio, donde presentó una exposición del estado actual de la investigación de las endorfinas y encefalinas en el cerebro, que pone en duda el principio de Dale, según el cual a cada neurona corresponde un neurotransmisor.El simposio ha sido organizado por el Centro de Estudios MSD para el Dolor y el Instituto de Ciencias del Hombre, con un programa dirigido por el doctor Rodríguez Delgado, director de investigación del Centro Ramón y Cajal, quien señaló que se trataba no de reconocer el fracaso de la medicina en ciertas áreas, sino de evitar sufrimientos innecesarios mientras se encuentra la solución, a veces muy difícil. Se calcula que en España el gasto del dolor dentro de la sanidad se puede cifrar en un 2% del producto nacional bruto, o sea, unos 550.000 millones de pesetas al año. Recientemente se han organizado en diversos centros sanitarios unidades del dolor, que tratan específicamente los síntomas dolorosos que se estima sufre de forma crónica o aguda al menos una tercera parte de la población de los países desarrollados.

En el tema de las endorfinas sintéticas, Guillemin se mostró muy cauto en la utilización del término investigación respecto a los seres humanos, y afirmó que se debe hablar siempre de estudios clínicos, dadas las reacciones que produce el asunto. Señaló que actualmente se ha progresado mucho en la identificación de los numerosos péptidos opiáceos, y también en su síntesis y mecanismo de acción, pero no se ha empezado, salvo en casos aislados y por las dificultades que se presentan en muchos países, el estudio sistemático de sus efectos en los seres humanos, aunque son numerosos los estudios en animales de laboratorio e in vitro.

El premio Nobel, que nació en Francia, pero ha realizado su labor en Estados Unidos, citó la investigación sistemática en cien pacientes que se lleva a cabo en la ciudad de Hirasaki, en Japón, en la que ha colaborado. Se mostró esperanzado, ya que, dijo, "cuando venía para Madrid me he enterado que la Federal Drug Administration acaba de dar el visto bueno en Estados Unidos a la realización de estudios clínicos con beta-endorfina".

En sangre o en médula

Los ensayos clínicos se tienen que realizar mediante la inyección en sangre o en la médula ósea de estas sustancias sintéticas iguales a las producidas por el cerebro. Algunos experimentos han señalado que, concretamente, la beta-endorfina produce, al igual que las drogas de origen vegetal, fenómenos; de adicción y de tolerancia. El doctor Guillemin negó que en el estado actual de las investigaciones se pudiera afirmar esto, dada la complejidad de los distintos tipos de receptores en el cerebro, y afirmó que las investigaciones más bien señalan que los efectos son diferentes de los producidos por los clásicos opiáceos.

Sobre el tema de las unidades del dolor en clínicas, el doctor Guillemin piensa que son necesarios, primero, unos estudios sistemáticos que permitan saber algo más del dolor. "Los fisiólogos no comprenden todavía muchas cosas del dolor, especialmente en el caso de pacientes crónicos. Los casos de las metástasis del cáncer, o los miembros fantasma, que producen dolor años después de haber sido amputados, son sólo algunos ejemplos".

Campos magnéticos

Otro tema de gran flituro es la utilización de campos magnéticos en el tratamiento del dolor. El doctor Rodríguez Delgado comunicó que su equipo estaba realizando experimentos sobre los efectos biológicos de los campos electromagnéticos, aunque hasta anora sólo se han utilizado en el tratamiento de fracturas mal soldadas, en colaboración con el departamento de traumatología que dirige el doctor Palacios. El doctor Guillemin afirmó que se trataba de un campo muy prometedor, como han demostrado los estudios de los efectos espectaculares de campos electromagnéticos en seres vivos, células y embriones.

El doctor Flórez, de la Universidad de Santander, que presentó una comunicación sobre los mecanismos fundamentales de acción analgésica, señaló que todos los sistemas endógenos del cerebro, y no sólo los opiáceos, resultan muy importantes para un desarrollo futuro de la farmacología. En la analgesia se tratará de desarrollar compuestos que activen solamente las moléculas receptoras que suprimen el dolor, sin activar las que producen, por ejemplo, dependencia.

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