_
_
_
_
_
Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los indecisos

Los indecisos electorales lo son por naturaleza o inducidos. Llamo inducidos a aquellos cuya indecisión nace precisamente de un exceso de orientación electoral, de consignas, de campañas. Les han convencido de tantas cosas que ya no sienten convicción por ninguna. Es como la que entra en una "lamparería", que dice Almodóvar, y no sabe qué lámpara llevarse, de lo preciosas que son todas. Los indecisos electorales, a saber, se dividen en dos ramas: los que no saben a quién votar y los que no saben si votar o no. A unos y otros habría que decirles lo de Machado:

-Si no entráis en la Historia, la Historia se hará a vuestras espaldas.

El abstencionista suele serlo por principio. Su elección es no elegir, con lo que secretamente está eligiendo. Hasta el suicidio es una elección. (Y no siempre en contra de la vida.) Lo que no puede ignorar el indeciso es que en la sociedad siempre se toman decisiones, que alguien las está tomando por nosotros, y que, para influir poco o mucho en los que deciden, no se ha inventado nada más modestamente práctico que la democracia. No votar por principio es ya votar a otra cosa.

Es el voto utópico, que las computadoras no contabilizan, porque aún no se han "sofisticado" tanto. (Los que no saben escribir siempre escriben "sofisticado" por refinado, que es todo lo contrario.) No votar por indecisión es dejar que la Historia se meta en casa de uno, le ponga el despertador a una hora insólita, le prepare un desayuno incoherente, le tenga todo el día hecho un matado.

Landelino Lavilla "responde". Pero a las amas de casa y los "españoles de a pie" les responde de tú, si ustedes se han fijado, en las columnas publicitarias, y a los señores empresarios, de usted. Aprecio a Landelino como derecha dialogante y tardía, pero sus publicitarios, que son siempre "el discurso del Otro", como diría Lacan, o sea el subconsciente, le han traicionado.

Los empresarios imponen respeto, la CEOE y otras siglas hacen campaña, alguien acaba de llamar a Ferrer-Salat "lord catalán" (lo cual es no tener idea de lo que es un catalán ni de lo que es un lord). Y Lavilla, en su campaña igualitaria, trata de tú a las mujeres y de usted a los empresarios. Machismo electoral, le llamaría yo a esto. Los indecisos han visto, en el colorín dominical de este periódico, a Landelino y Rosón llevándose la mano al pecho, porque juran algo o por sujetar el aviso de infarto.

Los indecisos han visto a Fraga haciendo manitas con Alvarez/Alvarez -milagros de Schommer-, a Suárez y Rodríguez Sahagún tendiendo la mano a los españoles, para recoger el voto o para despedirse hasta el 86; han visto a Felipe y Pacordóñez felicitándose a sí mismos, han visto a Carrillo y Carmen Roney aprovechando el puño históricamente cerrado como peana de la cabeza que medita. Y luego han visto, off/off Schommer, a Piñar, Tejero, los marxista/leninistas y Fernández-Cuesta pidiendo un voto en el que no creen. La criatura indecisa es por naturaleza una criatura de términos medios, un alma entre dos aguas. Si ahora no votan, pueden hundirse.

El psocialismo me parece una buena opción para indecisos, pues que el psocialismo, aun teniendo un largo programa, deja un margen a la indecisión, que es en el que pueden vivir indecisamente felices los indecisos. La caución de Felipe González ha sido criticada por los analistas como indecisión. Yo creo que es un gran acierto en un país de indecisos. Los indecisos son casi el 40% del censo votante. ¿Cómo se puede despreciar eso? Sólo una inteligente indecisión puede decidir a los indecisos, esas almas delicadas, versicolores y escrupulosas. Los que nunca acaban de elegir corbata.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_