Matanza de civiles palestinos en los campos de refugiados de Beirut
La población de los campamentos de refugiados palestinos en la capital libanesa, desprotegida desde la salida de los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), ha sido víctima de la primera gran matanza de centenares de civiles, en su mayoría mujeres y niños.
La matanza de centenares de palestinos indefensos ha sido perpetrada, según los indicios de que se dispone por el momento, en la noche del viernes al sábado, por milicianos del comandante libanés cristiano Saud Haddad, aliado de Israel, y con la complicidad pasiva del Ejército israelí, cuyos carros de combate y vehículos de transporte blindado estaban estacionados a tan sólo quinientos metros del lugar de los hechos.Varios periodistas que efectuaban a primera hora de ayer una gira para visitar las zonas de Beirut que resistieron estas últimas 48 horas a la invasión israelí y los campamentos palestinos bombardeados el viernes, situados en la periferia sur de la ciudad, descubrieron horrorizados en la entrada sur del campamento de Chatila los cadáveres de 63 personas, en su mayoría mujeres y niños, algunos recién nacidos, asesinados durante la noche.
Las caras de los cadáveres, ya en plena descomposición a causa del húmedo calor beirutí, presentaban aún la expresión de horror de los momentos que precedieron a su muerte.
Algunos niños estaban abrazados entre sí, un recién nacido daba la impresión de haber sido degollado y varias mujeres carecían de faldas y daba la impresión de que habían sido probablemente violadas antes de ser asesinadas.
Unos veinte hombres jóvenes habían sido concentrados en dos lugares apartados, donde fueron fusilados. Cerca de aquel mismo lugar yacen también muertos varios animales (caballos, gallinas y corderos), propiedad de las víctimas.
A los 63 muertos en la salida meridional de Chatila, que una excavadora israelí se apresuró a sepultar en una fosa común, hay que añadir los cadáveres encontrados en las callejuelas de uno de los otros dos grandes campamentos de refugiados de la capital libanesa, Sabra, y los de tres médicos palestinos y una enfermera de diecinueve años asesinados en el hospital Saint Jean d'Acre.
En total, un mínimo de cien palestinos -algunos avanzan una cifra diez veces superior- han sido asesinados en la pasada noche por la milicia de Saad Haddad. Sólo uno de los muchos cadáveres visto por este corresponsal llevaba un arma, un fusil soviético de asalto Kalashnikov.
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El Ejército israelí asistió impasible al asesinato de centenares de refugiados palestinos en Beirut
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El pánico cundió en los campamentos, que tras los bombardeos de principios de agosto habían empezado paulatinamente a repoblarse. Toda la población huyó ayer de madrugada, mientras algunas mujeres palestinas, llorando, suplicaban en vano a los oficiales israelíes o libaneses que penetrasen en los campamentos para impedir el regreso de los milicianos que habían asesinado a centenares de refugiados. Algunas les besaban las manos. Pero de nada sirvió su postración, porque el Ejército israelí que los cercaba se abstuvo de penetrar en ellos, aunque un portavoz israelí señaló ayer por la tarde que sus tropas "impedían el acceso de cualquier fuerza armada a los campamentos".
A media mañana, milicianos no identificados dinamitaban, al ritmo de una cada cinco minutos, las pocas casas aún en pie en los campamentos o las que empezaban a ser reconstruidas. Lo poco que quedaba de los campos de refugiados ha sido ayer completamente arrasado.
Los oficiales israelíes con los que se estableció contacto en las inmediaciones del campamento de Chatila achacaban la responsabilidad de la matanza a las fuerzas fibanesas (Milicias Cristianas Unificadas) y, más concretamente, a su rama falangista Kataeb, que dirigió el asesinado presidente electo Bechir Gemayel.
Pero tanto las poquísimas mujeres palestinas que deambulaban por las ruinas de Chatila como un equipo de la televisión norteamericana que acompañó al Ejército israelí en su progresión por el sur de Beirut opinaron que se trataba de hombres de Saad Haddad, colaborador incondicional del Tsahal (fuerzas armadas de Israel).
Gentes de Haddad
La inexistencia de milicianos francófonos entre los que agredieron a la población palestina, constatada por los corresponsales de Prensa, hace también sospechar que la matanza fue perpetrada por gentes adictas a Haddad, comandante cristiano, pero que recluta sus milicianos entre la población chiita del sur de Líbano, que controla desde 1978. Fuentes falangistas desmitieron en todo caso a este enviado especial cualquier relación con el asesinato colectivo. Curiosamente, una hora antes de que fuese descubierta la matanza por la Prensa, Líbano quedó aislado del mundo al cortarse las comunicaciones de télex y teléfono. Sólo era posible transmitir crónicas al extranjero a través de las tres líneas de la oficina de Prensa del Ejército israelí, conectada con la telefónica de Tel Aviv pero que no ejercía ningún tipo de censura aparente.
A nuestro regreso a la ciudad, una palestina paró el automóvil de los periodistas suplicando: "¡Sáquenme de aquí! ¡Llévenme a cualquier sitio donde no nos maten!". Se llama Karima Yassir, tiene 29 años de edad y ha perdido a sus cuatro hijos de 13, 12, 9 y 4 años de edad y a su marido, de 37. A algunos periodistas se les saltan las lágrimas.
Numerosos observadores sospechan que el Ejército israelí ha dejado deliberadamente vía libre a la matanza y ha acusado posteriormente a la falange para enrarecer las relaciones entre las comunidades libanesas cristiana y musulmana, que empezaban a reconciliarse tras la elección, el 23 de agosto, del asesinado Bechir Gemayel como presidente de la República.
Varios barrios de Beirut han sido cercados por los soldados israelíes, que posteriormente ha obligado a sus habitantes a bajar a la calle para poder registrar cuidadosamente los edificios.
El toque de queda establecido oficialmente por el Ejército israelí en toda la capital libanesa no era respetado de hecho en algunas zonas de la ciudad.
El presidente de la OLP, Yasir Arafat, ha enviado desde Damasco un mensaje al rey Fahd de Arabia Saudí en el que le pide que intervenga ante lo países componentes de la fuerza multinacional de interposición (Estados Unidos, Francia e Italia), para que exijan "la retirada inmediata de las fuerzas israelíes de Beirut y defiendan a los habitantes de la ciudad de cara a la barbarie del enemigo sionista".
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