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RELIGION

Los teólogos españoles reclaman libertad en su labor profesional

Casiano Floristán y José Gómez Cafarena han sido elegidos presidente y secretario general, respectivamente, de la asociación civil de teología Juan XXIII, en el curso de una asamblea celebrada en Madrid aprovechando la presencia de muchos teólogos en el II Congreso de Teología.La citada asociación se pronunciará a corto plazo sobre dos temas de actualidad. La primera declaración versará sobre el uso y abuso del término "humanismo cristiano" y el proyecto de una universidad confesional; en segundo lugar, sobre la libertad del teólogo en el seno de la Iglesia, una libertad que algunos ven en peligro y a cuya elaboración se apuntaba el profesor de Teología Casiano Floristán "por lo que me pueda afectar". El grupo de teólogos españoles estimó igualmente que el tema de la paz y el desarme debería ser objeto de un estudio interdisciplinar, que deberá plasmarse en un documento o en unas jornadas de estudio.

Por la mañana, el congreso tuvo conocimiento de una "carta abierta a todos los cristianos españoles y a la opinión pública en general", a propósito de la venida del Papa a España. Se pretende que esa iniciativa encuentre eco en amplios sectores de la población, de ahí el tono moderado del escrito, en el que ni siquiera aparecen las observaciones críticas que ha publicado el obispo Alberto Iniesta. La carta cuenta al Papa la España que se va a encontrar, con sus problemas y conflictos, haciendo votos para "que se evite toda sensación de artificiosidad y suntuosidad, así como los gestos que presenten la figura del Papa como aliado del poder y legitimador de prácticas antievangélicas". La carta cayó bien en la mayoría de los presentes, aunque alguno pidió que se añadiera un punto: que el Papa dedique la mitad de su visita a escuchar a quienes le pueden hablar de la realidad, en lugar de hablar tanto.

También se presentó una comunicación, por un grupo de cristianos socialistas, sobre la presencia de cristianos en el PSOE. Reconocieron que la reminiscencia de un cierto anticlericalismo en el partido socialista no facilita este tipo de reflexiones, por más que desde los últimos años del franquismo se haya multiplicado el número de cristianos en el socialismo. "Lo más importante del fenómeno", decía la comunicación, "es que no militan en el partido a pesar de su fe religiosa, sino apoyándose en ella. Su fe religiosa no se presenta como 'las flores imaginarias con que se adornan las cadenas, sin fantasías ni consuelos, de la esclavitud', que decía Marx, sino que su compromiso de liberación cristiana actúa como un compromiso práctico para romper esas cadenas".

Esta voluntad de vivir su creencia públicamente, y no de forma vergonzante, implica reconocer el cristianismo como una cultura significativa dentro del socialismo: "La laicidad del partido consiste precisamente en el reconocimiento de la pluralidad de culturas y de su valoración en función de lo que dan de sí en el proceso de emancipación de los hombres. El socialismo debe hacer suya la parte emancipadora de la tradición cristiana", concluían los militantes cristianos socialistas.

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