_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Es hora de elegir

José Luis Leal

De confirmarse la pérdida de 2.000 millones de divisas en los primeros cinco meses del año, estaríamos cediendo reservas a un ritmo casi dos veces superior al registrado en 1981, y la tesis oficial de la flotación libre de la peseta durante ese período sería difícilmente sostenible. Tal vez convenga recordar que la peseta no se cotiza solamente respecto del dólar, sino también frente a todas las monedas. De diciembre a mayo, la peseta perdió un 6% de su valor en relación con el dólar, pero solamente un 1% frente a los países de la CEE. Entre los cuales se encuentran economías que, como la alemana o la inglesa, conocen tasas de inflación muy inferiores a la nuestra.Paradójicamente, esta pérdida de reservas ha tenido lugar a pesar de la mejora registrada en los intercambios de mercancías, pues en esta rúbrica el desequilibrio con el exterior se ha reducido en más de mil millones de dólares, según el registro de caja. Sin embargo, la fuerte caída de los pagos por importaciones que se encuentra en el origen de esta evolución refleja, sin lugar a dudas, la debilidad de la situación coyuntural de la economía española.

La pérdida de reservas es, pues, imputable a la evolución de la cuenta de capital de la balanza de pagos. Lo que ha sucedido ha sido que las empresas han preferido endeudarse dentro de España en vez de salir a los mercados internacionales. La razón de esta preferencia es doble: por una parte, la apreciación del dólar ha agravado fuertemente la carga financiera de todas aquellas empresas que no han logrado transferir al Tesoro público el riesgo de cambio, y por otra, el desarrollo en el mercado financiero español de préstamos sindicados en pesetas en condiciones de precio y plazo comparables a las internacionales, de tal manera que los diferenciales de interés no compensaban, ni con mucho, el riesgo de cambio.

Esta evolución, aunque perfectamente previsible, parece haber cogido por sorpresa a los responsables económicos del Gobierno, quienes, en un primer momento, intentaron salvaguardar la política de lucha contra la inflación sosteniendo la peseta en los mercados cambiarios al tiempo que anunciaban su deseo de obtener un descenso de los tipos de interés en los mercados monetarios.

Obviamente, la persecución simultánea de ambos objetivos implica aceptar un descenso del nivel de reservas.

Esta política habría sido sostenible si al mismo tiempo se hubiera reducido el déficit público y la inflación hubiera continuado su interrumpido descenso., Las tensiones en el mercado monetario habrían ido aliviándose como consecuencia, en último término, de la debilidad coyuntural de la economía.

Pero no fue así. La apelación del Tesoro al Banco de España aumentó en el período enero-mayo en más del 60% en relación con el mismo período del pasado año y los objetivos monetarios (insuficientemente explicitados, por otra parte) fueron ampliamente desbordados.

Objetivos incompatibles

De ahí la necesidad, planteada por el Banco de España, de su reconducción; algo que sólo muy recientemente ha comenzado a ponerse en práctica, con el consiguiente e inevitable aumento de los tipos de interés.

Para los responsables económicos del Gobierno ha llegado la hora de elegir. Si lo que se pretende es reducir la inflación, entonces es imprescindible aceptar tipos de interés elevados mientras el sector público no reduzca su déficit. Lo cual implica, como corolario, enfrentarse con problemas y colectivos muy concretos en vez de traspasar de un ministerio a otro la responsabilidad del déficit en abstracto.

Si lo que se pretende es restablecer el equilibrio exterior promoviendo una asignación de recursos favorable a la exportación, entonces no tiene sentido sostener la peseta en los mercados cambiarios. Pero ello implica aceptar las consecuencias de esta política sobre los precios.

Si lo que se desea es que el sector privado cree puestos de trabajo, entonces conviene no expulsarlo indirectamente de los mercados financieros por la vía de unos tipos de interés que, tras la liberalización del sistema financiero, no pueden dejar de reflejar la incontenible presencia del sector público en dichos mercados.

Los tipos de interés iniciarán su descenso cuando se comience a reducir el déficit público, se doblegue la inflación y se restablezca el equilibrio exterior. En el primer y segundo aspecto estamos retrocediendo y sólo en el último se están registrado avances, a pesar de una coyuntura mundial desfavorable.

El tiempo pasa y los problemas de la política de cambio no son otra cosa que un fragmento de los múltiples problemas económicos que el país tiene planteados. Pertenece al Gobierno exponer con claridad no sólo cuáles son sus objetivos, sino la jerarquización de los mismos cuando, como es el caso actualmente, no todos pueden ser perseguidos simultáneamente.

José Luis Leal es economista y ex ministro de Economía.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_