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Tribuna
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Se truncaron las expectativas alcistas

Ha comenzado la semana bursátil con unas sesiones que han mantenido un comportamiento dispar; pues, mientras que en la bolsa madrileña se generalizaron las bajas, los mercados periféricos consiguieron mantener la tendencia discretamente positiva que apuntaron los cierres del pasado viernes.En Madrid se dió la curiosa paradoja de que casi todos los pronósticos que avanzaron los especialistas el fin de semana pasado se vieron truncados por la realidad de una oferta de títulos creciente, que tuvo una incidencia especial en los valores bancarios.

Sin embargo, las cosas comenzaron a venir mal dadas desde los primeros compases de los corros eléctricos. Los elevados tipos de interés, que están siendo practicados en el mercado interbancario, y las retribuciones, también muy altas, que perciben los bonos del Tesoro están planteando una competencia muy dura a los valores eléctricos, cuyos atractivos principales de rentabilidad, liquidez y seguridad son muy semejantes a los de los bonos del Tesoro.

Entre los asistentes habituales circulaban comentarios indignados sobre el comportamiento de algunas entidades bancarias. La política de entidades como Banesto e Hispano, que el viernes forzaron el acelerador de las subidas al amparo de la creciente demanda, y que ayer presentaron recortes considerables en sus cotizaciones, era calificada por los más piadosos de poco seria. La realidad es que el comportamiento de estas entidades no ha resultado en exceso original. Estas situaciones se han planteado antes, pero también es cierto que muy pocas veces había sorprendido de esta forma el brusco cambio en la tendencia del mercado.

En cuanto a temas polémicos, los especialistas también comentaban la resurrección de la campaña publicitaria de las matildes. El despliegue que está realizando la Compañía Telefónica en los medios de comunicación en apoyo de su ampliación de capital presenta, en opinión de numerosos especialistas bursátiles, algunos puntos controvertidos, no tanto por que la información que se facilita sea incorrecta, sino porque no explica claramente a los inversores el contenido exacto de la operación.

En primer lugar se anuncia que la emisión se realiza al 50% del valor nominal de las acciones, es decir, a 250 pesetas cada título. Esto, con ser real, omite la referencia a la necesidad bien de adquirir ocho derechos de suscripción o de no enajenarlos, en el caso de que se tengan acciones viejas. Esto representa ochenta pesetas adicionales, si tomamos como referencia el precio de diez pesetas, al que ayer se llegaron a pagar los cupones en la Bolsa de Madrid.

En segundo lugar se habla de que el dividendo a percibir es de 55 pesetas por acción. También es cierto, pero vuelve a omitirse el señalar que la primera parte de este dividendo se percibirá en el segundo semestre del próximo año; y el complementarlo, salvo variación importante, no se percibirá hasta los primeros meses de 1983.

La importancia especial que revisten estos defectos en la información de la operación de Telefónica viene dada por el carácter eminentemente popular de los accionistas y posibles suscriptores de la compañía, y sólo así, junto con la demora normal en la remisión de los saldos vendedores de los depósitos en los bancos, se puede explicar el precio que alcanzaron ayer los derechos de suscripción de Telefónica.

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