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Suecia cree que el submarino soviético encallado en sus aguas lleva armas nucleares

El primer ministro sueco Thorbjorn Fälldin, acusó rotundamente ayer a la Unión Soviética de realizar, a través del submarino U-137, "actividades de investigación que han supuesto una violación deliberada y grave" de la soberanía sueca. "Esta violación -agregó Fälldin- resulta más inaceptable aún puesto que ha sido provocada por un sumergible muy probablemente dotado de armas nucleares".

, Según el jefe del Gobierno sueco, que ayer envió una nueva protesta a Moscú, los expertos militares de su país piensan que el submarino U-137, encallado hace diez días en las inmediaciones de la base naval sueca de KarIskrona, lleva uranio 238 a bordo.Para Fälldin, esta presunción de los expertos suecos se ha visto reforzada por la actitud ambigua de Moscú ante la petición de las autoridades de Estocolmo para realizar un peritaje detallado del armamento que lleva el submarino y averiguar, sobre todo, si transporta ingenios nucleares.

Los soviéticos, según el primer ministro de Suecia, respondieron a esta petición del modo siguiente: "Al igual que todos los navíos de guerra enviados al mar, el U-137 está provisto de armas. Estas -agregaba Moscú en su respuesta- no tienen ninguna relación con la entrada del sumergible en las aguas suecas".

Thorbjorn Fälldin aseguró que su Gobierno estima que la respuesta soviética no constituye un mentís a la supuesta presencia de ingenios nucleares a bordo del U-137 y que la URSS, sin afirmarlo explícitamente, se opone a un examen detallado del navío. Por otra parte, el jefe del Gobierno sueco añadió que el submarino será devuelto a los soviéticos en el momento oportuno".

Paralelamente, el Gobierno anuncié la decisión adoptada, después de escuchar el informe del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas suecas, Lennart Ljung, sobre el interrogatorio efectuado al capitán de la nave, Pjotr Guzjin: presentación de una dura protesta al Gobierno de la Unión Soviética por la intromisión, con la casi certeza de que tenía objetivos de espionaje en sus aguas territoriales, y permitir la salida del submarino.

La nota de protesta fue entregada al embajador de la URSS en Estocolmo, Mijhail JakovIev, llamado especialmente al ministerio de Asuntos Exteriores a tales efectos. Abordado por los periodistas a su salida del Ministerio, el diplomático volvió, a reiterar que se había tratado "de un único y lamentable incidente debido a un desperfecto en el sistema de navegación", y que esperaba "que ello no deteriore las relaciones entre ambos países". El submarino, con su tripulación de 52 hombres a bordo, será escoltado por naves suecas hasta, aguas internacionales, una vez que el tiempo lo permita.

Las decisiones comenzaron a precipitarse en la noche del miércoles, cuando el tono de las negociaciones, que se habían desarrollado hasta entonces de modo relativamente fluido, se endureció con la negativa de los soviéticos a permitir un nuevo interrogatorio del capitán fuera del submarino, y el malestar de Moscú por la demora en resolver el problema. Desde entonces, el primer ministro Fälldin; el canciler, Ola Ulssten; el comandante en jefe Lennart Ljung; el ministro de Defensa, Torsten Gustaffson, y otros integrantes del Gobierno, estuvieron en reunión permanente para evaluar el informe del interrogatorio y adoptar una resolución definitiva.

En su informe, el comandante en jefe transmitió a los integrantes del Gobierno la certeza de que el capitán interrogado había mentido y su convicción de que el submarino había entrado intencionadamente en aguas territoriales suecas. En consecuencia, el objetivo perseguido por Suecia de conocer los detalles de cómo y por qué penetró la nave en sus aguas quedó sin respuesta.

La decisión del Gobierno fue respaldada sin fisuras, incluso por la oposición. El líder socialdemócrata, Olof Palme, reiteró en conferencia de Prensa su total solidaridad con el Gobierno de Fälldin y dijo haber estado permanentemente informado de cuanto estaba sucediendo.

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