_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El embargo

Hace ya casi un siglo que mi abuelo, José María Gabriel y Galán, escribió un poema que antes todos los niños se sabían de memoria (creo que incluso Borges es aún capaz de recitarlo): El embargo. ¿Qué tendrá esta palabra que ejerce una vertiginosa atracción sobre los extremeños hasta casi convertirse en símbolo?Hay ahora una amenaza de embargo de prácticamente un pueblo extremeño entero. Se llama Pizarro, para que todo sea más alegórico. Tiene un solo teléfono y aproximadamente quinientos habitantes. Es un pueblo de colonización, curioso invento que el anterior régimen puso en marcha para intentar compensar la devolución a los terratenientes improductivos de las tierras que la República les había expropiado durante su inconclusa reforma agraria.

Los pueblos de colonización solían llamarse "no sé cuántos" del Caudillo. (Por fortuna a Pizarro no llegaron a emparentarlo con el dictador.) Se trataba de pueblos modelo, casitas blancas, tierrecitas de regadío, propiedad vislumbrada a largo plazo, hacia el Final de la vida del colono, ayuntamiento nuevo, iglesilla clara, orden, trabajo. Todo provisional, todo vigilado, dependiente. Sólo para personas de orden y disciplina. Bien, pero esa

orden es otra historia. Aquí hablamos del embargo.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

"Señol jues, pasi usté más alanti y que entrin tos esos". Tos esos son los de la Confederación Hidrográfica del Guadiana y los del IRYDA, que vienen a embargar a 67 familias del pueblo de Pizarro. Al parecer, les deben unos dineros bastante controvertidos; las cuentas no acaban de estar claras. Los colonos no se niegan a pagar, piden que les expliquen los números, porque se da la circunstancia de que hay algunos a los que la Administración les debe más de tres veces lo que ellos deben a los organismos embargantes. En ocasiones, el embargo es por deuda de 2.000 pesetas. Pero la máquina administrativa es una apisonadora inflexible y sorda que no se entera de ciertos desbarajustes y desaguisados. Tanto celo en Pizarro, cuando cerca de este pueblo hay otro, también de colonización, Casar de Miajadas, en el que 39 casas, un ayuntamiento, una iglesia y unas escuelas están deshabitadas, despilfarradas.

Nuestros amenazados colonos deben poco más de seis millones

entre todos. Quizá la Administración debería ser más rigurosa a la hora de actuar contra los morosos, acordándose primero de esas grandes empresas que adeudan bastantes miles de millones a la Seguridad Social sin que se produzcan amenazas. ¿O por qué no sugerirle a la Administración una mayor diligencia, por ejemplo, a propósito del patrimonio nacional? Este curioso organismo ha pedido un suplemento de subvención (que, sin duda, le será concedido) de setecientos millones de pesetas para cubrir los déficit de entidades tan señaladas como el Club de Golf de la Herrería (17,5 millones de pesetas, que pagamos todos los españoles para que el señorío madrileño se airee los fines de semana). Es bueno hacer este tipo de comparaciones demagógicas, porque, aunque no lo parezca, los elementos no son tan dispares ni heterogéneos. El embargo de 67 familias de Pizarro por deuda de seis millones de pesetas está directamente conectado, es consecuencia directa del suplemento de subvención de 17,5 millones a la Herrería golfística.

Debería decirse que una cosa no es posible sin la otra. Finalmente, los colonos de Pizarro son colonos de esos señores de la Herrería.

Es una manera de ver las cosas. Está claro que al final, van a pasal tos esos, aunque quizá los de la Confederación y los del IRYDA ya no van a encontrar personajes desesperados tan resignados como los descritos por J. M. Gabriel y Galán. En Extremadura ya hay hasta manifestaciones, porque los engaños, las humillaciones son tan constantes que calientan la sangre y hacen olvidar el miedo de cuarenta años.

Hay que repetir muchas veces el catálogo, por si en la Corte a alguien le llamara la atención. Pues bien, como es sabido, Extremadura es la primera región productora de electricidad, mientras que casi un 30% de sus escuelas carece de luz. La electricidad producida se exporta y al fin se consiguió, hombre, hay que darles algo, aunque sólo sea por las dos centrales nucleares que les hemos hincado en el corazón, que se estableciera un canon por

esa energía exportada: 2.800 millones de pesetas que se deberían haber empezado a cobrar desde el 1 de enero. Hasta la fecha no se ha recibido ni un céntimo, pero la central nuclear de Almaraz ya entró en funcionamiento. También se prometió que, como compensación por los perjuicios del trasvase , se proporcionarían numerosos pequeños regadíos a la zona. Hasta la fecha.

Cuando se habla de agravios comparativos, los extremeños tienen de qué reírse. Para ellos simplemente hay agravios, sin adjetivación. La solidaridad interregional es una bella expresión. Extremadura simplemente se conformaría con un poco de justicia por parte de la Administración y por parte del gran capital. Que cesara el expolio.

Y si es inevitable el embargo, señol jues, que pasin tos esos, pero que entren primero en las grandes empresas defraudadoras, en las grandes empresas públicas y privadas que son pozos sin fondo para subvenciones y créditos, que entren en ese patrimonio nacional de Fuertes de Villavicencio y en el golf de la Herrería. Y después, sólo después, señol jues, que entren en Pizarro. Estoy seguro de que los colonos no tendrán inconveniente en pagar lo que sea justo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_