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El crecimiento del producto interior bruto en 1980 fue del 1,7% en términos reales, según el INE

El crecimiento en 1980 del producto interior bruto, a precios de mercado en términos reales, fue del 1,7%, según datos del Instituto Nacional de Estadística. El agrícola fue el sector que más tiró de la oferta, lo que provocó una ligera recuperación del PIB. La industria se mantuvo, en términos reales, en torno al crecimiento cero.

El crecimiento del sector primario -agricultura y pesca-, con nueve puntos, ha sido el mayor desde 1971. Los sectores secundario (industria) y terciario (servicios) han registrado una evidente desaceleración durante el pasado año. En el caso concreto de los servicios, la tasa de crecimiento de 1980 (1,3 %)ha sido inferior a la de toda la serie de la contabilidad nacional correspondiente al período 1964-1980.Por lo que respecta a la demanda, el crecimiento real del PIB, a precios de mercado, se estima en un 1,7%, inferior a la tasa media acumulativa en los cinco últimos años.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la tasa real de crecimiento de la formación bruta de capital, con un 2,5 %, es la primera tasa positiva desde el inicio de la crisis en 1974. Este incremento se justifica por los fuertes crecimientos registrados en la producción interior de bienes de equipo y en las importaciones de estos bienes.

Por su parte, el consumo público mantiene su tendencia decreciente iniciada en 1974, con una tasa del 2,5%, la más baja de todo el decenio, mientras que el consumo privado real mantiene un crecimiento cero.

En las cifras oficiales del INE se incluye asimismo la evolución de las rentas, que muestran un aumento de la remuneración de los asalariados de un 14,5% en 1980. Este incremento se ha debido, fundamentalmente, al incremento de la masa salarial (13,5%) y de las cotizaciones sociales (20%).

La renta nacional bruta disponible, a precios de mercado, se ha situado en 1980 en 15.260.100 millones de pesetas, frente a los 13.200.700 de 1979.

El consumo final nacional se situó, en 1980, en 12.299.500 millones de pesetas, cifra que, restada de la renta nacional bruta, informa de un ahorro nacional bruto de 2.960.600 millones de pesetas, frente a los 2.692.400 millones de 1979.

Dado que la formación bruta de capital fue de 3.276.300 millones de pesetas y el ahorro nacional bruto de 2.960.600, se deduce que la capacidad de financiación al terminar 1980 era negativa en 3 15.700 millones de pesetas, mientras que en 1979 esta magnitud era positiva en 24.100 millones.

El comportamiento de la economía española durante 1980 se mantuvo en línea con los anteriores años y marcado por la gravedad de la crisis desencadenada en 1974, asegura la última publicación de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, un libro titulado La economía española en 1980, presentado ayer.

El estudio pone de relieve que el PIB, en 1980, se mantuvo prácticamente en los mismos niveles que el año anterior. El crecimiento de medio punto cabe atribuírselo al producto agrario, y dentro de él, al subsector agrícola.

Asimismo señala el estudio el mantenimiento de los niveles de producción en la actividad industrial en cifras similares a 1979 y el mantenimiento de la inversión durante 1980 en parecidos términos al ejercicio anterior.

Los peores resultados los obtuvo en 1980 el sector exterior, mientras que, en sentido inverso, la importación registró un notable avance. Consecuencia de ello fue un importante déficit de la balanza comercial, que no ha podido ser financiado, como era tradicional, con el excedente que genera el turismo y las transferencias, y ni siquiera con el saldo positivo de la cuenta de inversiones y préstamos del exterior.

El informe también se refiere al gran crecimiento del desempleo y al déficit público, que sobrepasó el año pasado los 500.000 millones de pesetas.

Invitación a la esperanza del Banco Central

El último boletín informativo del Banco Central reflexiona sobre la política económica interior prefijada para 1981, y duda sobre la posibilidad de que la misma pueda elevar la tasa de inflación sin que se logre una apreciable mejoría en la tasa de crecimiento ni se mitigue el paro.No obstante, en el boletín se afirma que algunos aspectos pueden constituir una invitación a la esperanza: una mayor «compenetración entre los interlocutores sociales» y un nivel creciente de aceptación de las respectivas responsabilidades en los sacrificios a realizar, aunque 1981 no será el año de la «total desaparición de nuestros desajustes».

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