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Un abogado y un químico premio fin de carrera, policías municipales en Guecho (Vizcaya)

Ambos son vizcaínos, tienen una treintena de años y están solteros. Realizaron estudios de Ingeniería Química y Derecho en Bilbao. Josu Gutiérrez y José Mari Rojas soñaban con dejar sus libros para trabajar en un laboratorio de investigación, uno, y en un bufete, el otro. La escasez de oferta profesional les ha llevado a aceptar un puesto en la Policía Municipal de Getxo (Vizcaya). «No nos sentimos desgraciados. Son tantos los casos de titulados sin trabajo que, más que sentir desdoro, tenemos casi que sentimos afortunados».El suyo no es un caso excepcional en el País Vasco, donde cientos de jóvenes con título universitario y sin salidas profesionales han optado por realizar oficios que no son los suyos. Baste como ejemplo recordar que en diciembre pasado 2.512 personas se presentaron a un examen para cubrir 31 plazas de celadores en el hospital de Cruces de Bilbao. Entre los aspirantes, a los que se pedían estudios primarios, había ingenieros, sociólogos biólogos, químicos, teólogos, abogados, economistas y maestros.

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Viéndoles vestidos de paisano a la puerta de la comisaría municipal, Josu Gutiérrez y José Mar Rojas siguen pareciendo dos estudiantes que no se sienten incómodos con su condición temporal de policías municipales.

"Me produjo un «shock» el que me aceptaran"

José María Rojas, nacido hace veintinueve años en Bilbao, es abogado. Es también soltero y vive solo. Entró a formar parte de la plantilla de la Policía Municipal de Getxo el mismo día que Josu, pero realiza tareas burocráticas en oficinas. Hace tres años acabó la carrera. «Deseaba independizarme de la familia y empecé a rellenar solicitudes de trabajo como abogado. Tras un año de mili, estaba ya dispuesto a trabajar en lo que fuera. Por ello fui aspirante a conserje de dos bancos y, al fin, me salió la plaza de policía.

«Cuando me enteré, sufrí un shock. No me imaginaba dirigiendo el tráfico. Gradualmente me fui haciendo a la idea en los meses de academia. Sin embargo, el primer día que me vi de uniforme fue una sensación indescriptible ».

Josu Gutiérrez y José Mari Rojas se muestran felices por no tener que utilizar pistola al cinto. Afirman que no serían policías armados o guardias civiles, y lo toman a risa cuando se les pregunta si no les interesaría entrar en la policía autónoma. «Ya es bastante palo con ser policía municipal». Su sueldo base es de 19.200 pesetas, aunque, por uno y otro concepto, salen por 54.000 pesetas al mes. Sin embargo, carecen de seguridad social, no pueden sindicarse y libran únicamente un día a la semana (no siempre domingo).

Ambos tienen claro que su empleo es provisional. Mientras, buscan con desahogo un hueco en su profesión. En sus ratos libres, Josu (que sigue soñando con un puesto en un laboratorio de investigación) estudia temas energéticos. José Mari prepara oposiciones para secretario de ayuntamiento y no olvida que su meta es ejercer de abogado:

Premio fin de carrera

Nacido hace treinta años, en Getxo, Josu Gutiérrez es ingeniero químico desde junio de 1975, en que concluyó sus estudios con premio fin de carrera. «De los que acabaron conmigo creo que ninguno está en la profesión». Durante varios años había alternado los libros con un empleo en una empresa química, «para asegurarme un puesto en el futuro», pero un cambio en el plan de estudios de ingeniería hizo incompatibles las clases con el trabajo, que tuvo que dejar.

Hasta octubre de 1979, en que consiguió la plaza de policía municipal, pasaron cuatro años, en los que, recuerda, tuvo como actividad la lectura de periódicos y el envío de toda clase de solicitudes de empleo: «He llegado a llenar una maleta con ellas». Al principio fue aspirante a puestos en empresas químicas de Vizcaya, «donde me gustaría quedarme», mientras, paralelamente, realizaba cursillos de especialización y estudiaba inglés. Luego lo intentó en varias capitales de España. «Al final, ya desesperado, llenaba cualquier solicitud de empleo, salvo las de comerciante, porque no soy precisamente extravertido. Entre todas las solicitudes iba la de policía. Nunca pensé que me darían la plaza».

«Jamás, ni de niño, soñé que algún día podría ser policía, pero la situación era tal que te agarras a lo que salga. Cuando recibí el aviso tuve que realizar un esfuerzo de concienciación. Iba a cambiar mi personalidad externa, no así la interna. El primer día de policía me encontraba extraño y me perdía en las calles. Luego te habitúas».

Soltero -«soy un corazón solitario»-, Josu Gutiérrez vive con su familia. Su padre, trabajador en una empresa metalúrgica, acaba de jubilarse. «Desde que acabé los estudios tenía claro que debía de independizarme económicamente. No podía seguir viviendo a costa de mis padres».

A Josu Gutiérrez puede uno encontrárselo en Las Arenas, «paseando en la calle» o dirigiendo el tráfico. «No me gusta poner multas. Para eso hay que tener vocación. Sólo multo cuando se produce una infracción grave».

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