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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Las cigüeñas

El otro día este periódico dio una foto con la llegada de las cigüeñas. Uno creía que ese tipo de periodismo sepia estaba ya carroza y pasé. Aquí, el último que tuvo un par y escribió un año y otro el artículo de la cigüeña, de la castañera o de la lluvia fue César González-Ruano. Después ha venido eso de los «pasillos de las Cortes», que es un periodismo como el de las cigüeñas (los políticos son aves zancudas), pero sin lirismo, que en la política se vuela corto y en las Cortes se crotora torpe.Los memoriones de este periódico se ve que quieren compensar, y frente al robot colocan simétricamente la cigüeña, con su diéresis o crema sobre la letra u, signo que arcaíza y machadiza aún más el heraldismo de la cigüeña, que parece un pájaro inventado por Odilon Redon. Cigüeña/robot, cibernetismo / humanismo, progresismo /liberalismo, me parece el delicado equilibrio en que podríamos salvar la España que, de momento y según el señorito, bosteza. Pero debe ser efectivamente tiempo de cigüeñas, porque el jesuita o ex Díez Alegría (en el salón de la de O'Reilly saludo a veces al hermano militar, que es tan emocionante como saludar a un WeIlington español, ilustrado y dandy, entre las armas quietas y las letras vivas), el jesuita, digo, me envía su libro Rebajas teológicas de otoño, y cuenta en el prólogo cómo yo le animé a escribir este libro y a titularlo Teología de Vallecas, aunque luego él lo ha titulado de otra forma, que cada cual titula como le sale de la sotana, incluso los jesuitas Díez-Alegría tiene el acierto de comenzar contando que ha visto una cigüeña en Vallecas, repite los ya clásicos y marmóreos (un mármol ligero como la espuma del mármol) versos de Machado sobre la cigüeña y llega a la metáfora felicísima de que él es una cigüeña extemporánea e incómoda en el campanario de la actual Iglesia.

En la página 139 de su libro, Díez-Alegría hace así la crítica delobispado nacional de hoy: «El arzobispo de Constantinopla no se quiere desarzobispar, el desarzobispaconstantinopolizador que lo desarzobispoconstantinopolice buen desarzobispoconstantinopolizador será». En este juego de lenguas infantil, seminarista y casi surrealista cabe toda la ironía de una cigüeña teológica e irónica instalada, con su nido de pobreza y lucidez, en el campanario del nacionalcatolicismo de hoy. Sobre lo que se llama «el rollo del divorcio », en esta teología cheli: «La mayor incongruencia de la postura actual de la Iglesia católica, por lo que se refiere a la disciplina matrimonial, está en el curioso juego entre divorcio y nulidad». Toma castaña. Esta cigüeña teológica crotora grandes verdades. Luego, «el folló`n del aborto»:

-Los católicos, por el hecho de serlo, no están obligados a pensar que todo aborto provocado es inmoral. Tienen derecho a disentir del Papa, de los obispos y del catolicismo «convencional».

Este libro es el nido de campanario en que se ha avecindado Díez-Alegría, campanario vallecano que hace pareja en el cielo con ese otro donde está la cigüeña que han visto el propio jesuita y los avisados y avispados fotógrafos de este periódico. Aunque no lo titule así, el volumen supone una teología de Vallecas, por el lenguaje y por la inmediatez atropellante de los problemas que estudia y, yo diría, agrede. La Iglesia, para purificarse, vuelve siempre a las catacumbas lustrales o a los campanarios suburbiales.

Sólo desde muy arriba o desde muy abajo se puede predicar la justicia. Resulta que el periodismo de cigüeñas es también un periodismo ideológico. Incluso más ideológico que el periodismo de robots. La cigüeña lleva la diéresis como el obispo la mitra de dos puntas. Pero se diría que la Iglesia, que ha llenado el mundo de campanarios, no ha aprendido nada de las cigüeñas.

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