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Adolfo Pérez Esquivel argentino, defensor de los derechos humanos, premio Nobel de la Paz 1980

Adolfo Pérez Esquivel, arquitecto y escultor argentino, secretario general del movimiento cristiano Paz y Justicia, de defensa de los derechos humanos, en Latinoamérica, fue galardonado ayer por la Academia Noruega con el Premio Nobel de la Paz 1980.

En el comunicado oficial de atribución del premio, el Comité Nobel informó que para la elección de Pérez Esquivel se siguieron los mismos principios que guiaron la concesión del premio al ruso Andrei Sajarov en 1975. El nuevo premio Nobel «es uno de los argentinos que han aportado un poco de luz a una noche profunda», refiriéndose a la situación de los derechos humanos en Argentina, dice el comunicado oficial.Pérez Esquivel es el segundo argentino que consigue este galardón de la paz. El primero fue Carlos Saavedra Lamas, en 1936. El líder de Paz y Justicia fue propuesto al Nobel de la Paz, ininterrumpidamente desde 1977, por dos galardonados anteriores: el Movimiento para la Paz de las Mujeres de Irlanda del Norte (que lo obtuvo en 1978) y el Consejo de Amigos del Servicio Británico (premiado en 1947).

El nuevo premio Nobel estuvo encarcelado en Argentina desde abril de 1977 hasta el día final del campeonato de fútbol en ese país, en junio de 1978. Durante una conferencia de Prensa que celebró ayer en Buenos Aires en la sede de Paz y Justicia, adornada con los retratos del Papa y el cardenal Romero, asesinado en El Salvador en marzo pasado, Pérez Esquivel, de religión protestante, afirmó que su movimiento estaba en la línea de la defensa de los derechos humanos propugnada por Lutero King, Gandhi y el arzobispo brasileño Helder Cámara.

«Este premio», dijo Pérez Esquivel, «no es una condena a nadie. No creo que se trate de una condena respecto a la situación de los derechos humanos en Argentina, pues nuestra acción se extiende por todo el continente latinoamericano, y no solamente en Argentina».

«Es evidente», añadió, «que en Argentina no se respetan los derechos humanos, existen miles de desaparecidos, los niños nacen en las cárceles, nuestro trabajo consiste en buscar una solución a este drama por la dignidad de la persona». «Este premio», terminó diciendo Esquivel, «nos anima a continuar nuestro trabajo para crear una sociedad en la que el hombre pueda vivir más dignamente».

Entre las primeras reacciones al galardón concedido a Pérez Esquivel se encuentra la de Amnistía Internacional, premiada también con el Nobel. Un responsable de esta organización en Estados Unidos lo calificó de «muy merecido», máxime por la vinculación entre Paz y Justicia con la organización internacional de defensa de los derechos humanos.

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Satisfacción también entre los medios de, países democráticos latinoamericanos en las Naciones Unidas. De manera especial, diplomáticos pertenecientes al Pacto Andino se declararon satisfechos por la concesión del premio a un latinoamericano y a un luchador de los derechos humanos, cuya defensa y reinstauración es importante en muchos países de Latinoamérica.

Una vida en pro de los derechos del hombre

Adolfo Pérez Esquivel, de 49 años, es un conocido defensor de los derechos humanos desde hace tiempo. Pertenece al comité ejecutivo de la Asamblea Permanente de les Derechos del Hombre y coordina en todo Latinoamérica el grupo Paz y Justicia, que defiende el respeto de los derechos humanos, incluida la justicia social y económica.

Encarcelado durante trece meses por el régimen de Videla, permanece bajo libertad vigilada. En la actualidad estaba muy ocupado en los trámites con los familiares de los desaparecidos en el país. En. abril de este año hizo una gira por varios países europeos manteniendo contacto con diversas iglesias y organismos que defienden los derechos del hombre.

Profesor de escultura y arquitectura de La Plata, está casado y tiene tres hijos. El mayor, Leonardo, le ayuda en la organización de Paz y Justicia.

La acción de esta organización se desarrolló a partir de 1974, después de la Conferencia Episcopal de Medellín (Colombia). El grupo tiene delegaciones en Brasil, Chile y América Central, y el objetivo principal «es la defensa de los derechos humanos, la justicia social y económica, utilizando los medios legales y nunca violentos». La organización tiene una publicación con el mismo título, Paz y Justicia, que el movimiento.

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