_
_
_
_
_

Suárez prepara un nuevo Gobierno para antes del 11 de septiembre

El presidente Suárez prepara ahora un nuevo Gobierno cuya composición puede hacerse pública antes del 11 de septiembre, fecha de la reapertura del Congreso de los Diputados. La posible vuelta al banco azul de Francisco Fernández Ordóñez, líder del ala socialdemócrata centrista, como ministro de Asuntos Exteriores, y de Rodolfo Martín Villa, que controla el sector movimientista renovado, como ministro de Defensa o Hacienda, junto a la eventual incorporación de Miquel Roca, en representación de la Minoría Catalana, suponen las notas más destacadas tal como se dibujan las expectativas a cincuenta días vista.

La incógnita mayor reside en la continuidad de Fernando Abril como vicepresidente económico. Pese a la recomposición cordial de las relaciones, la distancia Abril-Suárez no ha disminuido según los observadores, que, sin embargo, restan importancia a las diferencias sobre las alianzas parlamentarias de Unión de Centro Democrático (UCD) en busca de una nueva mayoría que permita afrontar la Intemperie abierta en el Congreso con la moción de censura, que puso fin al pasado período de consenso con el partido socialista.De las pasadas reuniones de la comisión permanente de UCD ha trascendido la impresión de que tanto el vicepresidente económico Abril, como el secretario general de los centristas, Rafael Calvo Ortega, se mostraron partidarios de una concertación con los socialistas para terminar el desarrollo de las autonomías. Su argumentación estuvo basada en los inconvenientes que para el Estado y para el partido UCD podrían derivarse del acuerdo con las minorías nacionalistas. En el análisis mayoritario prevaleció la hipótesis de que estas amenazas quedarían enjugadas limitando el pacto con los nacionalistas a un año y a un objetivo básico: la puesta en marcha y progresión de las autonomías. Además, se impuso la estimación de que el PSOE no se avendría a concertación alguna mientras percibiese en UCD síntomas de debilidad parlamentaria o de crisis interna.

Los medios políticos más solventes circunscriben la espuma periodística en torno a los fontaneros de la Moncloa, al terreno de la anécdota y no conceden mayorrelevancia a las escaramuzas entre columnistas más o menos intoxicados por filtraciones interesadas. La figura de Abril experimentó una recuperación crecientemente acelerada desde la moción de censura presentada por los socialistas el pasado mes de mayo, incluso entre los barones que tenían largamente probada su enemistad hacia el vicepresidente. Sólo se han mostrado irreductibles Landelino Lavilla y Rodolfo Martín Villa, que no perdonan los enfrentamientos tenidos con el vicepresidente.

Para Landelino Lavilla no caduca la afrenta de su desplazamiento en la negociación del texto constitucional, precisamente por Fernando Abril. La pura mayoría mecánica había logrado hasta entonces que se aprobaran en la Comisión Constitucional diecisiete artículos con el voto en contra de los socialistas. Se cernía la amenaza de llegar a un voto en contra sobre la totalidad del texto por parte del primer partido de la oposición, con consecuencias gravísimas para la estabilidad democrática que se pretendía instaurar. Entonces vino el encuentro, convocado por Fernando Abril, de los ponentes de UCD y del PSOE, que en la cena y sobremesa consensuaron la aprobación de los cincuenta artículos siguientes.

Los agravios de Rodolfo Martín Villa provienen del veto que Abril habría puesto para que se incorporara al actual Gabinete en la última crisis en los dos puestos que solicitaba: vicepresidente de Asuntos Sociales o ministro de la Presidencia. Abril habría aclarado entonces de modo terminante que, si se accedía a esas pretensiones de Martín Villa, abandonaría el Gobierno. Así se originó la oferta de consolación formulada por Suárez a su antiguo ministro del Interior: la cartera de Obras públicas. La respuesta, que regocijó en aquel momento a los mentideros, fue: «Adolfo: tú no me ofreces un asiento en tu Gobiernos tú me ofreces un transportín».

El principio de que UCD establezca un pacto de legislatura válido hasta mayo de 1981 con Convergencia Democrática de Jordi Pujol parece aceptado ya por la comisión permanente centrista, a reserva de discutir las -contrapartidas que plantee la Minoría Catalana, algunos de cuyos extremos aún no han sido precisados. Después vendrá su aprobación por el comité ejecutivo de UCD, cuya convocatoria, fijada inicialmente para el viernes 18 de julio, se ha retrasado hasta el día 23. Esa es la puerta de entrada de Miquel Roca, el lugarteniente de Jordi Pujol, en el Gobierno de Suárez. Su ubicación parece prevista en departamentos alejados de la cotidiana refriega autonomista. Por eso se habló para él de la cartera de Justicia, y ahora se le atribuye la de Obras Públicas y Urbanismo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El pacto con Convergencia Democrática, cuya ampliación al PNV se considera garantizada, será público, con declaración expresa de plazos y objetivos, y se esforzará en dejar a salvo la posición y los intereses electorales de los centristes de Catalunya, para los que se busca una satisfacción también en el terreno formal congruente con ¡a. fuerza parlamentaria que el grupo tiene tanto en Barcelona como en Madrid. Desde las posiciones socialistas y comunistas, el acuerdo UCD-minorías nacionalistas se contempla con preocupación no disimulada. Por ejemplo, para Ramón Tamames, diputado del PCE por Madrid, la operación tiene el aire de unpacto de la burguesía central con las burguesías periféricas. La propia comisión permanente del PCE acordó el lunes «hacer un llamamiento a los compañeros del PSOE» de cara a octubre, que no ha encontrado eco inicial en la ejecutiva socialista, reunida ayer. El PSOE continúa viendo con reticencia el acompañamiento de los comunistas en el área de la política general y de la estrategia parlamentaria, de la que, al parecer, descartan una nueva moción de censura, por lo menos hasta diciembre o, mejor aún, preferirían que coincidiera con la celebración del congreso de UCD.

Junto al embalse de Santillana, las sesiones de la permanente de UCD, del lunes 7 y miércoles 9 de julio, han cerrado un pacto de Suárez con los barones, que descarta veleidades desestabilizadoras hacia el presidente por parte de los posibles tapados. Los diez de la permanente -Arias-Salgado, Abril, Alvarez de Miranda, Cabañillas, Calvo Ortega, Fernández Ordóñez, Garrigues Walker, Lavilla, Martín Villa y Pérez-Llorca- dejaron claro que quieren ir al congreso de UCD en la lista de Suárez. Algunos, además, invocando la «desvergüenza» con que pueden hablarse los mayores de edad, plantearon otras exigencias personales de recibir misiones y poderes específicos en el área del partido, el Parlamento y el Gobierno. El deseo de más de un barón por volver al Gabinete quedó transparente.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_