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Reclaman para Moscú bandera e himno

El Gobierno español no quiere que los olímpicos españoles desfilen en Moscú bajo la bandera nacional. En la misma prohibición está el uso del himno, pero ésta es casi una ironía porque las posibilidades de que suene son mínimas. No es habitual que los atletas hispanos suban al podio. Para algunos presidentes federativos la prohibición no ha sido considerada como una represalia contra la URSS, sino como un castigo a los deportistas.

Algunos miembros del Comité Olímpico Español, cuando hace varios meses tuvieron noticia de que el Gobierno no era partidario de la presencia en Moscú, mostraron una actitud totalmente contraria. La mayoría de los hombres que tienen voz y voto en el pleno del comité están políticamente muy a la derecha del Gobierno y su primera reacción fue, naturalmente, la de situarse en la oposición. Posteriormente, y por las muchas presiones recibidas, adoptaron una actitud cautelosa y aceptaron postergar la decisión definitiva.En la reunión del pasado día 23 hubo ausencias notorias. De quienes eran partidarios de acudir a Moscú y de aquellos que no han clarificado su postura. La decisión del Gobierno de aceptar la participación, pero sin bandera e himno, como represalia política, ha sido contestada por algunos, a quienes la vena del patriotismo les induce a afirmar que ello supone un castigo para los participantes españoles.

La primera solución ofrecida por el Comité Olímpico Internacional para intentar salvar los Juegos fue precisamente la de eliminar banderas e himnos, posición que engarza con la vieja teoría de que son precisamente los símbolos nacionales los causantes de la politización de los Juegos. Días pasados, en la reunión de comités olímpicos celebrada en Roma, se patrocinó idéntica solución.

Afortunadamente, el tema olímpico ha sido resuelto satisfactoriamente. Juan Antonio Samaranch, que era el hombre más preocupado por la presencia española, pudo regresar a Moscú victorioso. Al bloque de miembros del Comité Olímpico Internacional, de influencia soviética, les ofrece ahora una buena gestión -en Madrid y otras capitales- en favor de los Juegos, y ello puede significar su elección para la presidencia. Samaranch ha comenzado ya su campaña, que ha de ser ardua. Por el momento, tres votos seguros los ha perdido: dos, por fallecimiento, y el tercero, por expulsión del primo del ex sha de Irán. Su primera tarea, probablemente, consistirá en convencer a miembros del CIO cuyos países se han inclinado por el boicoteo para que acudan, no obstante, a votar. Este es el caso concreto de los representantes de Marruecos, Chile y Uruguay.

El tema olímpico, por su trascendencia política, nos ha hecho olvidar en los últimos días los problemas pendientes. Seguimos sin saber si va a haber sanciones para los clubes que dieron primas a terceros. Y nos hemos topado de frente con un nuevo resultado sospechoso. El público de Valladolid mostró su descontento por el resultado adverso sufrido por el nuevo primerdivisionista ante el Palencia. Es probable que el tongo sólo fuera una suspicacia del público, pero con anterioridad al partido se plantearon grandes interrogantes. El actual presidente del Valladolid, que ha sabido gobernar adecuadamente al club para devolverlo a la categoría que perdió, ejerció sus primeras armas, en el campo de la dirección futbolística, precisamente en el Palencia, club del que fue gerente.

La vuelta del Valladolid a Primera es la nota colorista del regionalismo castellano. El equipo vallisoletano luce una camiseta blanquivioleta, que es todo un simbolismo. Por cierto que la monotonía de los uniformes de los clubes de Primera División se va a romper no sólo con el Valladolid, sino también con el Murcia, que viste de rojo, y el Osasuna, también rojillo, o el Castellón, que es albinegro. Hasta ahora, la Primera División contaba con siete clubes de jersey blanco, y entre los descendidos, además del Burgos, está el Málaga, que viste de blanquiazul, color que también llevan Hércules, Español y Real Sociedad.

Mientras el fútbol siga tan aburrido habrá que pedir, al menos, la estética de la camiseta.

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