A puerta cerrada
A Pablo Porta no le gustan la luz y los taquígrafos: al presidente del Betis, Juan Manuel Mauduit, sí. Pablo Porta quiso una asamblea consultiva a puerta cerrada. El presidente bético y una decena larga de presidentes de Tercera la quisieron abierta. La presencia de la prensa sigue asustando a muchos dirigentes del fútbol español. A la oligarquía futbolística le aterra que se descubran sus mezquindades. Clavero Arévalo ha cometido el error de poner en los pies de los presidentes la ocasión de un gol glorioso, pero éstos han disparado a las nubes.En la asamblea de ayer se reprodujeron los viejos métodos. Se quiso hacer una investigación para comprobar si algún presidente escondía debajo de la gabardina una grabadora. La sospecha de la grabación transmitida a la presidencia por el tonto inútil de turno produjo no poca incomodidad. A un paisano mío, al que apretaron las ganas de acudir al servicio, le convirtieron en principal sospechoso.
Ese chico de los recados de Porta fue a exigirle la documentación y mi paisano y su presidente decidieron salir de la sala. Cuando acabó la sesión les llegó el recado de que el cacique de su regional, destacado representante del bunker barraqueta, podría tomar represalias contra ellos. Algunos federativos son partidarios de la condena por simple sospecha.
Estamos como al principio del conflicto, un ministro partidario de la retrolegislación y unos presidentes que se dejan manejar por el verbo barroco de quienes se consideran totem sagrado. Esta vez hasta el Madrid ha cometido un desliz: no acudió el presidente para adoptar una postura digna ante Núñez y envió a un directivo y al presidente del Castilla. Un horizonte de perros ladra a lo lejos del río.
