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Querella criminal por malos tratos en un centro de subnormales de Alcalá

Cinco personas han presentado querella criminal, el pasado 1 de junio, contra los responsables de la institución pedagógica laboral Sagrado Corazón, de Alcalá de Henares, por presuntos malos tratos contra los internos

Los denunciantes son cuatro trabajadores y un ex interno del centro, que el 17 de diciembre de 1976 presentaron una denuncia en el juzgado de instrucción.En el escrito de denuncia se asegura que los responsables del centro infligen malos tratos físicos a los internos. Estos malos tratos, al parecer, han consistido en hechos tales como hacer comer a un enfermo sus propios excrementos o administrar medicación sedante a subnormales que no la necesitan.

«Las amenazas a los internos son constantes por parte de la directora y sus hijas. Algunos compañeros míos, que no podían reprimir el hacerse sus necesidades encima, eran severamente castigados y no se les cambiaba de ropa en todo el día.» Carlos Guillermo Urruela estuvo interno en el centro durante un año y es una de las cinco personas que han puesto la querella criminal. «Allí no solamente nos trataban como a animales, sino que, además, pese a ser un centro caro, se nos daba una comida en pésimas condiciones.»

El centro denunciado es un establecimiento privado que funciona en Alcalá de Henares desde 1974, propiedad de Enrique Ortega Pascual. «El dueño», prosigue el señor Urruela, «murió en 1976, y a partir de ahí es cuando empezó a funcionar peor el centro». La directora es Luisa María Moreno de Ortega y dos hijas suyas trabajan de médico y gobernanta, respectivamente. Las mensualidades que pagan los enfermos -alrededor de cien- van desde las 50.000 hasta las 16.000 pesetas, según que ocupen habitaciones individuales o colectivas, aunque ninguno de estos datos pudo ser confirmado por la directora del establecimiento por encontrarse ésta fuera del mismo, según manifestó a EL PAÍS el encargado.

«No sé hasta qué punto pueden prosperar las denuncias, porque la mayor dificultad es que los familiares de los enfermos desconocen el problema o prefieren desentenderse», afirma Inés María Martín, abogada de los denunciantes. «Todos los hechos denunciados han sido constatados por una gran parte de los trabajadores. La situación es tal que muchos de ellos no aguantan mucho tiempo en sus puestos de trabajo. Ahora esperamos que se abra una investigación, aunque yo desconfío de los resultados», añade, «porque todos sabemos lo muy fácil que puede resultar el preparar el centro para una inspección oficial».

La denuncia se basa en una serie de hechos que los denunciantes aseguran haber presenciado personalmente. Uno de los casos más graves está recogido en el documento, y fue presenciado por Milagros Naranjo, limpiadora del establecimiento de julio a diciembre de 1977, quien asegura que vio cómo a un enfermo le ataron las muñecas. « La cuerda le hacía heridas que se le llenaban de moscas sin que le fueran curadas después.» La misma trabajadora asegura que en otra ocasión vio a un cuidador del centro con una correa en la mano y que al preguntarle qué hacía con ella en la mano, respondió que «venía de enderezar a un enfermo nuevo».

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