_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Análisis superficial

Es por lo menos desilusionante el comprobar su actitud ante asunto tan delicado como el caso argentino. Recuerde que el señor Kissinger declaró. después de una visita hecha hace poco a la Argentina, que ni Europa ni USA conocían bien el problema argentino. Siendo un profesor de historia tan cualificado el señor Kissinger, supongo que al decir esto habrá hecho una crítica realista.Lo que más duele en su editorial del día 19 es la falta de sensibilidad humanista en un «manejo de los derechos humanos», más que en un profundo bucear en una realidad vital. Los que hemos vivido en la Argentina durante muchos años hemos visto llegar allí a muchos republicanos o no, que pudieron .allí rehacer sus vidas. Hemos visto a la Argentina defender a España (entiéndase, el pueblo español) ante un bloqueo internacional en las Naciones Unidas. Véase la actuación del doctor Arce en ese organismo. Como ve usted, el pueblo argentino se abstuvo de juzgar regímenes, sólo pensó en ayudar a España. Aquí no hubo oportunismo demagógico. En el caso de los republicanos, entonces el Gobierno no cayó bajo la férula nazi, y en el caso del bloqueo, el Gobierno prefirió ser «antipático» ante las democracias, pero proceder humanitariamente. Sólo el que ha vivido en Iberoamérica sabe del intenso amor, diría filial, que esos pueblos tienen por España, que en su cualidad llega a trascender lo meramente circunstancial; hay una psicología muy especial y muy fina que quizá no todos los españoles de acá puedan captar.

Más información
Sobre el viaje del Rey a Argentina
Realidades
Inútil desprestigio

Otro punto francamente superficial de su trabajo es su afirmación de que «los regímenes socialistas contrapesan su falta de libertades burguesas con logros generalizados de orden social».

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Otra «perla»: «El problema reside en que las dictaduras como las de Videla, etcétera, son antipáticas inútiles, carecen de contraprestaciones sociales, secuestran la libertad, pero desprecian al hombre.»

Lo de las «visitas» recibidas por Videla es otro argumento lanzado sin reflexión. ¿Qué me dice usted de las visitas recibidas por los máximos representantes del Soviet? Son muchas, verdad? ¿Se deduce de ello que los Soviets respetan los derechos humanos?

En cuanto a la simpatía de los personajes, le doy a usted la razón: son mucho más simpáticos Fidel y Mao que Videla. Pero si fuéramos a trabajar críticamente y dados sus antecedentes, no sé quién de ellos tendría más sangre en las manos.

Su argumentación sobre los logros sociales es nuevamente una falacia. Las grandes dictaduras como las de Mussolini y Hitler; las de Mao y Fidel han hecho verdaderos milagros de recuperación social; ¿las justificaría igualmente sólo por este hecho? El maravilloso esfuerzo chino, que permitió mostrar la realidad verdaderamente encantadora de cientos de inocentes y disciplinados niños, llenos de armonía y candor, está asentado sobre un pedestal de sangre que la historia no ha olvidado, aunque los Nixons, Giscards y Parlamento español, con su oposición responsable. lo hayan olvidado, por ahora.

Otro factor que por lo menos requiere comprensión de los que estamos fuera de la Argentina es que el pueblo de esa nación tiene un deseo enorme de salir de su frustración y vergüenza, debidos a los comportamientos de minorías irritantes y primitivas, todo consecuencia de Gobiernos populistas incompetentes o pretenciosos derechistas llenos también de incompetencia.

La posible visita de los Reyes de España, respondiendo espontáneamente a una Invitación, sería un verdadero rocío que haría olvidar muchos sinsabores; sería una crueldad inútil privara los argentinos de esta alegría. Los Gobiernos son transitorios, debemos ver más allá de las circunstancias y los gobernantes deben hacer todo lo posible por salvar a los pueblos. No se olvide que Roosevelt se sentó junto a Stalin en Yalta; que Chamberlain se tuvo que humillar ante Hitler.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_