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Reportaje:

Una finca de Doñana podría valer 750 millones de pesetas

Unas hierbas que den de comer a un conejo, presa potencial de un águila imperial, no tiene el mismo valor que unas hierbas que sólo se limitan a ser ellas mismas, es decir, unas plantas gramíneas.Unas fincas que por sus características pueden ser declaradas parque nacional tienen un valor ecológico que no poseen otras fincas con igual capacidad de producción agrícola o ganadera. Este valor especial es el que nuestra sociedad materialista se ha empeñado en traducir en pesetas.

Pero el interés de esta valoración económica no sólo se reduce a saber cuánto vale lo que se intenta conservar, sino también cuánto vale lo que se está destruyendo.

«El concepto de valor ecológico» -señalan los autores del mencionado trabajo sobre la finca de Las Marismillas- «es un concepto complejo que engloba tanto el valor educativo y amenidad como el de dinero, por ello no es posible valorar individualmente en pesetas cada una de las partes, sino que se realiza la conversión en dinero a partir de unos números relativos de valor. Lo utilizamos más en el sentido de deseabilidad, mérito y utilidad, que en el de valor de cambio de una cosa por otra (precio de mercado)».

Un territorio es declarado espacio natural protegido en base a una serie de valores singulares de su flora y fauna. La flora tiene una valoración propia, por su rareza, porte, valor de la especie o vistosidad y composición del paisaje, y también tiene un valor como soporte al desarrollo de la fauna. Esta última es valorada por su rareza en España, su abundancia en la zona, su situación en la cadena trófica, valor cinegético, valor en carne, pieles, plumas...

A estos aspectos se unen el valor como reserva genética de plantas y animales, extracción de biomasa sobrante, control biológico de plagas, lugar para trabajos de investigación y valor recreativo.

La conversión de estos valores relativos a valores en pesetas se obtiene utilizando como referencia ciertos valores económicos conocidos para diversas especies. Así en la flora se utilizan como referencia precios de mercado de los pinos y del pastizal y en la fauna el valor cinegético de animales como las anátidas y los jabalíes.

Se parte de estos datos conocidos para intentar buscar un valor para todo el conjunto de características de cada especie.

Según este sistema, el matorral tendría un valor de 155.400 pesetas por hectárea, los pinos costarían 222.806 pesetas/Ha., una duna de arena gris podría valer 127.188 pesetas/Ha, y el pastizal alcanzaría las 25.963 pesetas/Ha. En total, la flora de las 7.720 hectáreas de la finca de Las Marismillas, un 20% de la superficie del Parque Nacional de Doñana, estaría valorada en setecientos millones de pesetas.

Los autores del trabajo consideran que, desde el punto de vista ecológico, el valor de la flora está más estimado que el de la fauna. Ello se debe a que en ella se incluye el valor del suelo y su capacidad para soportar a la fauna.

Así y todo, el valor ecológico que puede alcanzar un animal dentro del conjunto de especies que pueblan un parque nacional es mucho más elevado del que, por ejemplo, tiene previsto la Administración caso de que alguien matara ilegalmente uno de ellos. Cazar un águila imperial, especie protegida por la ley, está sancionado con una multa de 150.000 pesetas. El valor ecológico de esta especie dentro del área de Doñana se eleva a más de trece millones de pesetas. Un conejo, cuyo valor cinegético es de 250 pesetas, tiene un valor ecológico -dentro de Doñana- de más de un millón de pesetas. La clave está en que sin conejo no existiría águila imperial.

Resultado de este método de valoración es que una finca como la de Las Marismillas tendría un valor ecológico traducido a pesetas de unos 750 millones.

Es evidente que ningún propietario puede hacer uso de este valor a la hora de ser expropiado por la Administración con vistas a declarar su propiedad zona de utilidad pública. Las águilas imperiales, al igual que el aire que respiramos, no tienen dueño.

Sí se puede utilizar esta cifra a la hora de intentar aproximarnos, en valor monetario, a lo que significa destruir uno de estos espacios.

Doñana está amenazada por numerosos proyectos: urbanizaciones, planes de regadío del Iryda y el complejo minero de Aznalcollar. Asombra que el Gobierno español no haya efectuado hasta ahora una acción más decidida y, sobre todo, coordinada para evitar la desaparición de este enclave, cuyo valor ecológico puede elevarse a tantos miles de millones.

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