_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Humanismo contra Pinochet

Manuel Vicent

Lo de Alianza Popular son simples ganas de llevar la contraria. Resulta que el Congreso de Diputados, ante el problema planteado por los familiares de las personas desaparecidas en Chile, entre las que se encuentran varios españoles, y, por razones humanitarias, acuerda solicitar del Gobierno que realice las oportunas gestiones para averiguar la situación de los desaparecidos y que se interese por su liberación o por su sometimiento a procesos regulares. ¿Acaso era pedir demasiado? Los grupos parlamentarios han aprobado con fervor una moción tan cordial, excepto Alianza Popular, que se ha abstenido. Por lo visto, para Fraga esto son blandenguerías, una manera como otra de perder el tiempo con la ternura. Él ha hablado, para justificar su abstención, como un capataz muy atareado que no se detiene en minucias de derechos humanos pisoteados a una distancia de 10.000 kilómetros. Por culpa de la doctrina Estrada, que, según Manuel Fraga, impide levantar la voz ante cualquier atrocidad cometida por un GobiernoAlianza Popular ayer se quedó sin el placer de aplaudir a Tierno Galván.

Puesto que Manuel Fraga había roto a hablar, para explicar su abstención, con una sarta de tópicos acerca de la no intervención, los demás grupos hicieron lo propio para razonar su voto afirmativo con esa ristra de bondades tan dulce y típica de personas cristianas, elegantes y bien comidas. Peces-Barba condenó el régimen chileno y apoyó cualquier iniciativa contra la tortura, venga de donde venga. Tamames dibujó un cuadro macabro de Pinochet, con toda su historia sanguinolenta. Pérez Llorca dijo que hablar de los derechos humanos no era perder el tiempo y que estos derechos, igual que la ciencia, no tienen fronteras, porque son patrimonio de la persona. Y todos así de bien, como gatos escaldados que huelen todavía las cenizas calientes de una dictadura.

Pero Tierno Galván esta vez jugaba en su terreno, de modo que realizó un trazado moral de alta categoría. Subió al estrado y pintó en el aire un bello quite por chicuelinas, así, con el paladar suave, con la ética encaramada en su índice de profesor. Tierno Galván ofreció una pequeña lección redonda, bien ensalivada, sobre los derechos humanos, sobre las fronteras físicas y los límites morales, sobre la conciencia de una Cámara que no debe ser expresión de un código, sino la expresión de un pueblo. La Cámara aplaudió esta faena corta y ceñida. Alianza Popular se quedó allá arriba, con media sonrisa congelada y con ese punto ridículo de tener que disimular mirando al techo, mientras abajo se ovacionaba una lección de humanismo.

El resto del programa lo componía un debate sobre la esterilización voluntaria, una proposición sobre el parque nacional de Doñana y otra sobre la situación legal de los gitanos. La fauna y la flora. El derecho de los hijos, de los animales y de las razas. Con una rosa de Jericó plantada en la división de los senos, una hermosa gitana, abanicándose en el balconcillo del público, esperaba que el diputado Heredia comenzara el quejío.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_