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Woody Allen prefirió tocar el clarinete a recoger el Oscar de Hollywood

La ausencia de Woody Allen, que tocaba tranquilamente el clarinete en un bar de Nueva York mientras se concedían cuatro importantes premios a su película Annie Hall y la intervención de la actriz británica Vanessa Redgrave, que calificó de rufianes siónistas a un grupo de manifestantes judíos, fueron los hechos más destacables en la ceremonia de entrega de los Oscar de Hollywood, que cumplían su cincuenta aniversario.

Annie Hall obtuvo el premio a la mejor película del año 1977, además de los de mejor director y mejor guionista para Woody Allen y el de mejor actriz principal para Diane Keaton, con lo que copó prácticamente los galardones de mayor importancia. Otra película favorita, La guerra de las galaxias, ganó siete estatuillas en las categorías de sonido, efectos visuales, vestuario, dirección artística, música, montaje y logros especiales en efectos sonoros.Julia, de Fred Zinneman, obtuvo tres galardones. El de mejor actriz secundaria para Vanessa Redgrave, el de mejor actor secundario para Jason Robards, que interpreta en el filme al escritor Dashell Hammet y que no acudió a recoger su premio, y el de mejor guión adaptado de otro medio, concedido a Alvin Sargent por su adaptación del cuento de Lilian Hellman en que se basa la película.

El Oscar al mejor actor principal fue ganado por Richard Dreyfuss, por su intervención en The goodbye girl, mientras que otra película favorita, en la que también trabaja Dreyfuss, Encuentros en la tercera fase, obtenía un premio por su fotografía y compartía con La guerra de las galaxias el concedido a los logros especiales en los efectos sonoros.

Pese a los pronósticos optimistas, la película de Luis Buñuel que representaba a España, Ese oscuro objeto del deseo, no fue premiada con el Oscar a la mejor película extranjera, que se otorgó a Madame Rosa, un filme francés protagonizado por Simone Signoret. Igual que Buñuel, nominados pero sin premio, quedaron Jane Fonda, Shirley McLane, Richard Burton, John Travolta y un largo etcétera.

Protestas contra Vanessa Redgrave

Un centenar de manifestantes pertenecientes a la Liga de Defensa Judía protestaban en el exterior del pabellón Dorothy Chandler de Los Angeles, donde se efectuó la concesion de los Oscar, contra la presencia de la actriz británica Vanessa Redgrave. El motivo de la protesta era la participación de la Redgrave en la producción y narración de un documental titulado Los palestinos, en el que aparece el líder de la OLP, Yasser Arafat.Cuando Vanessa Redgrave subió al escenario a recoger su premio como mejor actriz secundaria en Julia, donde, por cierto, interpreta el papel de una víctima del nazismo, la actriz dijo no estar intimidada por las amenazas de «un pequeño grupo de rufianes sionistas», lo que provocó abucheos y silbidos en un sector del público que, de rigurosa etiqueta, asistía a la ceremonia. Vanessa Redgrave, conocida por sus ideas políticas izquierdistas, comparó a los manifestantes con Nixon y McCarthy, y concluyó afirmando que «continuaré combatiendo contra el antisemitismo y contra el fascismo».

El guionista de origen judío, Paddy Chayefsky, autor del guión de Network, criticó a la Redgrave desde el escenario cuando subió a hacer entrega de los premios al mejor guión. «Estoy harto de la gente que aprovecha la ocasión de los premios de la Academia para difundir su propaganda política personal», dijo Chayefsky entre los aplausos del público, para concluir dando su opinión de que en vez de un discurso político, Vanessa Redgrave debía haberse limitado a decir muchas gracias.

Woody Allen, ausente

Como todos los lunes, Woody Allen tocó el clarinete junto a una banda de jazz en el pub de Manhattan donde lo hace habitualmente. El productor de Annie Hall se encargó anticipadamente de explicar, para evitar malentendidos, que el hecho de que Allen no asistiera a la ceremonia no podía compararse con el gesto de protesta de Marlon Brando, y que, simplemente, Woody Allen es algo neurótico y le molesta ver junta a tanta gente.Los periodistas fueron mantenidos alejados del bar donde Woody Allen ejercía sus aficiones musicales vestido con una camisa a cuadros y una desgastada chaqueta del ejército. Finalizada la sesión, un Rolls Royce, recogió al genial humorista y le llevó a una casa de apartamentos de la Quinta Avenida sin que hiciera ningún comentario sobre los premios obtenidos por su película.

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