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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Iegado de Dionisio Ridruejo

Hoy se cumple el segundo aniversario del fallecimiento de Dionisio Ridruejo. Con motivo de la exposición instalada en la Biblioteca Nacional, algunas autorizadas voces han puesto de relieve las dimensiones humanas, literarias y artísticas del gran escritor castellano. Pero lo que nos interesa destacar en esta fecha es otra faceta de aquella entrañable, generosa y rica personalidad: su dedicación al restablecimiento de las instituciones democráticas y de las libertades en España.En la madurez de su vida, Dionisio Ridruejo no conservaba ni un solo rasgo de carácter ni una brizna de pensamiento de su pasado falangista. La superación de esa etapa la realizó por una doble vía: mediante la reflexión teórica, a través de artículos y trabajos, y através de la lucha práctica contra un sistema del que se había apeado cuando ni se divisaba siquiera la posibilidad de su desaparición. Estos dos elementos fueron los que dieron a la personalidad de Dionisio Ridruejo no sólo el inconfundible sabor de la autenticidad, sino su profundidad de, convicciones democráticas. Y fue precisamente esa seguridad en sus ideas y esa rectitud de su conducta lo que le permitió hablar siempre de su pasado sin tratar de ocultarlo o desvirtuarlo. Porque sólo quienes -como él teorizaron críticamente sobre su anterior- pensamiento antidemocrático y respaldaron con su conducta, mediante el abandono del poder y el combate contra la dictadura, la condena del franquismo puede presentarse ante sus conciudadanos, como verdaderos demócratas, sin levantar sospechas acerca de la superficialidad y oportunismo de sus convicciones.

En estos tiempos de. cambio son muchos quienes han transformado su viejo sistema de creencias autoritario por otro nuevo formalmente democrático. Seria injusto abrir un proceso de intenciones a todos los protagonistas de este cambio, e imposible exigir, con efectos retroactivos, las pruebas de sinceridad -el destierro, la cárcel, el exilio, las privaciones económicas- que diera Dionisio Ridruejo a lo largo de tres décadas. Pero aquel auténtico «hombre de la reconciliación», que diseñó a comienzos de los años cincuenta las grandes líneas de la España actual y que lo hizo desde el campo de los vencedores, deja un legado a los políticos que hoy recogen los frutos que él contribuyó a sembrar. La enseñanza de que la política no es sólo la búsqueda y disfrute del poder; de que hay normas y principios éticos que configuran la vida pública; de que la democracia lleva implícita una tensión moral que da significado a las formas jurídicas y las instituciones. No todos los políticos que actualmente aspiran al poder o que lo ejercen han sido héroes bajo el franquismo o pueden presentar sus manos limpias de represiones o cohechos. Pero a todos habría que exigirles, por lo menos, que no traicionen el espíritu de las instituciones democráticas a las que ahora juran lealtad. Un espíritu que Dionisio Ridruejo supo encarnar en su vida y su obra desde que, en un impresionante ejercicio de honestidad intelectual y moral, abandonó un poder todavía en sus horas altas para reunirse, en la calle o en las prisiones, con los compatriotas que lo padecían.

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