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El Villamarín se rinde al rey de Sevilla

Messi, con el complemento de Suárez, vuelve a lucir en la capital andaluza

Momento en el que Messi da el toque sutil con el que marcó su tercer gol del día, cuarto del Barça. En vídeo, declaraciones de Ernesto Valverde tras el partido.Vídeo: REUTERS-QUALITY
Rafael Pineda
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Betis-Barça, Messi una jornada de 10

“Messi dos, Betis, cero”, se oyó en la grada del Benito Villamarín justo después de que el argentino hiciera el segundo tanto del Barcelona, al filo del descanso y después de un descomunal pase de tacón de Luis Suárez. El Betis, a su estilo, le había intentado plantar cara a un líder que jugó algo conservador y encontró nuevamente en Messi a su arma letal, poderosa e infalible. El tercer gol, de toque impresionante propio de un genio, desató la catarsis en Heliópolis. La afición del Betis le dedicó a una enorme ovación y hasta su nombre fue coreado por los béticos, rendidos ante tal demostración de talento. Messi agradeció a los aficionados su muestra de cariño.

En menos de un mes, el mejor futbolista del mundo se ha dado un paseo demoledor por Sevilla. La capital de Andalucía ha caído rendida a la pegada y el fútbol de un futbolista que acaba con todos los debates y los planteamientos previos al choque. Una fuerza de la naturaleza se movió por el Villamarín, donde todavía tiene que venir el 25 de mayo a jugar la final de la Copa del Rey ante el Valencia. Por el momento, Messi se ha coronado como el rey de Sevilla.

Hay algunos monarcas que han dejado huella en la capital de Andalucía. Para empezar, la ciudad fue cuna de los emperadores romanos Trajano y Adriano; también dejó un grato recuerdo el rey musulmán Al-Mutamid, el monarca poeta que acabó desterrado en el norte de África. Fernando III el Santo, Alfonso X y Pedro el Cruel también dejaron huella, así como Carlos V, que se casó en el Alcázar con Isabel de Portugal. El nombre de Messi fue aplaudido cuando sonó por la megafonía del estadio, aunque probablemente su huella no será tan grata como la dejada por los anteriores personajes. Así es el mundo del fútbol.

A los 18 minutos, en el primer disparo a puerta del conjunto catalán, Messi marcó de un gran lanzamiento de falta, sorprendiendo a Pau por su propio palo. Es el quinto gol de falta que marca Messi en la presente temporada. Una faceta del juego en la que ha mejorado con el paso de los años, porque solo una figura de tal calibre no se cansa de mejorar y evolucionar. Messi, seis minutos después, lanzó otra falta, cometida sobre Vidal. Esta vez cambió de palo, pero sin la suficiente fuerza como para sorprender a Pau. Desde los saques esquina, desde cualquier parte del campo, con una hierba cortada a los 22 milímetros, Messi gobernó el partido de manera majestuosa.

Todavía en la última jugada del primer tiempo inició una jugada para luego recibir un espléndido pase de tacón de Luis Suárez. Superó a tres defensas béticos en carrera y marcó con una impresionante tranquilidad. El Betis jugaba y Messi lo machacaba.

Un amargo consuelo emergió en las gradas del Villamarín. Los béticos recordaron el estropicio que Messi le hizo al Sevilla, eterno rival, en el choque liguero del pasado 23 de febrero. El Barcelona ganó 2-4 y el argentino hizo los tres primeros tantos para remontar un choque donde los andaluces se pusieron por delante. No hay rivalidad que valga para Messi, al que Sidnei intentaba parar de forma desesperada mientras el argentino dibujaba pases y regates increíbles. Goles como soles en una y otra punta de Sevilla, tantos que acercaron mucho la Liga a un Barcelona liderado por el genial jugador argentino.

Messi voló sobre el partido o los miles de partidos que se jugaron hasta que decidió entrar en acción. Un conjunto de duelos individuales que acabaron cuando Leo dijo basta, muy secundado por un Luis Suárez que ha recuperado su mejor versión en el tramo decisivo de la temporada. Como consecuencia, los registros de Leo se siguieron sucediendo. Messi superó a Puskas y se convirtió en el jugador que ha marcado más goles al Betis en toda la historia. Luis Suárez, una fiera, había marcado el tercero después de una jugada espectacular, en la que partió desde su propio campo para plantarse en el área de Pau driblando contrarios. Bartra se deshizo ante la fortaleza de Suárez, el mejor ayudante de un Rey aclamado en Heliópolis.

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