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El ADN abre la Operación Puerto a más implicados

Una veintena de ciclistas y una decena de atletas, identificados en Lausana gracias a las investigaciones policiales de los últimos 15 años. Sus nombres aún no son públicos

Carlos Arribas
Manuel Pascua, en diciembre de 2010.
Manuel Pascua, en diciembre de 2010.Bernardo Pérez (EL PAÍS)

En el laboratorio antidopaje de Lausana (Suiza), se identifica desde hace meses a qué deportistas pertenecen dos centenares de bolsas de sangre requisadas al grupo de Eufemiano Fuentes en 2006, durante la Operación Puerto. Dentro de pocas semanas, según fuentes de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), el organismo que supervisa el proceso, se conocerán los nombres, una treintena de deportistas, a los que ya se podrá considerar oficialmente beneficiarios de los métodos de dopaje sanguíneo organizados por el médico canario a medias con el hematólogo madrileño José Luis Merino Batres. Solo entonces, casi 11 años después de su desencadenamiento, podrá considerarse cerrada la Operación Puerto.

Los técnicos del laboratorio han usado el ADN de deportistas sospechosos para comprobar que la sangre les pertenece. Solo así, cruzando las muestras mínimas necesarias de ADN y de sangre, se ha podido alcanzar un buen resultado. Para elaborar la lista de sospechosos, para concluir que de la treintena de deportistas identificados una veintena son ciclistas cuyos nombres ya han circulado desde hace años y el resto atletas, la AMA ha efectuado un trabajo de inteligencia en el que ha digerido básicamente las actas del juicio de 2013 a Eufemiano Fuentes y sus colaboradores. Otro elemento ha podido ser, sin embargo, más importante, sobre todo para concluir que si Fuentes dopaba principalmente a ciclistas (y a la atleta Marta Domínguez, conocida como Urco en sus listas), Merino Batres, en coordinación con otros médicos, se ocupaba de las transfusiones sanguíneas de varios atletas a los que él llamaba “los suyos” y Fuentes “los atletix” y cuya sangre compartía almacenamiento. La mayoría de ellos estaban entrenados por Manuel Pascua Piqueras, como han podido concluir del análisis de todas las investigaciones policiales que precedieron y culminaron en la Operación Puerto y en las que la prosiguieron. Su encadenamiento permite elaborar una historia paralela del atletismo en España plena de nombres conocidos y repetidos.

Rafael Cortés Elvira aún recuerda que cuando, en 1987, llegó por primera vez a su despacho de director general de Deportes en la sede del Consejo Superior de Deportes (CSD), se encontró en un cajón un folio de la federación de atletismo firmado por Eufemiano Fuentes con la anotación “proyecto de experimentación con ciclopentanoperhidrofenantreno”. “Yo soy químico y enseguida lo entendí. Esa molécula es la base de los esteroides”, dice Cortés. “Le echamos a Eufemiano de la Residencia Blume y de todos los puestos que ocupaba. Solo con eso”. Del organigrama de la federación de atletismo desapareció el médico canario en 1989, cuando tomó posesión como presidente José María Odriozola. Junto con él se despidió a Manuel Pascua, miembro del staff técnico de la federación y una de las personas que más le enseñó. Desde sus puestos, amparados por la federación, ambos colaboraban en ensayos de lo que eufemísticamente denominaban “preparación biológica de los deportistas”. Aun fuera de la estructura de la federación, su poder dentro del atletismo se mantuvo. Y sus actividades. Pascua, como otros entrenadores, organizó su cuadra de atletas, cuyas necesidades atendían Eufemiano Fuentes y otros médicos.

Las relaciones menos visibles de Pascua sufrieron la luz policial en 2005, con la Operación Mamut, en la que se grabaron varias conversaciones en las que Pascua solicitaba sustancias prohibidas (EPO, IGF1, hormona de crecimiento y óxido nítrico) a Bartolomé Cobo, uno de los detenidos, administrador único de una sociedad que distribuía medicamentos originales y falsificados. Para entonces, Pascua ya figuraba de nuevo en el cuadro técnico de la federación, para la que Odriozola le había recuperado en 2003. Con Cobo, un hilo fecundo para la investigación, se relacionaban también médicos. Uno de ellos era Eufemiano Fuentes; otro, Miguel Ángel Peraíta, quien da entrada en el relato a Merino Batres ya en el año 2000. Peraíta, según los investigadores, figuraba como Top Doc en un intercambio de emails sobre los efectos de los anabolizantes con un técnico alemán que entrenaba a varias atletas que habían dado positivo. Todas ellas pasaban por Madrid por la consulta de Peraíta, que las enviaba a hacerse análisis al laboratorio de Merino Batres. Todos los elementos de la trama ya estaban relacionados. Algunos desparecieron del radar policial con el paso del tiempo, mientras que en sucesivas operaciones (Grial, en 2009, y Galgo, en 2010) entran personajes nuevos, como el médico Walter Viru.

Operación Galgo

Pascua fue detenido el mismo día que Marta Domínguez el 9 de diciembre de 2010 durante la Operación Galgo. Ese día, Odriozola habló destrozado a la prensa. “Yo pensé que Pascua había cambiado de verdad”, dijo. Pascua respondió al interrogatorio de la Guardia Civil. Identificó las claves que en sus papeles protegían la identidad de los atletas a los que suministraba sustancias dopantes: Eugenio Barrios, Alemayehu Bezabeh, Miguel Quesada, Nuria Fernández, Reyes Estévez… Pistas para los técnicos de Lausana que buscan en las bolsas de sangre rastros del pasado.

Un investigador del CSIC ayudó en la importación de dopaje

La Operación Mamut, en 2005, nació con la investigación en una imprenta que falsificaba cartonajes para medicamentos falsos —anabolizantes y hormonas del crecimiento, fundamentalmente— que fabricaba una banda en una bañera. Desde allí, la Guardia Civil llegó a Bartolomé Cobo, el dueño de una tienda de suplementos nutritivos del centro de Madrid. Cobo había vivido unos años en Australia y de allí importaba al por mayor, directamente del laboratorio de productos veterinarios Gropep, IGF-1, insulinelike growth factor, un factor de crecimiento tan eficaz e indetectable como la hormona del crecimiento, uno de los productos dopantes más usados por Eufemiano Fuentes y Manuel Pascua.

Para superar sin problemas los trámites aduaneros en el aeropuerto de Barajas, Cobo contaba como aval con la firma de un neurólogo del Consejo Superior de Invetigaciones Científicas (CSIC) que investigaba con IGF-1, al que consideraba un producto con un gran potencial para tratar enfermedades neurológicas, desde el parkinson al Alzheimer. Una de sus publicaciones relata el éxito del IGF-1 para mejorar a los pacientes que sufrían ataxia cerebelosa, una enfermedad degenerativa y sin cura.

Tal era su fe en el producto que convenció en su momento a una asociación de enfermos para que reclamaran su aprobación a Sanidad, que liberalizaran su importación como medicamento y hasta se propuso, a medias con el importador, para construir, con capital israelí, otra fuente del producto, una fábrica en España. El investigador utilizaba con sus ratas una parte de lo importado. El resto pasaba al mercado negro. Llegaba a deportistas mediante venta directa, embellecido con los cartonajes de la fábrica desmantelada, o a través de entrenadores, como Pascua, con contactos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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