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El penúltimo desafío de Mascherano

El argentino, que suma 300 partidos de azulgrana, se enfrenta a su temporada más complicada

Mascherano, en una sesión de esta semana.
Mascherano, en una sesión de esta semana.Alejandro García (EFE)

Cuando Andoni Zubizarreta, el anterior director deportivo del Barça, habló con Javier Mascherano, pronto se convenció de que tenía sitio en el club. “Quiero que en mí currículo salga que he jugado en el Barça”, le soltó el argentino, por entonces infatigable mediocentro del Liverpool. Por 22 millones, era el recambio de Touré, que hizo las maletas para probar fortuna en el Manchester City porque de azulgrana sabía que siempre estaría por detrás de Busquets. “Es el mejor”, le concedió Mascherano de buenas a primeras. Pero ni siquiera eso le restó la ambición de intentarlo. Y ya suma 300 partidos de azulgrana. Aunque la gran mayoría sean de central, otro desafío que aceptó y venció.

“Cuando seas entrenador, querrás poner a todos los centrocampistas sobre el césped; es la mejor manera de que el equipo juegue bien”, le expuso Pep Guardiola en 2011, antes de que le alineara como central frente al Shakhtar Donetsk en la Champions. Entendía el técnico que su sentido táctico y su capacidad de anticipación y corrección, además del nervio e intensidad que añadía el jugador, valían para pulir a un 5 típico argentino. “Lo normal es que Puyol y Piqué sean los titulares siempre que se encuentren bien”, repetía. Pero la castigada rodilla de Puyol dijo basta y El Jefecito se atornilló de titular. Puesto del que ya nunca más no se movió. “Estoy acá para hacer de bombero, para tapar agujeros”, resuelve.

Desde que llegó se ha medido a retos como Busquets, la posición, los fichajes y ahora su mal momento

Autoexigente como pocos, Mascherano ha desfilado unas cuantas veces ante los micros con una bandera blanca en la mano tras una buena pifia. Pero a cada ocasión le ha dado la vuelta, todo entrega y pundonor. Lo que no ha impedido, sin embargo, que desde el Barça le buscaran complementos o recambios, o Thiago Silva, Marquinhos, Agger, David Luiz… Quizá por eso y porque ya no contaba como mediocentro, llegó a un acuerdo verbal con Rafa Benítez en 2014 para firmar por el Nápoles. Pero dio marcha atrás como también lo hizo en el último verano, cuando ya le había dado el sí a la Juventus. Entonces le preocupaban más los dos delitos fiscales en 2011 y 2012 al eludir el pago de impuestos -sus asesores fiscales simularon la cesión de los derechos de imagen del jugador con la empresa Nike- por el que fue condenado a un año de cárcel (sanción no efectiva) y a pagar una multa que superó los 800.000 euros. “El Barça me ha hecho saber que no tiene ninguna intención de que yo me vaya. Están muy contentos conmigo. Y cuando este club te pone estas condiciones, es muy difícil irte”, convino mientras disputaba la Copa de América. Por lo que extendió el desafío azulgrana hasta 2019.

Pero Mascherano no está en su mejor momento. Le cuesta dar salida limpia al balón, se tira demasiado fácil al suelo y si le quiebran ya no recupera el sitio a tiempo, del mismo modo que ya le han descosido en alguna ocasión en esta temporada y tampoco corrige como antaño. Tanto es así que la irrupción de Umtiti pone en entredicho su titularidad por primera vez en siete años –en el curso que menos jugó, en el 2012-13, contabilizó 41 duelos- y 300 partidos después (182 en Liga; 63 en Champions; 39 en Copa; 10 en la Supercopa de España; dos en la Supercopa de Europa; y cuatro en el Mundial de Clubes). “Tiene una gran dificultad estar tanto tiempo y jugar tantos partidos”, señala Mascherano. Suma 223 victorias, 43 empates y 34 derrotas, además de dejar la portería a cero en 101 encuentros. Por el contrario, no ha sido capaz de meter tanto alguno en la portería rival. Quizá, si juega ante Osasuna, pueda marcarlo. Es, al fin y al cabo, otro desafío.

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