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Cristiano ya no es intocable en el Real Madrid

El portugués nunca había estado parado dos meses por lesión en su carrera y acusa la falta de ritmo y forma. Pese a su descontento, Zidane ya le incluye en su plan de rotaciones, como se vio en el partido de Las Palmas

Eleonora Giovio
Cristiano saluda a Zidane tras ser sustituido.
Cristiano saluda a Zidane tras ser sustituido. Quique Curbelo (EFE)

Ni siquiera al mejor experto en lectura labial le sería fácil descifrar lo que dijo Cristiano Ronaldo el sábado en Las Palmas cuando vio que el cartelón de los cambios llevaba el número siete. Era el minuto 72, el Madrid iba ganando 1-2 y Zidane consideró que era mejor sustituir al portugués. Cristiano abandonó el campo con muecas de desaprobación, apretando los labios y hablando para dentro. Un diálogo consigo mismo. El técnico le tendió la mano, su pupilo se la chocó pero no le miró. Sentado en el banquillo vio los últimos 20 minutos de partido. Una situación nueva para él a sus 31 años. Igual que la que está teniendo que gestionar en los últimos meses, desde que sufrió un esguince de ligamento en la rodilla izquierda en la final de la Eurocopa.

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Cristiano nunca había estado parado dos meses por lesión desde que fichó por el Real Madrid en verano de 2009. Es más, quitando el problema en el tobillo en su primera temporada, nunca había estado de baja más de 15 días. Ese año una dura entrada de Diawara del Marsella en Champions le provocó un edema óseo en el tobillo. Era el 30 de septiembre de 2009 y estuvo KO hasta el 21 de noviembre. 50 días, 10 menos que los 60 de este comienzo de temporada y con algún matiz importante. Por entonces Cristiano tenía 24 años y estaba en la cúspide de su juventud futbolística; no sabía ni lo que eran los problemas en el tendón rotuliano y, sobre todo, había hecho la pretemporada.

Este año el portugués —que está negociando su renovación— tiene 31, la rodilla más castigada y, mientras sus compañeros se ponían a las órdenes de Antonio Pintus en Canadá, él disfrutaba de las vacaciones tras ganar la Eurocopa. El club le exigió tomárselo con calma, no había prisa por volver ni por empezar la recuperación. De haber sido por él, Cristiano habría jugado la final de la Supercopa el 9 de agosto. Regresó el 9 de septiembre contra Osasuna después de haber hecho un trabajo diferente al que se suele hacer en las pretemporadas, normalmente centrado en realizar cargas para que el cuerpo tenga una base que les permita aguantar al menos hasta Navidades jugando cada tres días.

El delantero busca ahora recuperar su forma física. Para un jugador rápido como él, con un cuerpo muscularmente tan perfecto que, según dicen todos los que le han entrenado, parece construido con un ordenador, es frustrante estar a veces aislado de las jugadas del equipo, no llegar a rematar un centro y tener dificultades para irse de los rivales en el uno contra uno. Tantas que en los cuatro partidos que lleva solo le han salido dos regates de los 17 que ha intentado. En la goleada contra Osasuna abrió el marcador y frente al Sporting de Portugal, pocos días después, fue determinante con un golazo de falta que supuso el 1-1 en el minuto 88. Desde entonces ha pasado desapercibido. “Siempre esperamos mucho de él, que sea decisivo, pero es muy importante que juegue y si no marca no me preocupa porque siempre tiene ganas de marcar. Lo que más me interesa ahora mismo es que recupere la forma, siempre meterá goles”, decía Zidane el día del Villarreal.

En Valdebebas ven a Cristiano igual que siempre y dicen estar tranquilos porque saben que es un diésel.

Atrevido Zidane

El técnico le ha mimado, protegido y dado minutos pese a que había futbolistas más rápidos y más en forma que él, como Morata y Lucas. Hizo lo mismo con Benzema, porque sabe que el ritmo y la forma solo se cogen jugando. Eso, sin embargo, no le ha impedido incluir a Cristiano en su plan de rotaciones. Nunca nadie lo había hecho. Zidane dejó al luso en Madrid en la salida a Cornellà por un dolor de garganta. Y el sábado le sustituyó contra Las Palmas. “No creo que esté enfadado, vosotros lo interpretáis así. Está claro que siempre quiere estar en el campo, pero yo tengo que pensar en todos mis jugadores, incluido él. Jugamos un partido el martes contra el Borussia y él también tiene que descansar de vez en cuando. Lo he cambiado pensando en ese partido”, explicó el francés.

En Valdebebas ven a Cristiano igual que siempre, trabajando duro para coger la forma, y dicen estar tranquilos porque saben que es un diésel. El único que parece no aceptarlo es el propio Cristiano, que por primera vez no es intocable y por primera vez tiene que lidiar con su cuerpo, más desgastado que hace siete años, para ponerse en forma.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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