El Atlético y los Bankland
La pregunta es si Simeone puede alinear el mismo equipo que goleó al Sporting ante el Barcelona, que en cierto modo es el fabricante de cuchillos
El Atlético llega tan bien al Camp Nou que casi está en crisis. En los dos últimos partidos de Liga ha marcado goles bastante por encima de lo que acostumbra, y entremedias en Champions se impuso en el campo del PSV Eindhoven. Y aunque ha empatado dos partidos, todavía no conoce la derrota, al contrario que el Barça. Es natural sentir nervios: la cosa pinta bien. Recordemos a Augusto Monterroso, que recomendaba, entre éxito y éxito, procurarse un buen fracaso para que lo amigos se entristeciesen. Casi estamos ante otro Atlético, ligeramente exótico, para sus costumbres. No se recuerda algo parecido al centro del campo que jugó contra el Sporting, con Gaitán, Koke, Saúl y Carrasco. Ejecutaron en ataque algunas filigranas con cuchillos afilados, como el lanzador de un circo. Y todo salió a pedir de boca, sin heridos. Por un momento, el equipo evocó a ese amigo que te encuentras después de 15 años y te cuenta cómo es de maravillosa su vida ahora. Nada le sale mal, ni a propósito. Escuchándolo te entran ganas de decir que tú eres un hijo de puta fracasado sin dinero ni nadie que le diga "te quiero".
La pregunta es si puede el Atlético alinear el mismo equipo ante el Barcelona, que en cierto modo es el fabricante de cuchillos. A decir verdad, el nuevo método puesto en práctica por Simeone ante el Sporting no parece lo bastante verificado. Salió bien la primera vez, pero. Pero. El rival dio ciertas facilidades, que raramente concederá el Barça de Messi. Quizá el viejo método aún sea competitivo; en especial contra los grandes. Está cotejado de sobra. En cambio, el nuevo todavía ha de superar algunas pruebas de laboratorio. Quizá por ahora le ocurre lo mismo que a los Bankland, un matrimonio que aparece en un breve relato de Francis Scott Fitzgerald titulado Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año. Los Bankland, escandalizados por los dispendios de sus vecinos, los Fitzgerald, les explican una tarde cómo ellos tienen un presupuesto y se atienen a él. "Ya puede caerse el cielo sobre nuestras cabezas que no rebasamos ese presupuesto ni por un solo centavo. Es la única manera de vivir con sensatez y ahorrar dinero". Es decir, todo lo fiaban al método. Compadecían a aquel que no siguiese ese sistema porque significaría su ruina. Su ruina total. El fin. Admirados, los Fitzgerald le preguntaron a la señora Bankland cuánto llevaban ahorrado con este sistema. «¿Cuánto? Ah, aún no llegamos a eso. Es que empezamos ayer con el sistema», respondió.
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