Cristiano, el relax del falso ‘nueve’
El goleador de Portugal se muestra más distendido que en otros torneos. El seleccionador, Fernando Santos, opina que no hay mejor punta que el atacante del Madrid
La diferencia entre un equipo de estrellas y uno compuesto por jornaleros no reside en la música sino en el tamaño de los auriculares. La brecha tecnológica se reveló en el estadio de Saint-Étienne cuando los islandeses se bajaron ayer del autobús para entrenarse y descubrieron sus orejas pobremente armadas de pinganillos blancos. Cuando llegaron los portugueses, sus cráneos lucieron voluminosas armaduras brillantes con los más modernos sistemas de sonido del mercado. Al frente de todos iba Cristiano con sus Monster modelo ROC, con cables giratorios y terminaciones de platino, diseñados por él mismo en colaboración con la compañía de Brisbane, que le patrocina.
El capitán de Portugal, el deportista que más dinero ingresa anualmente, hasta 88 millones de euros según Forbes, afronta el último tramo de su carrera con la tranquilidad del deber cumplido. A sus 31 años acaba de ganar su tercera Champions, ha vuelto a superar los 50 goles por sexta temporada consecutiva (51 tantos en 48 partidos con el Madrid) y ha fundado un imperio económico que abarca desde la industria textil a la hotelería pasando por la inmobiliaria. Los problemas de Cristiano cada día se parecen menos a los de sus compañeros de selección, y mucho menos a los de sus rivales de Islandia, a los que se enfrentará esta noche en el estadio Geoffroy-Guichard con el deseo de poder dar el primer paso hacia la conquista del primer título internacional en la historia del fútbol portugués.
Cristiano disputó su primer gran torneo en 2004, la Eurocopa de Portugal, a la sombra de expertos como Figo y Rui Costa. El equipo comenzó a girar inmediatamente a su alrededor, atraído por su energía y personalidad. La ambición que demostró por ganar un trofeo con la selección le empujó a asumir toda la responsabilidad cuando sus mayores colgaron las botas. A fuerza de ocuparse, entre 2008 y 2012 acabó convirtiéndose en una figura desorbitada a la que muchos de sus compañeros comenzaron a mirar con distancia. La alienación alcanzó su punto álgido en el Mundial de Brasil. Un fracaso rotundo.
Hoy Cristiano luce la piel más bronceada de la expedición después de haber pasado una semana a bordo de un yate en Ibiza, antes de incorporarse el último. Parece decididamente relajado. Más centrado en la definición, quizá porque ahora el equipo dispone de un grupo de volantes suficientemente competentes como para alimentarle de balones sin que tenga que bajar a pedirlos.
“Conozco a Cristiano desde que coincidimos en las categorías inferiores del Sporting”, observó ayer João Moutinho, “y me da la impresión de que se ha convertido en un jugador mucho más directo, concentrado en el gol. Tiene un instinto para marcar y espero que le dé continuidad contra Islandia para empezar bien”.
Como Alemania
Alguien preguntó al seleccionador, Fernando Santos, que por qué había resuelto jugar sin un nueve puro, situando en el vértice del ataque a dos trescuartistas como Nani y Cristiano. “No hace falta jugar con un punta de lanza para hacer goles; ya lo vimos el domingo con la selección de Alemania”, respondió.
“Lo fundamental es la dinámica”, indicó el técnico. “Y yo pienso que la dinámica de nuestro equipo dependerá de la forma en que consiga generar situaciones de gol y tener jugadores suficientes para concretarlas. Eso se logra entrenando. Si Cristiano ha metido 51 goles, entonces, ¿hay algún punta mejor que él?”.
Olvidó Santos que Cristiano hizo 51 goles ayudado por un nueve que se llama Benzema. Y olvidó que Nani no es Benzema, de modo que Portugal emprende un camino experimental con la ventaja de medirse a una Islandia de cascos pequeños.
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