Un aprendiz llamado Zidane
El técnico del Madrid elogia a Simeone y dice que él todavía tiene mucho que mejorar mientras que los jugadores aseguran que es como si llevara 30 años
A Zinedine Zidane se le ve igual de feliz e ilusionado que el primer día que llegó al banquillo del Real Madrid allá por el mes de enero. Conservar la alegría y el entusiasmo en un cargo que, normalmente, triplica las canas y hace envejecer en un año lo que siete en la vida normal, tiene mérito. El técnico francés llegó como un aprendiz. No tenía experiencia (salvo el año y medio en el Castilla y su pasado de jugador), ha ido aprendiendo por el camino lo que es la presión y cómo sobrellevarla.
Como aprendiz y contra todo pronóstico se ha plantado en la final de la Champions. Se enfrentará al Atlético de Simeone, el último equipo contra el que perdió en la Liga (finales de febrero). Cuando a Zidane le preguntaron ayer por las virtudes del entrenador argentino dijo que las tenía todas y que a él, en cambio, le faltaban unas cuantas.
“Simeone tiene todo lo que tiene que tener un entrenador, conoce muy bien a su equipo y a sus jugadores y eso es lo más importante. Forma parte de los grandes entrenadores de Europa y del mundo”, le elogió. ¿Y usted que llegó, debutó y ha conseguido meterse en la final, también lo tiene todo?, le preguntaron a Zidane. “Me falta muchísimo por aprender, pero la ilusión que tengo por aprender es tremenda y esto me hará mejorar. Aun así me queda mucho camino para ser un entrenador importante”, respondió.
Al francés se le ve a gusto. Cómodo y consciente de que el trabajo, incluidos los errores, siempre tiene premio. Fue amoldando el equipo poco a poco; prescindió de Casemiro hasta que se dio cuenta de que era importante para el equilibrio del equipo y para liberar a Kroos. Elogió a James e Isco por ser unos virtuosos del balón, pero los dejó fuera cuando consideró que no estaban al nivel que exigía el equipo. Liberó a Modric de las miles de ataduras tácticas de Benítez. Repartió mimos públicamente, pero toques a la hora de hacer las alineaciones.
Los jugadores ven en Zidane cosas de Carlo Ancelotti, del que fue segundo, y celebran el cambio de marcha que supuso su llegada. “A pesar del poco tiempo que lleva, Zizou [nadie se refiere a él como el míster] tiene un futuro enorme por delante. Fue jugador y se nota porque tiene una manera diferente de enfocar las cosas. Por eso se le ve como si llevara 30 años entrenando”, le piropeó Sergio Ramos. “Yo con él ya tenía buena relación cuando compartíamos vestuario y cuando era el segundo de Ancelotti. Nos conocía a todos cuando llegó y eso facilita las cosas a la hora de tener feeling y de crear un ambiente de trabajo alegre. Aprendió mucho de Ancelotti y tiene cosas de Carletto”, prosiguió el capitán del Real Madrid. “Todo el mundo siente que la alegría volvió cuando él llegó en enero. Como equipo hemos mejorado, era necesario para llegar a la final. Zidane nos ha dado confianza”, añadió Toni Kroos con chanclas y calcetines manchados de verde.
Tranquilidad y paciencia
Zidane jugó tres finales como jugador (dos con la Juve: 1997 y 1998, y una con el Madrid: 2002) y vivió una como ayudante de Ancelotti. Perdió dos, las dos con el equipo italiano, y ganó dos. La presión es diferente. “Las sensaciones ya las conozco porque las viví. Voy a afrontar esta final con tranquilidad, determinación y paciencia. Hay que tener un poco de todo”, explicó. Lo de la paciencia es lo que peor lleva.
Ayer dijo que le gustaría que fuera sábado ya. “A todos nos gustaría jugar, bueno yo no voy a jugar”, soltó en medio de las carcajadas de la abarrotada sala de prensa de la Ciudad Deportiva. Se asomó con cara de asustado al ver tantos periodistas y se dedicó a escrutarlo todo mientras Pepe contestaba a las preguntas. Cuando fue su turno, recuperó su sonrisa de siempre.
El último partido que perdió el Madrid de Zidane en la Liga fue contra el Atlético a finales de febrero. ¿Qué ha cambiado?, le preguntaron al técnico. “Que han pasado unos meses”, contestó. Según él no hay favorito y el hecho de que el Madrid llegue en un buen momento físico no significa nada. “Cuando pite el árbitro estaremos 50-50 y vamos a tener que sufrir hasta el final”, analizó. El día de su presentación insistió en la importancia de tener el balón. Lo repitió antes de la remontada ante el Wolfsburgo. ¿Es ese el camino para ganar la Champions?, le interrogaron. “No es suficiente, hay otras cosas. Va a pasar de todo en el partido, el rival no solo defiende bien, sino que crea dificultades”, matizó.
Su última final de jugador la vivió como protagonista —la foto de su volea en La Novena ocupa una pared entera de la residencia de los canteranos—, ahora espera ganarla de aprendiz.
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