Keylor Navas, especialista en trincheras
El meta brilla en el Madrid gracias al adiestramiento que inició en el Levante para jugar con la defensa metida atrás. Sus entrenadores describen la formación de un talento único
Las paradas que Keylor Navas repite bajo los palos del Madrid son fruto del trabajo que comenzó a hacer en el Albacete y, sobre todo, en el Levante, en donde afinó su cuerpo y su mente para actuar bajo asedio en el área de un equipo, que se cerraba atrás.
“A quienes jugamos con Keylor en el Levante esto no nos sorprende”, dice Ángel Rodríguez, exdelantero del equipo valenciano. “Hacía lo mismo que ahora. Al Betis le paró dos penaltis. En 2014 el Sánchez Pizjuán ganamos 2-3 y sacó cuatro balones de gol”.
Luis Llopis, el entrenador de porteros en el Levante, le situaba mentalmente en una escena abarrotada de peligros. Comenzaba por prepararle ejercicios que simulaban jugadas en las que le remataban varias veces de forma aleatoria en una superficie atestada de obstáculos. Le obligaba a moverse, a reaccionar, a tirarse al suelo y a incorporarse a la máxima velocidad posible para tapar nuevas andanadas desplazándose lateralmente en un suelo irregular. Le enseñó a anticiparse observando la posición del cuerpo del rematador. Le instruyó en el arte del dominio del espacio. Le preparó para lo peor. En la temporada 2013-14 comenzó a completar partidos memorables. Prodigios que la hinchada madridista ha presenciado en estos meses. Hazañas que este sábado en el Bernabéu el público volverá a reclamar. Porque la suerte del Madrid en el clásico, como en San Mamés, en Balaídos o en el Calderón, estará en manos de Keylor.
Keylor se encuentra en su hábitat. Entre otras cosas, porque Benítez planta la defensa del Madrid de forma similar al Levante de Caparrós. El método de Llopis hace efecto. Llopis es un entusiasta donostiarra de la preparación de porteros que sistematizó todo lo que aprendió de Arconada y de Iribar y, en el Levante, lo aplicó a las tareas de ataque y defensa propias de un equipo que juega replegado. Con Keylor se centró en perfeccionar la anticipación y el control del espacio en situaciones en las que la defensa está metida en el área y predomina el barullo. Afinó su velocidad de reacción para responder a jugadas con rivales asediando el arco a corta distancia. La clase de situación que vivió en Balaídos, en donde las tres mejores paradas las hizo con al menos cuatro compañeros entre el rematador y la línea de gol.
"Sería un excelente saltador para el atletismo. Tiene buena batida con ambas piernas", dice Cano, del Albacete
“Él disfrutaba entrenando”, recuerda Joaquín Caparrós. “Iba mejor, mejor, mejor… Siempre hubo gente que puso en duda su talento señalando que al Levante le tiraban mucho y que era más fácil lucir para un portero. Quien tuviera dudas de su fortaleza mental para adaptarse a un equipo como el Madrid es porque no conocía al chico. Y el chico tiene un nivel de concentración tremendo. Él vive el partido. Lo ves en cada acción cuando hace una parada y se levanta, sus ojos no dejan de seguir al balón. Es un gato. Eso le permite tener esa capacidad de reacción que tiene. Contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán ganamos 2-3 y fue espectacular. ¡Algo espectacular!”.
Carlos Cano, que le recibió en el Albacete en 2010, fue su primer entrenador de porteros en España. “Tenía poca musculatura”, dice Cano. “No le gustaban las pesas pero comprendió que le podían venir bien para los choques, para ganar velocidad, para sujetar mejor los balones en los blocajes, o para ir a los balones aéreos con más fuerza. Tenía dos cualidades innatas para un portero: explosividad y velocidad”.
“Ha hecho paradas decisivas en casi todos los partidos con el Madrid; y además paradas bonitas”, concluye Cano. “Tiene estilo y eso es un don ligado a la coordinación. Ha parado balones dificilísimos a los que él llega porque tiene una potencia en el tren inferior enorme. Sería un excelente saltador para el atletismo. Tiene una buena batida tanto con la pierna derecha como con la izquierda. Y a eso une una velocidad de reacción excepcional”.
"En el desplazamiento y en la frenada está el equilibrio", le advertía Llopis en el Levante, parafraseando a Iribar
Llopis recogió el testigo de Cano en 2012. Puesto a prepararlo para defender en un equipo que se cierra atrás, le advertía de que cuando hay mucha gente en el área lo importante es saber acelerar y frenar, y que para eso hay que tener una gran concentración mental y un gran equilibrio corporal. Al principio, Keylor tendía a sobreexitarse y se pasaba de rosca. Entonces el preparador vasco parafraseaba a Iribar. “En el desplazamiento y en la frenada está el equilibrio”, le decía.
Ángel Rodríguez evoca los entrenamientos con su colega. “Él siempre sacó de las casillas a los delanteros”, dice el punta; “porque en el mano a mano te aguanta lo más posible. Te adivina la intención”.
Los años especializaron a Keylor para guardar porterías bajo asedio, atestadas de jugadores, propios y extraños. La filosofía cautelosa de Benítez le vuelve a situar en la trinchera. Después de años de adiestramiento específico, este es su ecosistema ideal.
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