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A Contador, ganar el Giro le está costando más de lo que pensaba

En la llegada a Lugano, la ciudad donde vive el líder, segunda victoria al sprint del italiano Sacha Modolo

Carlos Arribas
Contador, en Tirano, en la salida de la etapa que terminó en Lugano.
Contador, en Tirano, en la salida de la etapa que terminó en Lugano.LUK BENIES (AFP)

En el hotel, antes de desayunar hambriento, Andrey Amador se da la vuelta con gesto de modelo y dice. “Ya no tengo ni culo, ¿eh” Ha perdido cuatro kilos, de 72 a 68, el costarricense, ha descarnado el rostro, escala como nunca, está cuarto en la general y duerme junto a Aprica, en Corteno Golgi, el pueblo de Camillo Golgi, aquel que ganó el Nobel de Medicina a medias con Ramón y Cajal. No entendía nada de ciclismo Golgi y un día, al bajarse del tren en Pavía, vio que en la estación una banda musical entonaba una marcha de bienvenida. “¿Pero cómo me reciben así, si nadie sabía que venía en este tren?”, le preguntó, extrañado, a su acompañante. Y este le respondió, “perdona, Camillo, pero no tocan para ti, sino para un campeón ciclista, Giovanni Rossignoli, que viene de ganar una carrera en Francia…”

A Amador seguramente le esperen bandas y multitudes cuando regrese a Costa Rica, pero antes tiene que lograr, por lo menos, terminar en el podio de Milán, un objetivo del que le separan 56s y unos cuantos puertos. “Quedan puertos muy famosos”, dice su director, Txente García Acosta. “Pero el que más tememos es el más desconocido, el Monte Ologno, que subimos el jueves, antes de bajar a Verbania, un puerto del que todo el mundo habla y nadie ha subido en competición”. Al subirlo rozarán el cementerio en el que está enterrado Bernhard Riemann, el matemático de los números primos, quien fue al lago Mayor a buscar una cura que no encontró para su tuberculosis. Murió a los 40 años y no le podrán rendir homenaje pleno ninguno de los grandes, pues todos sus dorsales son divisibles, ni Amador (dorsal 112), ni Landa (24), ni Aru (21), ni tampoco Alberto Contador (201), quien de Ologno solo conoce lo que ha oído, que es muy duro y mucha pendiente.

Contador llegó a Lugano, final de etapa (victoria al sprint de Sacha Modolo, el campesino de Treviso que no sabía pronunciar la che y acabó diciendo que se llamaba Saca, y Saca le llaman sus abuelos, su madre, sus amigos: es el segundo triunfo del velocista del Lampre, lanzado perfectamente por su pareja querida Ferrari-Richeze, después de una persecución loca a Luca Paolini en las curvas finales, una mezcla de descenso del Poggio y de circuito de F1 de Montecarlo) y casa suya, donde le esperaban su mujer, Macarena, de verde, y un paisaje de tarjeta postal, con tanto sol reflejado en las aguas del lago y las montañas al borde. Llegó feliz el líder de rosa y también algo preocupado. “En este Giro hasta las etapas de transición, como esta, se hacen duras, en este caso por el viento”, dijo el chico de Pinto que vive en Lugano desde hace tres años. “Está siendo un duro bastante más duro de lo que había imaginado, aunque menos duro que el de 2011. En el Mortirolo, por ejemplo, me tuve que exprimir más de lo que me habría gustado. Tengo que medir los esfuerzos porque dentro de cinco semanas me espera otra carrera durísima [el Tour] y los excesos se pagan”.

Tanto está poniendo de su parte para endurecer el Giro el Astana, el equipo de Landa y Aru, los que anuncian la guerra del weekend alpino, y también el equipo de Vincenzo Nibali, que defenderá su título en el Tour, que ya circula por la sala de prensa la maledicencia de que los de Vinokúrov suicidándose en el Giro matarán a Contador en el Tour.

Tan tocado suele dejar la carrera rosa a sus vencedores que ningún ciclista, desde Marco Pantani en 1998 ha podido ganar Giro y Tour el mismo año. En 2011, Contador, después de llegar de rosa a Milán, sucumbió en el Tour de Cadel Evans. “Pero entonces”, recuerda siempre el español, que llegó al liderato del Giro en la quinta etapa, antes de lo que es su costumbre, “no lo había preparado como esta temporada”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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