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“Cree en algo, en lo que sea, pero cree”

El argentino Jonás Gutiérrez, del Newcastle, relata su historia de superación después de estar apartado del fútbol durante 17 meses como consecuencia de un cáncer de testículo

Alejandro Ciriza
Jonás, a la derecha, disputa el balón con Januzaj, del United.
Jonás, a la derecha, disputa el balón con Januzaj, del United.Ian MacNicol (AFP)

Nunca hubiera imaginado Jonás Gutiérrez (Buenos Aires, 31 años), uno de esos carrileros profundos que se dejan el alma sobre el césped, que un encontronazo tremendo iba a permitirle esquivar a la muerte. En mayo de 2013, durante un duelo entre el Arsenal y el Newcastle, en Londres, fue a la disputa del balón con el francés Sagna, una roca. El impacto fue durísimo. “En el fondo fue un golpe de suerte”, explica el argentino, al que un dolor persistente en la zona genital y la inflamación del testículo izquierdo le impedían entrenarse. Acudió a una clínica y tras varias pruebas y algunas explicaciones confusas, cayó el mazo. “Me dijeron que era un tumor, pero en un principio no mencionaron la palabra cáncer. Yo insistí y al final me dijeron que sí. Me lo confirmaron y rompí a llorar en mitad de la consulta”, relata el protagonista a través del teléfono.

Hay que ser positivos y tener fe. La mentalidad, el cariño y la buena onda son fundamentales"

Saltador de obstáculos, no era la primera vez que Jonás se topaba con uno. Desde bien temprano tuvo que aprender a sortearlos. Un ataque cardiaco cuando sólo tenía un año y medio paralizó por completo el hemisferio izquierdo de su cuerpo. “Sufrí convulsiones febriles y me recomendaron que practicara algún deporte para que no quedasen secuelas. Me mandaron a jugar al fútbol y a partir de ahí se dio todo de forma natural. Creía con el corazón que iba a ser futbolista profesional y lo logré; ahora ha ocurrido lo mismo. Sabía que podía recuperarme y lo he conseguido”, cuenta el argentino, que la semana pasada volvió a nacer, como él dice, cuando el técnico John Carver le ordenó que entrase en el campo, frente al Manchester United.

En ese instante, los 52.000 espectadores de Saint James Park se pusieron en pie y le brindaron una ovación atronadora. Coloccini, su “hermano”, le cedió el brazalete de capitán. Y, a partir de ahí, 30 minutos maravillosos. “Fue como un bautizo, volver a empezar de nuevo. El último pasito. Sentí algo muy similar al día de mi debut”, describe. Una jornada antes, contra el Aston Villa, su entrenador ya le había incluido en la convocatoria, aunque no llegó a jugar. “Fue muy lindo, porque entonces ya pude hacerme una idea de lo que iba a venir. Todo el mundo se volcó conmigo”, rememora Jonás, formado en la escuela del Vélez Sarsfield, aunque hincha de San Lorenzo de Almagro, y que en la infancia compaginó el fútbol con el atletismo. De ahí esa velocidad endiablada y su apodo, El Galgo.

Los aficionados de Saint James Park aplauden a Jonás.
Los aficionados de Saint James Park aplauden a Jonás.Dylan Martinez (REUTERS)

Habían transcurrido 17 meses desde que le diagnosticaron el cáncer hasta su regreso definitivo. Por el camino, una travesía de quimioterapia y una montaña rusa anímica. Pese a que los médicos le propusieron operarse un día después de comunicarle la noticia, decidió recuperarse en su tierra, en Buenos Aires, así como tirar de su bolsillo para pagar el tratamiento. En medio de todo, una estación desagradable. Después de que le extirparan el testículo y comenzase a asomar la luz, regresó a Inglaterra en noviembre de 2013, pero el técnico Alan Pardew le enseñó la puerta de salida. “Esperaba un trato más humano por parte del club”, admite; “lamentablemente, eso me quedará para siempre. No lo esperaba. En cinco años no me había perdido prácticamente ni un partido. Sólo la enfermedad me apartó de el equipo. Cuando uno ve que ante una situación extrafutbolística le sueltan la mano, obviamente se queda dolido”.

Esperaba un trato más humano por parte del club. Uno queda dolido"

Buscó acogida en el Norwich, cedido por unos meses, pero allí volvieron las complicaciones. Unos ganglios y la reanudación de la quimio le apartaron de nuevo del fútbol. “La vida no es fácil para nadie, todo el mundo choca con piedras”, dice Jonás, 11 veces internacional con Argentina y ex del Mallorca, donde jugó de 2005 a 2008 y aún conserva casa; “ante una situación así, lo importante es la fe. Da igual en lo que creas, hay que ser positivos y tener fe. Gracias a eso se sale adelante. La mentalidad, el cariño y la buena onda son fundamentales. Cada uno puede aferrarse a lo que sea, pero hay que tener fe. Yo creo mucho en Dios y siempre miré hacia adelante”.

Y así, a base de coraje y agallas, volvió a Newcastle y al terreno de juego. Por el trayecto, también, infinidad de muestras de apoyo. Desde su núcleo de amigos, que se raparon el pelo como señal de apoyo, hasta el planeta futbolístico. Ahí han estado sus camaradas Coloccini, Heinze, Lavezzi o Demichelis; astros como Messi o Maradona (le citó para el Mundial 2010) y tantos otros nombres, infinidad de mensajes de aliento. Todos ellos le han llevado en volandas hasta el césped. “Me encuentro muy bien, estoy muy fuerte”, remata; “¿Un ejemplo? No, de eso nada. Hay gente que a nivel humanitario hace cosas extraordinarias. Yo simplemente he superado una dificultad. Creo que la información general sobre el cáncer es mala, así que lo que me gustaría es transmitir cómo lo he vencido yo para que les sirva a otras personas”.

Que así sea. Bienvenido, Galgo.

VÍDEO: El regreso de Jonás Gutiérrez frente al Manchester United.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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