_
_
_
_
_
FÚTBOL INTERNACIONAL | EL CÓRNER INGLÉS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Trasplantes de cabeza

Gareth Bale, durante el Israel-Gales.
Gareth Bale, durante el Israel-Gales.Ariel Schalit (AP)

"Me convertí en alguien capaz de dar vida a materia muerta." Del libro ‘Frankenstein’, de Mary Shelley.

¿Valdría la pena algo tan descabezado como ir a la cárcel por fichar a Leo Messi? Algunos dirían que sí. Habrá aficionados del Liverpool, del Chelsea, del PSG, del Borussia Dortmund, del Milan, del Betis, incluso del Real Madrid, que estarían dispuestos a quedar presos cinco años, o más, si esta fuese la condición de poder contar con el mejor jugador del siglo XXI.

El consuelo sería enorme para el que hiciera semejante sacrificio. Le pondrían una estatua. Su nombre sería coreado en los estadios. Acabaría siendo tan inmortal como Mandela.

Pero, ¿Neymar? ¿Valdría la pena ir a la cárcel por fichar a Neymar, posibilidad que se le presenta de repente a un par de directivos del Barcelona? A día de hoy habría que decir que no. Ha pasado año y medio desde que llegó a Europa de Brasil y el precio que pagó el Barcelona por él, más el que un juez podría decidir que deben pagar los que lo ficharon, aún no se justifica.

Un aficionado del Barcelona comentó con admirable clarividencia, justo antes del partido entre su equipo y el Real Madrid el domingo pasado, que Neymar era un accesorio de lujo, un bolso Louis Vuitton.

Lo mismo se podría decir de Gareth Bale. Si se hubiese pagado 40 o 50 millones de euros por él, como por Neymar, en vez del doble por ambos, se podría haber dicho que sus clubes apostaron bien. Son jugadores jóvenes de mucho talento que, si se les da tiempo, podrían llegar a ser grandes.

En los casos de Neymar y de Bale el problema no ha sido tanto de adaptación física como mental

El caso de Cristiano Ronaldo sirve de ejemplo de cómo se deben hacer estas cosas. En 2003, una época menos chalada que la actual, el Manchester United fichó a la gran promesa portuguesa por 18 millones de euros. En sus primeras tres temporadas con el United marcó solo 27 goles. Había aficionados del United que se preguntaban si el club se había equivocado al remplazarlo por David Beckham, el bolso Louis Vuitton que en ese mismo 2003 se compró el Real Madrid. Pero tuvieron paciencia y Cristiano no decepcionó. Marcó 91 goles en sus segundas tres temporadas en Inglaterra y el United ganó todos los títulos, incluyendo la Champions.

Cuando el Madrid lo fichó en 2009 vino con una garantía de efectividad del cien por cien. Cuatro años después, el Madrid y el Barcelona ficharon a Bale y a Neymar por lo mismo que costó Cristiano. Bale venía del Tottenham y no había ganado nada. Neymar solo había jugado en Brasil, donde el fútbol es lento y hay mucho más tiempo para tomar decisiones, o deleitarse con virguerías, que en el fútbol español.

En ambos casos el problema no ha sido tanto de adaptación física como mental. En este sentido, Neymar, por más disperso que sea hoy, promete más. Da indicios de poder madurar y convertirse, como Messi, en un gran jugador de equipo. En cuanto a Bale, parece ausente. Juega solo, a su bola. Si llegase a evolucionar como Cristiano esto no importaría. Mientras, uno se pregunta si le hubiera ido mejor como jugador de golf.

Neymar, durante un partido con Brasil.
Neymar, durante un partido con Brasil.Francois Mori (AP)

¿Qué hacer con ellos? En el caso de Neymar, aguantar y ver. En el de Bale, quizá venderlo de vuelta a la Premier League, donde tienen más cancha los pollos sin cabeza.

Lo cual nos sugiere una idea un poco más radical. Un neurocirujano italiano llamado Sergio Canavero declaró el mes pasado a la revista New Scientist que en 2017 se podrá realizar el primer trasplante de cabeza. Si para entonces ni Bale ni Neymar han justificado sus costosos fichajes se podría explorar la posibilidad de que sean pioneros en esta nueva rama de la cirugía. ¿Qué cabeza ponerles? Messi no. Tendría que ser un jugador retirado. La de Carles Puyol a Bale, quizá, para que le eche más huevos. La de Xavi Hernández a Neymar, para que optimice su visión de juego.

El problema sería convencer a Puyol y a Xavi. En el caso de Xavi puede que haya margen para negociar. Esta semana nos enteramos de que va a jugar en Qatar. A cambio de someterse a semejante muerte en vida, le pagarán, dicen, 30 millones de euros por tres temporadas. Si le ofrecieran tres veces más por donar su cabeza quizá se lo piense. No sería el primero en el mundo del fútbol profesional que pierde la cabeza por el dinero.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_