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Earl Lloyd, el primer negro en la NBA

Su estreno en 1950, con los Washington Capitols, pasó inadvertido pero rompió tabúes

Robert Álvarez
Earl Lloyd, con el número 11, en un partido Fort Wayne-Syracuse.
Earl Lloyd, con el número 11, en un partido Fort Wayne-Syracuse.AP

Earl Lloyd contaba con tanta naturalidad y un punto de retranca su experiencia vital que disipaba la fanfarria excesiva en torno a su condición de pionero del baloncesto. “Salí a la cancha y el mundo siguió girando. Nadie dijo ni una palabra, ni los jugadores, ni los aficionados. Nadie dijo nada sobre el hecho de que yo fuera el primer jugador negro en la NBA. No recuerdo ninguna mención en la prensa”, comentó en una entrevista en la ESPN. El 31 de octubre de 1950 cuando saltó a la cancha de Rochester, Nueva York, con la camiseta de los Washington Capitals, rompió tabúes en plena ebullición del segregacionismo en Estados Unidos.

La NBA suele mostrarse comprometida y escrupulosa con el sesgo social de sus actuaciones. Desde hace años promueve las noches latinas, el anterior comisionado David Stern combatió las lacras de la droga y la violencia doméstica y el nuevo comisionado, Adam Silver, no pudo ser más contundente con la expulsión de la Liga de propietarios o directores deportivos que efectuaran comentarios racistas. Sin embargo, Earl Lloyd nunca obtuvo un reconocimiento pleno como pionero de la integración racial.

Lloyd tenía que alojarse muchas veces en un hotel distinto al de sus compañeros por el color de su piel

Lo aceptó con modestia y una permanente sonrisa. “Hacía demasiado frío allí para el Ku Klux Klan”, bromeaba. Si pasó desapercibido fue porque el gran impacto mediático de un deportista negro en una de las Ligas mayores de Estados Unidos lo obtuvo tres años antes Jackie Robinson cuando debutó el 15 de abril de 1947 con los Brooklyn Dodgers en la Major League de béisbol. La tormenta se cebó con Robinson. Coincidió con el nacimiento de la NBA, una liga a años luz del impacto mediático que alcanzó después. Fueron tiempos muy duros para los jugadores negros. “¡Vete al África, negro!”, le gritaban a Earl Lloyd en Indianápolis. Al igual que en otras muchas ciudades Lloyd tenía que alojarse en un hotel distinto al de sus compañeros a causa del color de su piel. Estaba acostumbrado. En la escuela de Alexandria, Virginia, la ciudad donde creció, su escuela era pequeña y no tenía ningún tipo de infraestructura como las que disponían los blancos. “La gente te solía decir: ‘Separado pero igual’. Cuando fui haciéndome mayor les decía: ‘No insultéis mi inteligencia”. El segregacionismo era tal que Lloyd, en su época juvenil, nunca pudo disputar una competición con jugadores blancos. “Era como un muro. Una parte de la ciudad era negra y la otra parte, blanca”.

En 1955 consiguió el anillo de campeón con Syracuse, concluyó su carrera en 1960 y entrenó poco más de una temporada a los Pistons

Lloyd consiguió el anillo de campeón en 1955 con Syracuse Nationals, antes de concluir su carrera como jugador en 1960. Su etapa como entrenador fue efímera: apenas una temporada y pico con los Detroit Pistons. En 2003 entró en el Salón de la Fama, que honra a los más grandes deportistas y personalidades del baloncesto mundial.

Lloyd falleció a los 86 años el 26 de febrero. “Cuando Earl pisó el parquet aquel día de 1950, pasó a formar parte importante del movimiento histórico por los derechos civiles y, lo más importante, abrió una puerta para la igualdad en América”, declaró Brian Hemphill, presidente de la Universidad de Virginia State en la que estudió Lloyd. “Earl es un testigo sin precedentes de nuestro pasado segregacionista y personifica el cambio en este país”, comunicó la Asociación de Jugadores de la NBA, que preside Chris Paul, el base de los Clippers. “Se ha ido una figura en la historia de Estados Unidos”.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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