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El Pacífico en globo

Un estadounidense y un ruso baten récords de distancia y tiempo al viajar desde Japón a México

Juan Morenilla
Los tripulantes del globo TwoEagles posan a su llegada a México.
Los tripulantes del globo TwoEagles posan a su llegada a México. EFE

En sus 28 años como creador de Al filo de lo imposible, Sebastián Álvaro conoció bien la sensación de volar en globo. “Se siente quietud”, explica, “dentro del globo no hay movimientos. Se comporta como una partícula en el aire. Es como si flotaras. Arriba, el mundo pasa por debajo de tus pies. Es como estar en el balcón de tu casa”.

Sebastián Álvaro atravesó en globo los Andes en 1993, de Santiago de Chile a Mendoza, mirando el Aconcagua desde 8.500 metros de altura. Fue un viaje relativamente corto, tres horas, pero lleno de la aventura que caracterizó aquellos programas televisivos. Un riesgo que hoy se ha perdido en algunas expediciones conforme la tecnología va cubriendo los peligros de lo imprevisto. El último ejemplo es el del estadounidense Trod Bradley y el ruso Leonid Tiukhtyaev. Esta pareja batió este sábado dos largos récords en globos de helio al cruzar el océano Pacífico desde Japón a México. Es la mayor distancia recorrida con la ayuda de este gas, 6.646 millas (10.696 kilómetros), y el mayor tiempo de vuelo, 160 horas y 38 minutos (seis días, 16 horas y 38 minutos). Por debajo han quedado unas marcas de 1981 y 1978, respectivamente.

A bordo tenían oxígeno artificial, un hornillo, un aseo y toda la información vía satélite

Pero, contrariamente a aquellos primitivos globos de aire caliente de hace dos siglos, Bradley y Tiukhtyaev han viajado en una especie de minicasa flotante de 43 metros de altura, 27 de diámetro, 670 kilos de peso y 287 lastres de arena de 18 kilos cada uno. El Two Eagles, nombre con el que bautizaron al globo en honor a sus predecesores, transportaba a los pilotos en una cápsula de fibra de carbono algo más pequeña que una cama de matrimonio, con reservas suficientes de comida (alguna congelada) y agua, un pequeño hornillo, un aseo improvisado, oxígeno artificial a partir de los 4.000 metros y una red de satélites y aparatos electrónicos que les informaban al segundo de su posición y de las altitudes que debían tomar para atrapar las mejores corrientes. “Cuanto más tecnología se usa, más se parece a una aeronave”, comenta Sebastián Álvaro, que desde hace años ronda el proyecto de atravesar el K2 en globo de aire caliente, un vuelo “muy arriesgado” sobre el corazón de los ochomiles del Karakórum para el que necesita permiso de las autoridades paquistaníes (concedido) y chinas (no concedido).

El globo, rescatado por un pesquero.
El globo, rescatado por un pesquero.Richard Berry (AP)

El motor de estos globos es la gran diferencia. La pareja ruso-estadounidense ha utilizado un globo de helio, gas que podían administrar según sus necesidades. Los de aire caliente, como pretende emplear Álvaro en el K2, están mucho más sujetos a los caprichos del tiempo, son más impredecibles. Y existe una tercera vía, los llamado globos Rozier, que utilizan un sistema mixto (con mayor uso de gas) y que son los únicos que han conseguido dar la vuelta al mundo en vuelos de hasta 20 días.

Bradley y Tiukhtyaev regulaban la altitud con las válvulas de helio y soltando lastres. Dormían periodos de unas cuatro horas cada uno. Después de partir el domingo pasado de Saga, en Japón, tenían previsto aterrizar en Canadá, pero los vientos les empujaron hasta México. A seis kilómetros de la costa de La Poza Grande, en la Baja California, un barco pesquero vio caer desde el cielo a tan enorme globo. Les rescataron del agua y les llevaron a tierra.

En 1992, los también españoles Jesús González Green y Tomás Feliu completaron en globo de gas la travesía del Atlántico de este a oeste, desde Canarias a Venezuela. 130 horas y 5.100 kilometros. Más de 20 años después, un estadounidense y un ruso han copiado su ejemplo en el Pacífico. Los tiempos han cambiado mucho. La tecnología invade muchas aventuras. Hoy se mira más al ordenador que al cielo.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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