Fukushima marca la exposición de Tokio
La candidatura japonesa pide los Juegos para tener “algo en lo que soñar y luchar” tras el maremoto de 2011, cuyas consecuencias son su principal lastre
Un niño japonés de unos seis años juega al baloncesto en un solar desvencijado junto al mar. Al fondo, un barco se dirige a la costa, amenazador, como una metáfora de lo ocurrido en 2011. El chaval no mete ni una canasta. Finalmente, se le atora el balón contra el aro y no llega a sacarlo de allí. Todo eso lo observa un jugador profesional occidental que viaja con su equipo en autobús y pasa por allí. Se baja, desatasca el balón, y echa un partidito con sus colegas y el niño. Luego se despide de él: “Espero verte algún día con los profesionales”. Ese vídeo promocional de la candidatura, que finaliza con el latido de un corazón sobre el skyline, resume la baza de Tokio para organizador los Juegos de 2020: "Los necesitamos", proclama la candidatura implícitamente.
Tokio busca “promover el espíritu nacional, la confianza y la unidad de los japoneses, ofreciéndoles esperanza, en particular tras el terremoto y maremoto de marzo de 2011". La princesa Takamado ha pedido al COI que otorgue los Juegos a Tokio para “motivar” a la juventud japonesa: “Denles algo en lo que soñar, enseñémoslos que pueden tirar para adelante, denles algo por lo que luchar”.
Tokio ha tratado de emocionar porque ese es precisamente su punto débil: la candidatura es perfecta pero fría. Aun así, no se ha olvidado de recordar sus fortalezas. La principal: el dinero. La capital japonesa tendría que invertir 4.380 millones de dólares en infraestructuras y sedes deportivas, pero guarda 4.500 millones en el banco desde la candidatura de 2016, lo que, en opinión del COI, “reduce significativamente los riesgos inherentes normalmente al cumplimiento por parte del Gobierno”. “Voten por Tokio y votarán por un cumplimiento garantizado”, ha proclamado esta mañana la candidatura. Además, ha incidido en la fuerza de los patrocinios, una de sus mayores garantías, amén de recordar que “ningún atleta olímpico japonés ha dado nunca positivo por dopaje”.
Tokio ha tratado de emocionar porque ese es precisamente su punto débil: la candidatura es perfecta pero fría
La cuestión más espinosa la ha abordado el primer ministro, Shinzo Abe, que ha dicho que Tokio es “una ciudad segura ahora y en 2020”. “Algunos pueden estar preocupados por Fukushima”, la central nuclear que destruyó el maremoto de 2011. “Les aseguro que la situación está bajo control, no ha tenido nunca y no tendrá nunca un impacto sobre Tokio”, ha señalado. Tras la presentación, los miembros del COI han preguntado cómo pueden estar seguro de ello. Abe ha incidido en que Fukushima “no plantea ningún problema en absoluto”, “el impacto del agua contaminada se ha aislado a un área de 0,3 kilómetros cuadrados, alrededor de la central, y está totalmente controlado”. “No ha habido problemas relacionados con la salud, ni ahora ni los habrá en el futuro. Lo digo de la forma más enfática. Y me gustaría implementar programas para resolver esa situación, quiero decirlo enfática e inequívocamente”, ha añadido.
La presentación ha terminado con un vídeo similar al inicial, en el que un joven japonés de viaje en autobús con su equipo de baloncesto profesional para en una gasolinera y se encuentra con un chaval de tez morena jugando con una canasta destartalada. Recuerda entonces el joven japonés su encuentro de años atrás, coge el balón y lo encesta. Estos vídeos están inspirados en una vivencia que le transmitió un niño a Abe, aunque en ese caso con una pelota de fútbol que para él, ha contado el primer ministro, “representaba la esperanza”. “Me comprometo a cuidar de esto”, ha añadido, en referencia a los valores olímpicos, como conclusión a su respuesta sobre los peligros de Fukushima.
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