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EL CHARCO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Espectáculo a tres puntas

El Athletic de Bielsa es contracultural y hasta ahora ha manejado sus tres competiciones casi sin rotación de futbolistas

Mascherano, con Toquero
Mascherano, con ToqueroDAVID RAMOS (GETTY)

Antes de empezar la temporada hay equipos que optan por formar planteles largos, aun con los problemas que acarrea gestionar la abundancia, y otros que prefieren tener planteles cortos, aun con el riesgo de que en algún momento deban gestionar la escasez. Otros equipos no tienen elección y no manejan la plantilla que querrían, sino aquella que se pueden permitir. A estas alturas del año, el Real Madrid lleva ventaja porque, si bien es imposible mantener a tantos jugadores contentos todo el tiempo, solo Mourinho puede permitirse algunos lujos como quitar a Coentrão e Higuaín y poner de recambio a Marcelo y Kaká o que en la Champions jueguen Khedira y Sahin y, tres días después, en la Liga lo hagan Granero y Xabi Alonso mientras Altintop descansa y se espera la recuperación de Lass y Di María.

El Barcelona, que elige no lidiar con las dificultades de un plantel tan largo, tuvo el acierto de contratar a Mascherano, que le sirve de comodín, pero no va tan holgado cuando debe afrontar las rotaciones mientras sufre bajas como las de Abidal y Villa. En ese sentido, el Athletic de Bielsa es contracultural y hasta ahora ha manejado sus tres competiciones casi sin rotación de futbolistas. Sin embargo, las piernas ponen sus límites y el Athletic, a pesar de un gran esfuerzo, solo tiró una vez a puerta en el Camp Nou.

Hubo dos culpables de que el segundo asalto entre el Athletic de Bielsa y el Barça de Guardiola no colmara las expectativas. Uno de ellos es que el primero fue un partido para recordar y nunca es fácil estar a la altura de lo memorable. El otro se debió a una traición del calendario.

El Madrid parece haberse dado cuenta de que su rival más grande, a estas alturas, no es el Barça, sino él mismo

Aquel encuentro de la primera vuelta era un punto de inflexión para un equipo al que ya le cabía el molde de su entrenador, pero todavía esperaba un duelo de máximas alturas para terminar de convencerse. El Athletic obligaba al Barça a derramar hasta la última gota de sudor para defender su racha invicta. Si uno de los requisitos para ser un gran equipo es, en algún momento, mirarse en el espejo y reconocerse como tal, después de aquel empate con sabor a proeza, el Athletic culminó su transformación: de ser un conjunto aguerrido, rocoso y ordenado el año anterior a uno que sostenía las viejas virtudes y les agregaba desinhibición, valentía y audacia. La dosis inyectada por Bielsa para lograr un equipo efervescente y la habitual apertura con que juega el Barça nos regalaron un partido tan emocionante en San Mamés que disparó las expectativas para la segunda ronda.

Esta vez el partido comenzó viciado. No fueron los árbitros ni las estrategias, sino la inflexibilidad del calendario lo que escamoteó al público mayores emociones. No es que no fuera bueno, que lo fue, sino que pudo ser mucho mejor si el cuadro vasco hubiera tenido tiempo de lavarse los dientes entre el pitido final contra el Schalke y el de inicio en el Camp Nou.

Desde el primer minuto de juego, el Athletic fue todo lo que el cansancio le dejó ser: un ejercicio de voluntad para intentar reconocerse en cada jugada. Ese ejercicio duró mientras Iraizoz hizo milagros y se acabó cuando Alexis recuperó un balón que el Athletic se demoró en circular un poco más de lo debido. No le alcanzaron al partido las entradas de Muniain y Herrera en el entretiempo, 45 minutos más descansados que sus compañeros. El penalti intangible de Javi Martínez sobre Tello puso fin a la esperanza de emociones justo cuando Bielsa terminaba de vaciarse los bolsillos con la entrada de Llorente.

Mas allá de la confuciana honradez deportiva de Bielsa, que rozó el Ren cuando anticipó que no se justificaría en el cansancio en caso de derrota, la realidad es que no solo se vieron mermadas las posibilidades del Athletic de ganar, sino también las del espectáculo, que no pudo ser lo que prometía. Afortunadamente, al público todavía le queda el tercer round, el 25 de mayo, en el Calderón.

Mientras tanto, ajeno a estas angustias, el puntero siguió su camino como si jugara una Liga paralela y ofreció su propio espectáculo contra Osasuna. Después de las dudas ante el Málaga y el Villarreal, el Madrid parece haberse dado cuenta de que su rival más grande, a esta altura, no es el Barça, sino él mismo. En el Reyno de Navarra, el equipo volvió a jugar igual que con la Real Sociedad, sin mirar a los costados, como mejor le sale. Cuando lo hace, abre los partidos como si fueran regalos de cumpleaños y tacha sin apuro los días que lo separan de volver a festejar a lo grande.

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