Tony Soprano se va con los patos; fallece James Gandolfini
También en el blog: El decálogo de Tony Soprano
Ha fallecido de un infarto James Gandolfini a los 51 años. Se nos ha ido Tony Soprano. Gandolfini estaba en Italia de vacaciones (allí donde Tony iba a buscar sus orígenes y estrechaba lazos con la mafia napolitana) e iba a participar en un festival de cine en Taormina. El actor, que ha participado en decenas de películas, casi siempre como secundario, alcanzó la fama con su interpretación en Los Soprano. Clavó uno de los personajes más elaborados y complejos de la historia de la televisión. "Estamos todos perplejos y sentimos una gran tristeza por la perdida de alguien que es parte de nuestra familia", ha explicado la HBO en un comunicado. "Era un hombre especial, con un gran talento, pero lo más importante es que era una persona generosa y cariñosa con cualquiera, trataba a todo el mundo con el mismo respecto. Llegó al corazón de muchos con su humor, su calidez y su humildad. Nuestros corazones y oraciones están con su mujer y sus hijos en este momento de dolor".
Tony Soprano es para siempre
Por Álvaro P. Ruiz de Elvira
Tony parecía un hombre feliz. Hasta que los patos dejaron su piscina y se fueron para siempre. Así comenzaba Los Soprano, con un mafioso americano de raíces italianas en pleno ataque de ansiedad al ver cómo una familia de patos que nada en su piscina se pelea entre ellos, levantan el vuelo y se van volando. Tony, mostrado en los primeros segundos como un hombre sonriente, feliz, que prepara una barbacoa, se desmaya, tirando una lata de líquido inflamable (todo es peligroso) junto al fuego. De ahí, a la terapia, a los agobios, a la angustia, a horas y horas de análisis de lo que significa la familia, la muerte, el miedo, la existencia. Ah, esos patos que vuelan no se sabe a dónde...
No ha habido personaje televisivo que haya atrapado tanto como Tony. Gandolfini lo bordó, con su simpática sonrisa de medio lado que cambiaba a cara de furia en medio segundo, con una voz única y una mirada que traspasaba la pantalla hasta el espectador. Hizo que un personaje que puede llegar a ser muy desagradable sea admirado, que se compartan sus preocupaciones, que sus sufrimientos sean los tuyos. Consiguió lo que en un principio parecía imposible, equipararse al Vito Corleone de El Padrino. A Marlon Brando. Gandolfini será Tony, para siempre, más alla de un fundido a negro...
Tony Soprano, la gran tragedia de la vida
Por Fernando Navarro
La historia del cine y la televisión está poblada de mafiosos pero nadie ha igualado la tragedia de Tony Soprano. Porque, si bien es cierto que las sombras de Michael Corleone en la saga de El Padrino perviven como el mayor logro jamás filmado sobre las contradicciones y las luchas del alma humana dentro del género de “obras sobre la mafia”, Tony Soprano, con su sonrisa infantil, tan boba como tierna, y sus arrebatos de ira, hizo de su supervivencia familiar (tanto la mafiosa como la que tenía en casa con su mujer, amantes, hijos, madre, tíos y sobrinos) el relato visual más profundo, fascinante y arrebatador que nunca se ha visto. Y toda la culpa la tuvo, aparte de su creador David Chase, el actor que le encarnó: James Gandolfini, quien desde el anonimato cinematográfico alcanzó la posteridad en la estela de las grandes estrellas de Hollywood interpretando con precisión y soltura a un italoamericano más de Nueva Jersey, padre de familia, marido infiel, hijo de una madre severa, sobrino de un mafioso intratable y, por supuesto, finalmente capo de una mafia de segunda pero donde cada día se jugaba la vida y decidía sobre el destino de muchas.
Galdofini hizo real la tragedia moral y psicológica de Shakespeare que Chase llevó a la pequeña pantalla. Desde que con el cambio de siglo Los Soprano empezaron a ganar Emmys y Globos de Oro como la gran serie dramática de su tiempo, no se ha dejado de oír lo mismo en análisis y comentarios: Shakespeare se coló en la televisión gracias a esta gran historia de la mafia contada en 86 episodios. Conviene apuntar que, si las trascendentales reflexiones y la sabiduría de uno de los grandes genios de la literatura universal llegaron al corazón de los espectadores, fue, en gran parte, por Galdofini. El actor hizo creíble, humano e irrepetible a Tony Soprano, el personaje más impactante que ha dado la televisión, que más ha llenado una pantalla, repleto de matices, de recovecos emocionales, consiguiendo que un sociópata como él, asesino e hipócrita, consiga traslucir la poesía que guarda el alma incluso cuando todo lo que rodea a la persona y al personaje es ruido y furia. Ese fue el arte de Galdofini, su pasaporte a la eternidad cinematográfica. Con su cuerpo grandullón, su mirada de fuego y soledad y su gesto roto, Tony Soprano nos deja ver los retazos de tormenta y silencios que se esconden en el interior del espíritu de las personas, aquellos que nunca tendrán explicación pero que son más grandes que nuestros pensamientos y nuestros actos.
Suelen decir los profesores de literatura y de cine que la diferencia fundamental para diferenciar un drama de una tragedia reside en un aspecto básico: en el drama, los personajes tienen posibilidad de cambiar su destino, con determinadas decisiones en determinados momentos de la trama, mientras que en la tragedia esto no sucede. En la tragedia, su protagonista sucumbe fatalmente a un destino aciago. Desde el primer capítulo en que los patos abandonan volando la piscina del hogar de Tony Soprano, este se desmaya y empieza a acudir a terapia con una psicóloga, el espectador se sumerge en una historia vertiginosa de relaciones humanas, de vida y de muerte, con la sensación de que ese mafioso, que acude a la nevera en ataques de ansiedad y al que terminarás por entender, tiene en su mano muchas veces cambiar su destino. Tiene en su mano que el drama de su vida sea otra cosa, a saber qué. Pero, a decir verdad, la tragedia está plasmada desde el primer capítulo. Desde que los patos se fueron. Porque, a medida que van pasando temporadas, Tony Soprano encarna la lucha sin victoria ni heroísmo contra su propia existencia, contra sus deseos y sus miedos, contra su destino. Y te das cuenta de que, en el fondo de esa sala del psicólogo, no solo está sentado ese matón. Estamos sentados todos en algún momento de nuestras mundanas vidas cuando la muerte no tiene explicación ni posibilidad de cambiar pero, aún más doloroso, a veces, muchas veces, cuando la vida tampoco las tiene.
El mafioso que nos caía bien
Por Natalia Marcos
El cuerpo y la voz de James Gandolfini hicieron posible el protagonista de una de las series más relevantes de la historia de la televisión. Los Soprano marcó un hito en ese mundo gris (ni blanco ni negro) que ha predominado desde entonces en las series y en sus personajes más emblemáticos. Los fans de las series ya imaginaban emocionados cómo sería la nueva ficción que estaba preparando, Criminal Justice, una miniserie con la que el actor volvería a la cadena HBO, la misma que hizo posible que ganara tres premios Emmy y un Globo de Oro por interpretar al capo de la familia mafiosa más famosa de la televisión.
La relación del espectador con Tony Soprano era complicada. Casi tanto como la de Tony con su mujer, sus hijos, su madre, su hermana... Cuando habíamos aprendido a odiarlo, nos sorprendía con su sonrisa tan característica y volvíamos a quererlo. Con el tiempo tuvimos que aceptar la realidad: este mafioso nos caía bien. Y buena parte de la culpa la tenía James Gandolfini. Hasta siempre y muchas gracias.
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Gandolfini: "Mis años con la Mafia han llegado a su fin", por Rocío Ayuso.
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