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Soledad Becerril: “La sociedad española no es violenta"

La defensora del Pueblo ha hablado en Castellón sobre las conductas agresivas desde la psicología

La defensora del Pueblo, Soledad Becerril, durante la inauguración de la jornada del Colegio de Psicólogos en Castellón.
La defensora del Pueblo, Soledad Becerril, durante la inauguración de la jornada del Colegio de Psicólogos en Castellón.Domenech Castelló (EFE)

En el marco de unas jornadas para analizar, junto a expertos en terrorismo, violencia de género, acoso laboral o acoso escolar, si vivimos o no en una sociedad violenta, Soledad Becerril la defensora del pueblo, ha sido tajante: “La sociedad española no es un sociedad violenta, ni muchísimo menos”. Así lo ha plasmado tras inaugurar la vigesimocuarta edición de las jornadas profesionales del colegio oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana (COPCV), celebradas ayer en Castellón.

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Con un “no” rotundo ha respondido a la pregunta de si España es, en este momento, una sociedad violenta, para matizar luego que “hay violencia”, pero también “una diferencia muy grande” entre que la existencia de conductas agresivas convierta a un país en violento. Entre esos hechos violentos ha mencionado el acoso escolar. Un “problema” más visible ahora “porque se denuncia más” pero que, ha dicho, existe desde años atrás, y al que se puede hacer frente desde la información a los propios afectados y sus familias “para detectar síntomas” y la implicación de todos los actores. “Tenemos instrumentos”, ha aseverado en un tono esperanzador. El mismo que ha utilizado para añadir que la sociedad española “es fundamentalmente pacífica, muy pacífica, y se comporta debidamente y con la serenidad, paciencia y la actitud necesaria”.

Así lo ha declarado Becerril desde la misma sobriedad y serenidad que no le ha impedido dirigir algún que otro toque de atención a la administración del Estado durante su intervención. Como cuando se ha referido a la crisis de los refugiados, sobre la que ha reconocido no ver solución mientras en los países de origen “haya guerra y las personas sean perseguidas por su creencia, raza, religión o condición”. Con datos sobre la mesa, ha recordado que a final de mes serán alrededor de 800 los demandantes de asilo acogidos en diferentes ciudades españolas. Una cifra lejana si se toman como referencia los más de 17.000 que el Ejecutivo central se comprometió a recibir antes del próximo septiembre. “Tendríamos que llegar a esas cifras y acoger a estas personas”, ha dicho.

También, contundente, ha sido a la hora de defender la labor del organismo que dirige y que tiene como objetivo “modificar comportamientos o conductas; desde la de un alcalde hasta la de un gobierno”. Y ha indicado que el ritmo de reclamaciones no va a cesar, “aunque los fiscales digan que les volvemos locos. Pues que aumenten plantillas”, ha dicho en alusión a los casos que derivan al ministerio público sobre administraciones que demoran en exceso la respuesta a las reclamaciones presentadas. “Tenemos que prestar servicio público en tiempos razonados” porque detrás de esa queja “hay una persona o colectivo” que no puede “esperar seis meses” a que se solucione su caso. El último informe anual del Defensor del Pueblo, presentado este mismo martes en el Congreso, cifra en unos 30 días el tiempo medio de respuesta dado en 2016 al ciudadano sobre la reclamación interpuesta, frente a los 62 días de 2013.

Tres de cada cuatro sugerencias lanzadas por la defensora del pueblo son aceptadas, ha dicho Becerril, quien se ha congratulado también del “respeto total” que dice sentir de los organismos y administraciones a las que controla, “y eso es muy bueno en una democracia”. “Yo no he recibido jamás, a lo largo de estos cuatro años que llevo al frente, una indicación de ningún consejero o de ninguna ministra diciendo: esto que dices debes no hacerlo o no se te ocurra. No”, ha insistido.

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“Podemos estar orgullosos de una institución “que ya tiene 36 años” y que es “solvente, prudente e insistente al mismo tiempo, e independiente”, ha concluido. Apelando a esa prudencia, Becerril ha obviado por último opinar sobre la caravana impulsada por la organización ultracatólica Hazte Oír contra las personas transexuales. “Cuando una cuestión entra en el procedimiento judicial, nos abstenemos”.

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