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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Transición de Narcís-Jordi Aragó

El periodista falleció el pasado 23 de agosto a los 84 años en Girona

En el adiós a protagonistas de la Transición se duda a menudo sobre qué aspectos destacar de sus ricos perfiles biográficos. Como periodista culto, crítico y renovador, Narcís-Jordi Aragó Masó (Girona 1932), fallecido el pasado 23 de agosto a los 84 años, compatibilizó la dirección del semanario en catalán Presència con la corresponsalía del vespertino barcelonés TeleXpres. Como abogado, defendió a ésta y otras revistas de la aplicación punitiva de la Ley de Prensa de 1966. Admirador de la revista Cuadernos para el Diálogo de Joaquín Ruiz-Jiménez, a quien trató en la Costa Brava, practicó el mismo espíritu de colaboración con todo el antifranquismo, que halló tribuna de expresión en la combativa Presència,amparada sutilmente en momentos críticos por el obispo Narcís Jubany.

Cumplida esa misión, volcadas las inquietudes de los jóvenes en la creación del diario hoy conocido como El Punt Avui y habiéndose esforzado por la unidad profesional como primer presidente de la sección gerundense del Col·legi de Periodistes de Catalunya, Aragó construyó una extensa obra histórica y literaria sobre su ciudad. Se había estrenado con Girona grisa i negra, en 1971, obra en coautoría aún hoy recordada como manifiesto crítico y esperanzado por la ciudad democrática.

Su colaboración simultánea con la política cultural del ayuntamiento socialista y la dirección de la Revista de Girona de la Diputación convergente afianzó una figura patricia que ha dejado aún otros legados. El más visible, la entrega al patrimonio monumental de la casa sobre el Onyar construida por su tío el arquitecto noucentista Rafael Masó, incluido un rico archivo documental.

El legado moral tiene que ver con el espíritu de diálogo más genuino de la Transición. Hijo de una familia católica y catalanista que sufrió doblemente las tensiones de la Guerra Civil, reivindicó la figura del republicano Carles Rahola, fusilado por Franco a causa de tres artículos en L’Autonomista, el diario que compitió política y periodísticamente con el Diari de Girona del abuelo Masó.

Aragó mandó ilustrar el recordatorio de sus exequias con un grabado de Gerona de su amigo Enric Marquès, que fuera militante comunista y exiliado, y un pasaje de los Cuatro Cuartetos de T. S. Elliot. Aquel en que el poeta invita a escuchar la voz de los que ya se han ido.

Jaume Guillamet es catedrático de la Universitat Pompeu Fabra.

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